Un momento ideal para ganar un mandato popular (ella ejerce el cargo por renuncia del Primer Ministro anterior) por cuatro años, reafirmar su supremacía política interna y externa, y negociar la salida del Brexit desde una posición consolidada.
Era un buen cálculo pero la dinámica de los acontecimientos impuso cambios notables. La opinión pública británica está desalentada. Los que votaron en contra de irse de la Unión Europea, ven confirmadas sus peores sospechas de las consecuencias que tiene la medida.
Los que votaron a favor de irse, comienzan a percibir que nada era tan fácil y sencillo como quisieron creer. Ambos grupos presionan para que el gobierno maneje una negociación inteligente y contenga el daño. Ninguna de esas condiciones parece estar cumpliendo la estrategia de May.
En consecuencia, las encuestas han variado y mucho. El laborismo, que estaba a sideral distancia, está a menos de cinco puntos, según varios sondeos. Más aún, hay quienes sostienen que ahora tienen clara posibilidad de ganar.
Los Liberal-Demócratas, los terceros en discordia son tal vez, los mejor plantados en cuanto a lo que hay que hacer. Pero a pesar de que mejoró su caudal electoral, no pueden aspirar a tener un rol protagónico.
May aspira a tener una mayoría de votos, aunque sea mínima y que seguramente no le dará más control parlamentario que el que tiene hoy. Varios analistas suponen que todo terminará en un “hung Parliament”, un equilibrio que hará muy difícil gobernar el país.
Hay muchos electores que piensan que May es una mala candidata y que no merece ganar. El problema es que casi lo mismo opinan de Jeremy Corbin, el aspirante de los laboristas. Aunque desde esta misma perspectiva, sería “el mal menor”.
La gran perdedora puede ser Theresa May. Parece que no podrá aumentar la actual mayoría en el Parlamento, ni dejar en claro que en su partido es ella la que manda.
Tampoco demostrarle a la oposición que tiene un claro mandato, y mucho menos demostrarle a Europa que tiene un mandato unánime para sacar a Gran Bretaña del Brexit, en sus términos.