La advertencia de Bruselas es contundente: si Donald Trump hace efectiva su amenaza de castigar con medidas arancelarias importaciones de la industria automotriz europea, desatará un proceso que puede terminar en sanciones europeas contra importaciones de productos estadounidenses hasta US$ 300 mil millones.
El ocupante de la Casa Blanca acaba de decir que la UE es tan mala como China, cuando se ve como comercia con EE.UU y el daño que le causa. Durante el fin de semana cargó contra los europeos y desechó la posibilidad de mejorar el comercio con el viejo continente para compensar las dificultades que parecen avecinarse con China.
Las novedades en el conflicto comercial con la superpotencia asiática han llegado a un punto donde se vislumbra el potencial de daño que puede generar el enfrentamiento.
La argumentación estadounidense se nutre de tres elementos diversos y de origen también distinto. El primero de ellos es un dato de la realidad: el déficit en el intercambio bilateral es de US$ 500 mil millones en perjuicio de EE.UU, centrado especialmente en la importación de productos industriales baratos.
El segundo es la acusación de Washington de espionaje industrial chino, que acepta a empresas estadounidenses a operar en su territorio siempre que revelen patentes y tecnologías, que así pasan a ser dominadas por los chinos.
El tercer elemento, y que parece ser el que más preocupa en la Casa Blanca, es la estrategia “Made in China 2025”, que busca el liderazgo chino en áreas clave, como Inteligencia Artificial, aeroespacio, energías renovables y robótica. En suma, lo que está en juego es el liderazgo tecnológico en los próximos años.