Nicolas Sarkozy, entre Putin, Bush, Merkel y Hu Jintao

Fue el único líder occidental que felicitó a Vladyímir Putin por un triunfo electoral que, para George W.Bush y Angela Merkel, huele a fraude. Pero el presidente no deja de cortejar a Washington y Beijing. Ni de generar descontento en Francia.

4 diciembre, 2007

Ni en los peores momentos de la guerra fría dejó de sonar el teléfono rojo. Pero, esta vez, Bush no lo levantó para saludar a Putin por su victoria en los comicios para integrar la Dumá. Tampoco hubo coincidencias entre Nicolas Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel. Al igual que Bush, ésta sostuvo que “hubo irregularidades y no se ejerció el debido control electoral”.

El cuadro es por lo menos extraño. El presidente francés apoya sin cortapisas a su colega norteamericano –rompiendo una línea que data de Charles de Gaulle-, pero hace lo mismo con Putin y el lìder chino, Hu Jintao. Mientras, en su país, afronta un violento malestar social, parece no haber calculado que sus congratulaciones al ruso no pueden caerle bien a su amigo George W.

Sin pelos en la lengua, Merkel se encargó de señalar la contradicción en Berlín. Desde otro ángulo, el columnista André Glücksmann recordó que la plataforma electoral de Sarkozy hablaba de derechos civiles, dentro y fuera de Francia. Hoy, sus reformas pro mercado y su actitud ante la violencia en los suburbios apunta en dirección contraria.

Todo esto sucede mientras un informe de la propia inteligencia norteamericana deja en el aire a Bush, Richard Cheney y su elenco de halcones. Después de todo, Irán había suspendido la parte bélica de su programa nuclear en 2003, hace más de cuatro años. ¿Cómo reaccionará Sarkozy ante esta novedad tan incómoda para su amigo George W.?

Ni en los peores momentos de la guerra fría dejó de sonar el teléfono rojo. Pero, esta vez, Bush no lo levantó para saludar a Putin por su victoria en los comicios para integrar la Dumá. Tampoco hubo coincidencias entre Nicolas Sarkozy y la canciller alemana, Angela Merkel. Al igual que Bush, ésta sostuvo que “hubo irregularidades y no se ejerció el debido control electoral”.

El cuadro es por lo menos extraño. El presidente francés apoya sin cortapisas a su colega norteamericano –rompiendo una línea que data de Charles de Gaulle-, pero hace lo mismo con Putin y el lìder chino, Hu Jintao. Mientras, en su país, afronta un violento malestar social, parece no haber calculado que sus congratulaciones al ruso no pueden caerle bien a su amigo George W.

Sin pelos en la lengua, Merkel se encargó de señalar la contradicción en Berlín. Desde otro ángulo, el columnista André Glücksmann recordó que la plataforma electoral de Sarkozy hablaba de derechos civiles, dentro y fuera de Francia. Hoy, sus reformas pro mercado y su actitud ante la violencia en los suburbios apunta en dirección contraria.

Todo esto sucede mientras un informe de la propia inteligencia norteamericana deja en el aire a Bush, Richard Cheney y su elenco de halcones. Después de todo, Irán había suspendido la parte bélica de su programa nuclear en 2003, hace más de cuatro años. ¿Cómo reaccionará Sarkozy ante esta novedad tan incómoda para su amigo George W.?

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