Concluyó como se había previsto en su inicio: satisfacción para los anfitriones que cosecharon felicitaciones (en especial el Presidente Mauricio Macri que cerró las deliberaciones) por su acuerdo con el FMI y la gestión de la reciente crisis cambiaria y financiera.
En cuanto al fondo del propósito de la reunión de ministros de Hacienda y representantes de bancos centrales del G20 en Buenos Aires, no hubo avances. Prudencia del delegado de Estados Unidos, y llamado a sostener la libertad de comercio sin medidas proteccionistas ni aranceles punitivos, por parte de la mayoría de los asistentes.
Con diferencias de tono. Los europeos, más enérgicos. Como bien lo expresó Bruno Le Maire, ministro del ramo de Francia, “no es posible negociar con un arma en la cabeza”, aludiendo a las medidas punitivas anunciadas por Donald Trump, muchas de ellas ya vigentes, que pueden desatar una guerra comercial de intensidad sin precedentes. Con lo que la globalización entraría en reversa y el proteccionismo avanzaría rampante. Consecuencia: importante disminución en el volumen global negociado anualmente en comercio, más complicaciones no previstas en el abastecimiento local de muchos productos importados que deberían ser reemplazados.
Con lo que siguen en pie la incertidumbre y los encontronazos geopolíticos de las últimas semanas.
En la Unión Europea hay especial preocupación con la industria automotriz local que se puede ver seriamente afectada. Según advirtió Carlos Ghosn, directivo de Nissan y Renault, no hay manera de evitar el alza de los costos de fabricación de automóviles. “Nadie gana con los aranceles impuestos a la industria por Estados Unidos”.
La única voz optimista en el encuentro vino de los vecinos de EE.UU, Canadá y México, socios en el NAFTA, el tratado de libre comercio de América del Norte. Creen que existe la posibilidad de encontrar una fórmula de acuerdo con el poderoso vecino para reevaluar el acuerdo de manera satisfactoria para todas las partes.
