Por Miguel Ãngel Diez
Sector minero
Quinto exportador con potencial de ser tercero
Potencialmente el país tiene reservas fabulosas, pero para explotarlas hay que transitar un largo proceso que nace con la prospección, la exploración, el proyecto de factibilidad, la construcción y recién la explotación. Y en exploración, hay que invertir y muchas veces a fondo perdido. Falta explorar la mayoría de los sectores donde puede haber riqueza mineral.
Martín Dedeu
A pesar de la larga historia y experiencia de la minería en los países con los que compartimos la Cordillera de los Andes, esta es una actividad postergada de modo inexplicable. Un paso importante se dio –recuerda Martín W. Dedeu, presidente de la Cámara Argentina de Empresarios Mineros (CAEM)– en 1993 cuando se dictó la ley de inversiones mineras, que fue aprobada por todos los sectores políticos. En ese momento nace una era distinta de la Argentina que ingresa finalmente en la gran minería.
La meta –recuerda Dedeu– era contar con un mecanismo lo suficientemente estable y seguro como para que ingentes sumas de dinero que se necesitan para proyectos de esta naturaleza pudieran hacerse en un marco de previsibilidad. Tener un esquema tributario estable resultaba esencial por la certeza de que no cambiarían las reglas de juego (en verdad hubo nuevos gravámenes y retenciones a la exportación).
La minería es una de las pocas actividades económicas que tiene un enorme saldo positivo en su balanza comercial, donde las exportaciones superan muchas veces las importaciones.
–¿Cuál es la experiencia del sector en estos poco más de 20 años desde la promulgación de la ley con el régimen especial para la minería?
–La minería argentina abarca dos sectores: la minería tradicional, la no metalífera, que es la que acompaña básicamente la industria de la construcción, cal, piedra, molienda; y el otro, la llamada gran minería, que es la minería de los metales.
La primera ha tenido un gran desarrollo durante todo el siglo pasado. En cambio, para 1988 Minera Aguilar era la única empresa metalífera argentina.
¿Qué pasaba? Los financiamientos de exploración normalmente se hacían a través del Banco de Desarrollo o del Banco Industrial –en su momento, muchas veces sin respaldo suficiente. Con lo cual muchas veces esos préstamos no se devolvían.
Abrir el país en términos parecidos a lo que era el escenario minero en Perú, Chile o Bolivia inclusive era una asignatura pendiente. En 1993 se dicta la ley de inversiones mineras, que fue aprobada por todos los sectores políticos (no tuvo un voto en contra). Ahí nace una era distinta de la Argentina entrando en la gran minería. Con conceptos totalmente distintos a los anteriores.
No con la idea de ver qué se podía chupar de la teta del Estado, sino para plantear un esquema que fuera lo suficientemente estable y seguro como para que ingentes sumas de dinero que se necesitan para proyectos de esta naturaleza pudieran hacerse en un marco de previsibilidad. Así de simple y así también de importante.
Como los proyectos mineros suelen tener un desarrollo larguísimo, desde el momento que empiezan como tales hasta que terminan produciendo, tener un esquema tributario estable resultó esencial por la certeza de que no cambiarían las reglas de juego.
Ahí empieza el primer boom de la minería argentina. Ingresan Minera Alumbrera, Minera del Altiplano, Cerro Vanguardia y más adelante, Barrick con el proyecto Veladero y otros importantes pero menores en cuanto a sus dimensiones.
–¿Y el actual cuadro de situación?
–Era ridículo compartir la cordillera de los Andes con países mineros importantes, y que estuviera prácticamente sin explorar. Algo cambió con la llegada de importantes empresas mineras internacionales. Pero lo cierto es que si bien es clarísimo que el potencial minero del país es extraordinario, todavía queda por explorar la mayoría de los sectores geológicos donde puede haber riqueza mineral.
En medio de estos vaivenes se genera un segundo despegar del sector minero que llega a su cenit más o menos en el 2011. A partir de ese momento se detiene – y retrocede– el nivel de ascenso que habían tenido los precios…
–Tuvo que ver con el valor de la exportación de los productos, ¿verdad?
–Correcto. No mucha gente lo sabe, pero el sector minero es el quinto exportador del país con posibilidades –en no demasiado tiempo– de ser el tercero. El panorama futuro va en esa dirección, pero no digo cómo y cuándo. Hay que observar dos situaciones. Una, la internacional y la otra la del país. Cuando hablo de la situación internacional me refiero al precio de los commodities mineros. En 2011 llegamos a estar en exportaciones por casi US$ 5.000 millones. Hoy estamos cerca de US$ 3.500 millones.
–¿Con producción parecida?
–Efectivamente. Hubo una baja en el precio de los commodities, pero afortunadamente hay indicios de que ese amesetamiento empieza a remontarse. Lentamente han comenzado a mejorar algunos precios de los metales industriales en las últimas semanas: cobre, zinc, plomo, estaño. También el oro, aunque en el caso de los metales preciosos las variaciones no están vinculadas solamente a su consumo, sino también por su función de equilibrio en la economía mundial y las monedas.
En cuanto a la situación del país, las limitaciones que ha tenido nuestra economía obviamente han alcanzado también al sector. Para importar insumos críticos en un sector que es importante hay que decir que el balance entre importaciones y exportaciones es brutalmente a favor de las exportaciones. Exportamos por diez e exportamos por uno, esa es la proporción. En fin, otros sectores han tenido y siguen teniendo ese tipo de limitaciones.
A esto se suma el aumento de los costos internos. Su consecuencia más grave es un descenso en el presupuesto de exploración, que es la esencia de la minería del futuro. Si en este punto no logramos definir un esquema competitivo tenemos un serio problema: hay que competir en este campo con los países vecinos, que tienen mucho más desarrollado el sector minero.
Potencialmente tenemos reservas fabulosas, pero para llegar a explotarlas hay que transitar un largo proceso que nace con la prospección, la exploración, el proyecto de factibilidad, la construcción y recién la explotación. Y en exploración, hay que invertir y muchas veces a fondo perdido. Solamente un pequeño porcentaje de los proyectos de exploración terminan concretándose en una mina. No más de 5%. El riesgo es un elemento ínsito a la minería, de manera que no es solo aquí, sino en todo el mundo. El tema es no sumar a ese riesgo otras consecuencias como reglas de juego que no sean claras, confiables.
–Pero la ley de 1993 fijaba reglas de juego claras, ¿se ha logrado mantenerlas o ha habido algunos cambios?
–Hubo algunos cambios, por decirlo de alguna forma. La ley preveía para los nuevos proyectos que una vez que se estabilizaran tenían durante 30 años el mismo régimen tributario, impositivo. De manera tal que los viejos proyectos, como el caso de Minera Aguilar, no tenían esas ventajas, pero sí los nuevos proyectos, Minera del Altiplano, Minera Alumbrera. Durante 30 años debía mantenerse la estabilidad. No obstante ello, se les gravó, con el impuesto a las exportaciones, o retenciones: una modificación de las reglas de juego. Si bien no en forma exagerada: 5% en aquellos productos donde hubo un valor agregado y 10% cuando no es así.
Hoy nos encontramos con un panorama a futuro bien interesante donde los tres candidatos a Presidente con posibilidad de ser electos tienen muy claro la importancia del sector minero para las próximas décadas. En ese sentido no puedo hacer diferencias porque los tres tienen una lectura muy similar. Lo más importante es previsibilidad, seguridad jurídica y normas de juego claras. Creo que la minería puede ser la nueva soja para el futuro. Basta simplemente advertir que en Chile representa más de 50% de sus exportaciones, 40% en Perú.
–¿Esto puede cambiar las perspectivas de las comunidades, de la sociedad, de la organización social en todas estas provincias productoras?
–Creo que sí. Hay una crítica en varias de las provincias mineras en este sentido: el sistema tiene un peso tributario mayor que el resto de los países mineros del continente. Tanto en San Juan como en Catamarca, por dar algunos ejemplos, y en alguna medida también Santa Cruz, la minería es un ítem más que trascendente de sus presupuestos, pero hay, sí, una queja, en el sentido de que la distribución de los tributos no es equitativa respecto de lo que se queda el gobierno federal frente a lo que va finalmente a las provincias.
Es decir, no es que el conjunto tributario de la minería sea bajo, todo lo contrario, pero el tema es la distribución. Y en cuanto a distribución hay otro tema importante y es que aquellas zonas donde se desarrolla un proyecto minero sean las más beneficiadas por el esquema tributario. ¿Qué pasa? Las grandes empresas –hacen una cantidad de obras que son en beneficio no solamente de la gente que trabaja en la mina sino de toda el área que la circunda– que producen un desarrollo económico de la región innegable, porque en muchos de los casos llevan a lugares inhóspitos infraestructura, caminos electricidad, además hacen obras que a veces el Gobierno provincial no puede. Por ejemplo hospitales, escuelas. Usted vaya a decir a la Puna jujeña que Minera Aguilar cierre su hospital: lo matan. Porque desde años y años no solamente atiende a la gente de la empresa sino a todo el sector circundante. Habría que ver cómo optimizar la llegada de los beneficios a las áreas mineras.
–El otro gran tema es el de la minería a cielo abierto y el cierre de las explotaciones cuando se ha agotado el yacimiento…
–Hubo un caso hace algunos años. La mina Marte, un proyecto pequeño. Pero no se puede hacer minería si no se establece inicialmente cuál va a ser el futuro del área donde se desarrollará la explotación al momento en que concluya la actividad.
La pregunta es oportuna porque los primeros grandes proyectos como Alumbrera o la misma Cerro Vanguardia llegaron a su cenit y están ya en nivel declinante. En Catamarca, por suerte hay otro sector que se llama Bajo el Durazno, que está muy cerquita y que va a permitir continuar, con toda la infraestructura de Alumbrera, la continuidad del proyecto.
–Y lo de la interrupción de Pascua Lama ¿es un tema que se va a solucionar? ¿Cómo ven ustedes eso?
–Lo vemos con un optimismo realista. Tanto el tema de Pascua Lama como el tema de Potasio Río Colorado. Los dos son proyectos multimillonarios muy importantes. En el tema de Pascua Lama, como es conocido, es un problema que nace del otro lado de los Andes, en Chile por circunstancias que ameritaron que el Gobierno chileno dispusiera la paralización de las actividades. Está muy activo Barrick en la recomposición de esa relación. ¿Cuánto puede llevar esto? Yo diría que no menos de tres años. Pero hay una perspectiva. Para nosotros es importante porque en este momento no es viable Lama sin Pascua: está todo ensamblado.
El tema de Potasio Río Colorado es también emblemático porque es un proyecto de minería no metalífera y para un producto, el cloruro de potasio, que sirve para beneficio de la agricultura. No tengo información fehaciente pero sí indicios de que hay negociaciones tras la búsqueda de una solución para que el proyecto siga adelante. Probablemente con parte de los antiguos inversores pero también con nuevos socios.
–Finalmente, parece que la estrella es el litio, ¿no?
– Sin lugar a dudas el litio es una de las más interesantes vedettes de la minería actual, primero por el futuro que tiene y en segundo lugar, que no es menor, porque no requiere las inversiones tan grandes que requieren otras explotaciones como las de cobre, oro, o plata.
Para concluir, la minería se practica en el país cumpliendo con los más estrictos estándares internacionales. No hay proyecto grande que no requiera inversión externa; entonces los requisitos de los grandes centros mundiales para dar financiamiento a estos proyectos exigen también un cumplimiento a toda prueba de la pauta ambiental.
Minería y desarrollo
Es inconcebible un mundo sin minería
Se impone una gran batalla por la opinión pública en un debate que está surcado por dos ejes. Uno es que la minería y el desarrollo se oponen y que el mundo puede desarrollarse sin ella. Es un absurdo. El otro eje es que los países que han logrado desarrollarse trasladan la minería al mundo periférico porque es una actividad que compromete el medio ambiente.
Gustavo Montamat
“Un mundo sin minería es inconcebible aun en términos de las políticas que tiene que llevar adelante este mundo para combatir los gases de efecto invernadero, porque tiene que diversificar las fuentes de energía y tiene que ir a las energías renovables. ¿Con qué se hace un molino eólico? ¿Con qué se hace una pantalla solar? ¿Con qué se hace una turbina de estas que podemos poner para hacer energía mareomotriz? Con metales, con minería. Es inconcebible un mundo sin minería. De lo que se trata –afirma con vehemencia Daniel Gustavo Montamat, consultor, ex secretario de Energía, ex presidente de YPF– es de minería sustentable.”
En cuanto a la segunda acusación, Montamat –que acaba de publicar el libro Minería y desarrollo– advierte que Estados Unidos, Canadá, Australia, por sus territorios, están en casi todos los productos de minería metalífera y no metalífera. Y no son precisamente países periféricos. Pero hay otro dato recuerda: Suecia y Finlandia están entre los principales 10 destinos de inversión para descubrir nueva minería, es decir inversión minera exploratoria.
En suma –afirma– en la Argentina sí hay que dar una batalla para terminar con las faltas opciones típicas de nuestra historia y de nuestro presente: librecambio o proteccionismo antes; fracking sí o fracking no, minería sí o minería no, ahora. O por ejemplo, minería a cielo abierto, sí o no. Nueve provincias habían prohibido la actividad a cielo abierto. Ahora hay dos que han levantado la interdicción.
–Eso de la minería abierta parece pecado. ¿Qué es en verdad eso?
–La minería a cielo abierto no es una cuestión de capricho. Hay minería subterránea donde está la veta, uno la sigue y la tiene que seguir con túneles. La minería a cielo abierto la determina la geología. Está el mineral no muy concentrado, en grandes masas, grandes volúmenes de tierra, y entonces hay que hacer la famosa hoya esa para ir tratando de sacar tierra con mineral y después tratar de separar el mineral del resto del producto. Eso no lo determina el capricho sino la naturaleza, la ley geológica del yacimiento, las condiciones, etc.
La mejor manera de desterrar esta falsa idea es lo que yo propongo como reducción al absurdo.
¿Qué pasa si prohibimos la minería a cielo abierto en la Argentina? Bueno, hoy estamos exportando casi US$ 3.500 millones. Deberíamos prescindir de dos terceras partes de ese monto. Porque la minería a cielo abierto representa, no solo en la Argentina, en el mundo, entre 70 y 80% de la actividad minera. Ahora, bien: si hay esta prohibición para el presente esto regirá para el futuro. ¿Qué inversiones comprometemos y que exportaciones eventuales calcularemos, y cuánto empleo se generará y cuánto impuesto se pagará?
Proyectos potenciales que serían de cielo abierto mixto comprometen una inversión, en la evaluación que tenemos, que son proyectos que ya tienen una estimación de factibilidad primaria: US$ 21.500 millones de inversión se están comprometiendo. En el caso específico de la minería a cielo abierto solamente estarían en juego US$ 8.000 millones adicionales.
–En un momento en el que la Argentina tiene déficit energético, ¿la minería no lo agrava?
–Precisamente esa es una de las empatías que vemos que nos movió a analizar el potencial minero. Planteamos: la energía va a ser por varios años –porque tenemos en ella un gran potencial también– deficitaria en su balanza comercial. Vamos a importar más de lo que exportamos. Bueno, pero acá tenemos un sector primo hermano que es superavitario. Claro, pero si lo sometemos a la “o” disyuntiva, lo paralizamos. Y es serio, porque hoy es superavitario. Si esa “o” disyuntiva prevalece y, por ejemplo, suprimimos la minería a cielo abierto, no solo que perdemos dos terceras partes de las exportaciones actuales, sino que vamos a tener que importar, porque muchos de esos minerales de la minería a cielo abierto se usan en el país, así que vamos a tener que importar más.
Si, en cambio, logramos desarrollar el potencial minero los saldos favorables de la canasta minera pueden compensar los saldos desfavorables de la canasta energética en una serie de años. Si se desarrollan los dos potenciales de aquí a una serie de años, va a haber superávit de uno y de otro sector.
–¿Cuáles serían las medidas de promoción que habría que tomar, desde el poder público fundamentalmente, para estimular el desarrollo minero si se acepta que queremos desarrollo minero?
–Una, le comprende a esta industria las generales de la ley de todas las industrias que son capital intensivas: necesitan primero que se solucionen ciertas cuestiones en lo institucional y en lo macroeconómico. El tema de que tengamos cepo cambiario, de que los dólares tengan que ingresar a un precio cuando los costos están valorizados al precio del otro dólar, que no se puedan sacar dólares de utilidad, bueno todo esto es general para el sector minero, para el sector petrolero y para todos los sectores de capital intensivos. Nadie trae dólares si después no los puede sacar. Por eso se fue Vale do Rio. Tenía que traer los dólares en aquel momento a 8 cuando sus costos estaban con el dólar paralelo de 12 y entonces cancelaron una inversión de US$ 6.100 millones que en algún momento volverá. Cuando se solucionen estas cuestiones macro e institucionales.
Pero después vamos a lo particular, a lo micro. Aquí hemos hecho muchas cosas malas. Porque, por ejemplo: rompimos el régimen de estabilidad minera, que fue el gran atractivo para venir e invertir en largo plazo en una actividad muy subdesarrollada en la Argentina e híper desarrollada del otro lado de la cordillera, en Chile.
La seguridad tributaria. Establecimos retenciones a la exportación y la retención es un impuesto, en el 2007. No borró con la actividad por los precios de los minerales en ese momento, porque si no la verdad es que la actividad hoy sería menor de lo que tenemos, pero sí frustró mucho potencial.
¿Ahí qué han hecho países que están en la vanguardia minera dentro de la región, Chile, Perú, por ejemplo? Nunca rompen regímenes de estabilidad minera. Ellos dan la opción de ir a un régimen nuevo. Que a lo mejor es más gravoso que el régimen anterior, pero establecen estímulos para que se pasen a este nuevo régimen en este momento: se lo hago un poco más gravoso pero usted ya se mete en el nuevo régimen.
Y son respetuosos de esas leyes fundamentales como son las impositivas, que son para adelante, no para atrás. No se puede afectar la estabilidad que está garantizada.
El segundo tema que es clarísimo por ejemplo en la legislación chilena y peruana. Cuando se quiere gravar más la renta minera, que es diferencia entre precios y costos, hay dos sistemas. Uno, el nuestro, que es el del almacenero: gravo la renta bruta, hago la más fácil: apropiarme, no hacer cálculos.
El otro es: gravo la renta neta. Las retenciones son una forma de gravar la renta bruta. Eso marginaliza muchas explotaciones que a lo mejor serían viables si se estuviera gravando la renta neta. Cuando el Estado grava la renta neta, se está apropiando de una parte de la renta, se convierte en socio con el que hace el desarrollo minero. En cambio, si se grava la renta bruta se rompió esa sociedad: importa poco la renta neta.
Entonces ¿qué hace el afectado? Primero, minimiza la nueva inversión exploratoria, que es la más riesgosa. Segundo, lo que hace es “bueno, voy a sobreexplotar lo que ya tengo en producción, para que no me vengan con otras de estas medidas discrecionales y que me sacan renta. Voy a tratar de sacar la renta que me queda lo antes posible.
Entonces, hay que pasar a gravámenes que incidan sobre la renta neta más que sobre la renta bruta. Esto hay que tenerlo en cuenta en la legislación de la Argentina.
Y lo tercero que no es lo menos importante es esta renta que se lleva el Gobierno, lo que en inglés se llama el government take. Una parte de la renta minera se la lleva el Gobierno en impuestos, impuesto a la ganancia, las regalías que cobran las provincias, las retenciones éstas que se las lleva el Gobierno nacional, que no las participa.
De la renta apropiada por el Gobierno, 80% se la queda el Gobierno nacional y 20% las provincias. Esto es uno de los factores que deslegitima socialmente la actividad porque lo que dicen las localidades es: “estos están explotando, trabaja un grupo de gente, pero se lo llevan todo”. Queda muy poco ahí, porque esto tiene que ver también con el reparto de renta. Hay que ver también cuánto le llega a la comunidad donde se está llevando adelante la explotación.
–Con respecto al futuro inmediato, el año que viene habrá un nuevo Gobierno, del signo que sea, ¿cuál es la expectativa que puede tener un sector como la minería? ¿Encontrará más comprensión, más apoyo, más voluntad de abordar estas medidas que acaba de enumerar?
–Cualquiera sea el Gobierno va a tener que generar un ambiente más amigable con el mercado, oportunidades de negocios y el mercado de capitales internacionales ¿Por qué? Hay un gran déficit de infraestructura. En estos 10 años nos hemos comido el capital energético y reponer ese capital energético implica inversiones multimillonarias. En energía estamos hablando, por año, mínimo, de US$ 20.000 millones. En los próximos 10 años son US$ 200.000 millones. El ahorro nacional no da para eso. Vamos a necesitar acceso a los mercados internacionales. Así se van a corregir muchas de estas cuestiones macro que hemos definido y entonces ahí sí, a partir de una macro más razonable en términos de inversiones, me parece que uno de los sectores que se va a ver beneficiado por el potencial que tiene es el sector minero, si resuelve estos temas de base que es, con mejor comunicación, terminar con las falsas disyuntivas.
Reducción al absurdo
¿Es imaginable una prohibición general de la actividad minera en todo el planeta? Veamos las restricciones que supondría para el resto de los sectores, empezando por la construcción, el transporte y todas las actividades productivas. Se paralizaría todo. Incluyendo la posibilidad de desarrollar una estrategia sustentable para enfrentar el cambio climático, introduciendo más energía renovable. En el caso de las turbinas eólicas, las torres utilizan bauxita, molibdeno, hierro y zinc. Para imanes y baterías, cobalto y cobre. Los paneles solares requieren cadmio, cobre, galio, indio, molibdeno, selenio, sílice. Telurio para las células electrovoltaicas, arsénicos para los semiconductores, y dióxido de titanio para los paneles.
Tampoco es correcto asumir que la minería se prohíbe en los países centrales con el objetivo de desplazar una actividad contaminadora a la periferia. Estados Unidos, Australia y Canadá figuran entre los cinco mayores productores y exportadores de casi todas las sustancias minerales comunes, desde cobre, plata, uranio, níquel, oro y hierro, hasta bauxita, aluminio, azufre y carbón.
(Tomado de Economía y desarrollo, libro de Daniel Montamat y equipo).