Las autoridades económicas anunciaron al programa “Ahora 12”. El objetivo es estimular el consumo con financiamiento a 12 cuotas sin interés a través de tarjetas de créditos. Se podrá comprar ropa, calzados, muebles, electrodomésticos, motos, bicicletas, materiales de construcción y turismo.
El argumento oficial es que la gente retrae el consumo debido a la difusión de noticias falsas que inducen a adoptar decisiones equivocadas. Así, la contracción del consumo afecta la actividad económica y el empleo, repasa el Instituto de Desarrollo Económico y Social Argentino (Idesa) en su reporte número 565.
En general, la necesidad y el placer de la mayoría de las personas pasan, de una u otra forma, por el consumo.
Por eso, cabe preguntarse si las campañas de “desánimo” son tan potentes y efectivas como para promover en la gente conductas exageradamente conservadoras respecto al consumo, o si pueden estar actuando otros factores que explicarían el deterioro de la situación económica y social.
Según datos del Banco Central sobre préstamos personales, los cuales casi la mitad se componen por financiamiento a través de tarjetas de crédito, y la inflación publicada por el Congreso Nacional se observa que:
- Entre 2003 y 2008, los préstamos personales crecían al 54% anual y la inflación al 14% anual, lo que equivale a un crecimiento real del 35% anual.
- Entre 2008 y 2013, los préstamos personales crecieron al 32% anual y la inflación al 23% anual, por eso el crecimiento real del crédito bajó al 7% anual.
- En 2014, los préstamos personales vienen creciendo al 34% anual y la inflación al 39%, de esta manera los créditos al consumo caen un 4% real.
Estos datos muestran que a la salida de la crisis de 2002 los créditos para el consumo crecían a tasas muy elevadas.
El proceso se aletarga a comienzos de la década básicamente porque se acelera la inflación. Esta tendencia se profundiza en el año 2014 cuando los préstamos para el consumo siguen aumentado de manera importante en términos nominales, pero sin llegar a compensar la aceleración de la inflación.
Los datos sugieren que el problema no es tanto el desánimo de la gente sino la inflación que pone límites a las familias a seguir endeudándose para incrementar su consumo.
Promover el consumo tendría lógica en un contexto deflacionario.
Pero con inflación que supera el 30% anual resulta contraproducente. Basta mirar los datos oficiales de las cuentas públicas para detectar que el principal problema es el exceso de gasto público.
En 2014 el gasto público viene creciendo al 48% anual obligando a una masiva emisión monetaria que acelera la inflación y licúa el crédito y los salarios. Es claro que el aletargamiento en la producción no responde a falta de deseos de incrementar el consumo por parte de la gente sino al exceso de gasto del Estado.
El programa “Ahora 12”, además, resulta altamente regresivo. Los únicos que tendrán la oportunidad de apropiarse del “regalo” oficial serán los segmentos de ingresos medios y altos que son titulares de varias tarjetas de créditos y tienen capacidad para seguir tomando deuda para consumo. Los pobres no cuentan con estos instrumentos. Ellos, no sólo seguirán con necesidades básicas de consumo postergadas sino que además sufrirán las consecuencias de la aceleración de la inflación por el exceso de gasto en la economía. Es difícil imaginar una estrategia más conservadora y reaccionaria.
La etapa populista de estimulo al crecimiento de la actividad con aumentos nominales de salarios y créditos al consumo está agotada.
Para salir del estancamiento hay que atacar la inflación reordenando el sector público.
Sobre la base de un contexto de estabilidad se podrán construir reglas de juego que induzcan a empresas y trabajadores a asignar esfuerzos e innovación para elevar la productividad. Esta es la vía genuina para estimular la producción y el consumo de manera sustentable.