En realidad, este historiador económico formado en Harvard vislumbra otro “siglo norteamericano”. Su método no es original pero sí eficaz: describe 2009 desde 2010, quizás para soslayar aspectos de 2008 que no encajan en una visión donde el dólar sigue imperando y se esfuma la recesión deflatoria. En varios sentidos, Ferguson se opone a Dominique Strauss-Kahn, Paul Krugman –reciente Nobel-, George Friedman y otros. Pero vale la pena guardar profecías tan concretas. <br />
<p> Para empezar, redefine el fenómeno real del momento: es una “gran represión”, manifestada en la negación de ciertas verdades liminares y el fantasma de la depresión (1933/8). Parte del fenómeno, que el gurú estima efímero, se relaciona con el ascenso de Hillary Rodham Clinton y un grupo ligado a su esposo (Lawrence Summers, Robert Rubin, etc.), ligados a una concepción europeísta del mundo.</p>
<p> Sin parar mientes en los vaivenes cambiarios entre nochebuena y nochevieja de 2008, NF afirma que “la demanda de dólares ha resistido en 2009 el loco emisionismo de la Reserva Federal y la divisa se ha revalorizado”. Por ende, Estados Unidos llega a 2010 preservando su calidad de “plaza refugio, pues todos siguen comprando letras de tesorería”. Mientras tanto, “empeoran la Eurozona, Japón, Rusia y los mercados emergentes”. Al futurólogo se le escapa un detalle: esos papeles representan el perpetuo aumento de la deuda externa norteamericana.</p>
<p> A criterio de un trabajo sin duda brillante, primero de su tipo por ahora, “para el resto del planeta, 2009 es un año horrible. Japón se hunde en una recesión como la de 1991. En la Unión Europea las cosas van un poquito mejor. Pero nadie se acuerda ya de las críticas de Nicolas Sarkozy a los norteamericanos, formuladas en una cumbre del grupo de los 20, noviembre de 2008. Igual suerte corrieron la estrategia de recapitalización bancaria debida a Gordon Brown o las diatribas de la canciller Angela Merkel contra el déficit fiscal de EE.UU.”.</p>
<p> Ya en el primer trimestre de 2009, “quedó claro que los problemas de la banca privada en Europa occidental eran tanto o más severos que los norteamericanos. Los pasivos cortos en Suiza, Benelux, Francia, Alemania, Dinamarca e Italia estaban más expuestos a la volatilidad”. Aquí aparece el viejo argumento anglosajón contra la Eurozona o la UE misma: “la falta de un ministerio de hacienda común trocó en mero palabrerío o improvisación los estímulos económicos lanzados por varios países”. En cuanto al flanco oriental, “Hungría, Rumania, Bulgaria, Ucrania y otros continúan en 2009 golpeados por los cimbronazos de la crisis desatada el año anterior”. Entre las mayores economías en desarrollo, “Brasil supera mejor sus problemas que Rusia, China e India”.</p>
<p> Con notable seguridad, NF define 2009 como “pésimo para exportadores de hidrocarburos, cuyos precios han seguido desplomándose junto con el rublo, el yüan y la rupia”. Cauto, el profeta no arriesga cifras. “La inestabilidad sociopolítica castiga China vía desórdenes originados en despidos en áreas dependientes de exportaciones industriales”.</p>
<p> Por su parte, “Obama refirma el eje Washington-Beijing durante la cubre del G-20, abril. Para desconcierto de los liberales, el comercio pone en segundo plano la cuestión tibetana”. Confirmando su planteo de fondo, el historiador al revés imagina “una crisis mundial asimétrica que afecta más a la periferia, pese a ciertas desventajas de EE.UU.”. Pese a todo, “el dólar se mantiene como divisa de reserva, para asombro de muchos”.</p>
<p> En el plano geopolítico, “muchos analistas sostenían en 2008 que la crisis financiera barriría todo resto de confianza en Washington. Con los neoconservadores desacreditados en Irak, se desplomaba la teoría del libre mercado. Pero 2009 muestra que (a) a casi todos los demás sistemas les habría ido peor y (b) la presidencia Obama consolida la reputación internacional del país”. ¿Cómo? Mediante “un nuevo trato anunciado en septiembre, tras la caída de Hillary y Ajmadinedyad, la apertura de diálogo con Irán, la estatización de bancos y la conversión de deudas hipotecarias familiares en títulos a cincuenta años”.</p>
<p> Por supuesto, “el viaje de Obama a Tehrán en junio no produce milagros en Levante. Pero evoca la visita de Richard Nixon a Beijing en 1972 y marca la voluntad presidencial de replantear las bases de la estrategia norteamericana. Después, el atentado de al-Qa’eda contra Obama (27 de noviembre) termina desprestigiado al extremismo islámico y exaltando la imagen del presidente”.</p>
<p> Luego de predecir ese intento y omitir varias claves geopolíticas o económicas, Ferguson muestra las cartas: ve un Barack Obama blanco, casi republicano, continuador de la “revolución conservadora” encarnada justamente en el Nixon de 1972 –no el de 1974- y el Ronald Reagan de los años 80. Es un excelente argumento de ficción política y podría complementar el último libro del escocés, “The ascent of money” (2008).</p>
Niall Ferguson apuesta en 2009 por un Obama blanco y republicano
En una larga ficción para el Financial Times y otros medios, el analista escocés en el fondo, un puritano laico- anuncia el derrocamiento de Ajmadinedyad y la caída del equipo Clinton. También, un atentado de al-Qaeda contra Barack Obama.