<p>Desde el viernes (“domingo” en el calendario musulmán), van creciendo los disturbios junto con la violencia represiva. La detención de Hashemí es un golpe a Rafsandyani, líder de los religiosos moderados. Alí Jatamí está con Musavi y ambos son conservadores, lo cual revela disidencias en la “derecha” de la república islámica.</p>
<p>Entretanto, los pasdarán (guardia shiita) son desbordados por los basidyim, milicia más fanática a la cual Jamenei -guía supremo- ha dado carta blanca para reprimir opositores, mujeres inclusive. El ayatolá sostiene que son terroristas al servicio de Estados Unidos y Gran Bretaña.</p>
<p>Por su parte, Ajmadinedyad cuestiona a la propia Unión Europea. Para peor, el sábado un hombre bomba se inmoló ante el mausoleo del imán Ruhollah Jomeini. De inmediato, ambos sectores adjudicaron el hecho al otro. Todo eso complica singularmente la situación occidental.</p>
<p>Sucede que no faltan contradicciones. Justo mientras arreciaba la violencia en las calles, el sábado Italia invitaba al canciller iraní Ajmed Mottakí a participar en la conferencia del grupo de los 8 (Trieste, 25 al 27) sobre Afganistán. El domingo, la UE y EE.UU. –más dura aquella- censuraban los excesos represivos de Teherán.</p>
<p>Barack Obama, amparado en su propio discurso de El Cairo (apertura a países musulmanes moderados y moderación sobre el programa nuclear persa), lograba mantener una actitud más flexible que los europeos. Mientras tanto, Rusia y China pedían calma a los iraníes y Roma señalaba algo obvio: Irán es una pieza relevante en cualquier debate sobre Afganistán, como sostiene Richard Holbrooke, representante norteamericano en Kabul e Islamabad. <br />
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No afloja la represión ni cede la oposición en Irán
El arresto de Faezeh Hashemí, hija del ex presidente ayatolá Alí Akbar Rafsandyaní, acentúa el clima de violencia en las ciudades. Mir Hoséin Musaví, candidato opositor, rechazó un pedido de Alí Jameneí: aceptar el triunfo de Majmud Ajmadinedyad.