Mínimos acuerdos, pero de la soja no se habla

Antes de la reunión abundaron los fuegos artificiales. Acusaciones cruzadas, insinuaciones, veladas amenazas de ambos lados.

24 febrero, 2009

<p><strong>El contexto del conflicto<br /></strong><br />El campo había soportado – durante cinco años- las retenciones, con fastidio y hostilidad. Pero sin reacciones extemporáneas. La explosión sobrevino cuando se introdujeron el año pasado las retenciones móviles.<br />Sin embargo, las retenciones móviles aparecían justo cuando:<br /><br />• En Estados Unidos se discutía si su gigantesca economía había entrado en recesión.<br />• En China surgían dudas sobre la duración de la bonanza, como consecuencia de graves problemas políticos (la crisis del Tibet) que podrían tener efectos económicos, y una inflación inquietante: en febrero 8,7 % más que en febrero de 2007; en marzo, 8,3% más que en marzo de 2007. <br />• El imparable alza del petróleo, que golpeaba a la mayoría del mundo, importadora de hidrocarburos.<br />Había expertos que preanunciaban una fuerte reducción de la demanda global. Otros, más cautos, aconsejaban tener en cuenta que, todavía, Estados Unidos tenía un ligero crecimiento; y que, pese a todo, el PIB de China seguía creciendo a la tasa de 10%. <br /><br />Lo que nadie pronosticaba era que, en vez de contraerse o quedar igual, la demanda global se expandiera. No se esperaba, por lo tanto, que los precios de los commodities fueran aun más arriba. <br />A lo sumo, algunos especulaban con que, estando el petróleo tan caro, se acelerarían muchos proyectos para fabricar biocombustibles, lo cual vendría a reforzar la demanda de algunos cereales y granos. <br />Aun en ese caso, el panorama no parecía alcista en el corto plazo.<br />En el caso particular de la soja, se decía que ésta había alcanzado su techo.<br />Si era así, las retenciones móviles tenían que favorecer (no perjudicar) a los productores. <br />De hecho, cuando se introdujeron estaban en 44% y, una semana más tarde, habían bajado dos puntos, por efecto de una ligera caída en el precio internacional.<br />Allegados al ex ministro Martín Lousteau aseguran que, precisamente, la idea del entonces funcionario fue asegurarse un nivel alto para que, a partir de allí, fuera el mercado el que bajase las retenciones, sin que el Gobierno debiera intervenir.<br />Sin embargo, los productores pusieron el grito en el cielo por la indexación. Era contradictorio.<br />Tan contradictorio como que el Gobierno fijara una tasa creciente.<br />La resolución llegó a establecer algo más que no era sólo contradictorio; era desatinado. Si el precio de la soja llegaba a US$ 1.400, la retención sería de 97,5%. Como nadie esperaba que la soja llegara a semejante nivel, la medida resultaba abstracta. Pero, siendo así, ¿para que introducirla?</p>

<p><strong>Retenciones, IVA y cheque</strong></p><p>Los productores salieron a quejarse y encontraron la solidaridad de las clases medias urbanas. Aunque el apoyo al campo se mezcló con factores políticos, buena parte de esa clase media defendió a la producción de manera genuina. <br />Era otra contradicción. Los ruralistas se quejaban porque las retenciones gravan los ingresos de los productores, con independencia de que éstos sean grandes o chicos, ganen mucho o poco. Y mucha gente decía: “Tienen razón; es una barbaridad”. Sin embargo, esa gente paga todos los días un impuesto equivalente a las retenciones. Lo hace cuando va al supermercado o al banco. El IVA y el impuesto al cheque no distinguen la capacidad distributiva de los contribuyentes: todos pagan lo mismo. <br />Nadie (al menos por ahora) corta rutas o calles para que baje el IVA o desparezca el impuesto al cheque. Pero aquellos que pagan estos impuestos salieron a hacer sonar cacerolas para demostrar solidaridad con el campo, sin advertir que, en realidad, esta crisis demostró la irracionalidad del sistema tributario argentino.<br />Se trata de un sistema que castiga a quien produce y exporta, a quien opera en blanco y a quien –teniendo menor capacidad adquisitiva– consume con esfuerzo.<br />Es, además, un sistema propio de un país unitario; no del país federal que, según la Constitución, es la Argentina. Esta contradicción viene de lejos.</p><p><strong>Impuesto a la exportación</strong></p><p>Las retenciones han sido justificadas desde dos puntos de vista:<br />Cuando el dólar pasó a valer 3 pesos, los exportadores obtuvieron, de la noche a la mañana, un aumento de 300% en sus ingresos. Esto ocurría cuando, por efecto de la misma devaluación súbita, gran cantidad de argentinos sufría penurias. Era justo, entonces, tomar una parte de la ganancia extraordinaria de los exportadores para destinarla al gasto social del sector público. Se trataba de una medida de emergencia, inspirada en un afán de justicia. Mercado estuvo entonces entre quienes la consideraron razonable. Una vez superada la crisis, caído drásticamente el desempleo y recompuesta la situación social, cabría reducir las alícuotas de las retenciones, y convertir a este impuesto en un anticipo de Ganancias; o en una tasa que financie el desarrollo de la infraestructura rural y portuaria.<br />2- El economista Paul Krugman señaló que, en el contexto de un alza mundial del precio de los alimentos, “países abastecedores, desde Ucrania hasta la Argentina, han limitado sus exportaciones en un intento de proteger a los consumidores locales”. La referencia de Krugman muestra que la Argentina no es el único país que desea tener un mercado interno abastecido, a precios razonables, antes de aprovechar las ventajas que ofrece el mercado mundial de commodities. A juicio de Krugman, esto no es coyuntural. Él cree que la era de los alimentos baratos se ha ido para siempre: millones de chinos están comiendo carne por primera vez, y hace falta 700 calorías de cereales para producir 100 calorías de carne. Por otro lado, el cambio climático está afectando cosechas. Todo esto hace pensar que los países productores de alimentos deberán hacer un balance que les permita aprovechar las nuevas oportunidades sin hambrear a sus propios pueblos. Este argumento, que en algunos casos podría justificar las retenciones, no tiene valor en el caso de la soja: un producto que no integra la dieta de los argentinos (ver “El caso de Ucrania”).<br /></p>

<p>Después de tres horas de negociaciones, primó la cautela por ambas partes. Los funcionarios que participaron de la reunión anunciaron un paquete de medidas de indudables beneficios para algunas de las actividades agrícolas. Las medidas propuestas tienen un costo fiscal de $ 1.300 millones. Pero la ministra de la Producción, Débora Giorgi  ratificó que no habrá modificaciones en el tema de retenciones a las exportaciones de soja, girasol, trigo y maíz. <br /><br />Entre las medidas dadas a conocer figuran la baja en las retenciones lácteas, a las economías regionales, subsidios a las carnes, millones para subsidios en zonas afectadas por la sequía y ampliación de los subsidios al gasoil.<br />Por su parte los dirigentes de la Mesa de Enlace fueron extraordinariamente cautos. Dijeron que comenzaba un proceso de negociación –se pasó a cuarto intermedio hasta la semana próxima – donde se advertían otro tono en la relación y donde hubo anuncios que se valoran.<br /><br />Sin embargo, admitieron, eso no significa estar conforme. El tema centra, retenciones en especial a la soja, no se pudo tocar.<br />Tras más de tres horas de reunión con el Gobierno, los dirigentes de la Comisión de Enlace anunciaron acuerdos parciales en trigo, lechería y carne. Además, dijeron que los funcionarios evitaron hablar de las retenciones a la soja. <br />Según el tono y el espíritu que domine las próximas declaraciones que se conozcan, así será seguramente el desenlace y la tónica de la relación para los próximos días.<br /><br />Como telón de fondo, además de la sequía, restricciones y las famosas retenciones, el escenario global aporta lo suyo. De un lado, hasta dónde caerá el precio de los productos básicos que exporta el país.<br />Del otro, aún avanzando en los numerosos temas pendientes, como se puede destrabar el crítico punto de las retenciones móviles.<br /><br /><strong>¿Hasta dónde caerá el precio de los commodities?</strong> <br /><br />Es evidente que el desplome del valor de los productos básicos en el marco de una crisis económica-financiera internacional sin precedentes ha puesto al país en vilo, dada la fuerte incidencia de los ingresos generados por las exportaciones agroalimentarias y otros productos primarios en las cuentas fiscales del país. <br />En ese contexto, más que contar las pérdidas potenciales respecto a los valores excepcionales que presentaban los granos hasta comienzos de julio pasado, la pregunta obligada es hasta qué punto seguirán cayendo.<br />La lectura del mercado de commodities ofrece al menos dos planos de análisis: uno, referido a la evolución de la oferta y demanda como tal; y el otro, enfocado específicamente en los precios.<br />En el primer plano, es sabido que los granos representan bienes indispensables para la alimentación de la población. Aunque resulte una obviedad, la relación siempre estrecha entre una producción mundial limitada y una demanda que no puede darse el lujo de no comer coloca a los agroalimentos en una situación privilegiada respecto a otros segmentos de la actividad. <br />En un escenario de crisis global, es lógico que el consumo se retraiga (en especial en los alimentos de mayor valor energético y la producción de derivados, como los biocombustibles), lo que a su vez repercute negativamente en los precios. Una vez digeridos los nuevos precios, la relación oferta/demanda de granos tenderá a estabilizarse y los agricultores podrán vender toda su producción, algo que no se puede decir de otras actividades, como la industria automotriz o el sector financiero, por ejemplo.</p>

En todo caso, la Argentina tiene retenciones que parecen haber excedido su propósito original –hacer frente a una emergencia– y van más allá de la necesidad de proteger al mercado interno.<br />
Se han convertido, simplemente, en una fuente de ingreso fiscal fácil.<br />
Los expertos discuten sobre la naturaleza jurídica de este impuesto.<br />
Para unos, las retenciones son derechos aduaneros. Sin embargo, no se aplican al valor de las transacciones sino a una serie de precios índices, establecidos por el Estado. <br />
Para otros, son impuestos a la liquidación de divisas. Pero varían según el tipo de exportación.<br />
Hay quienes sostienen que estamos ante un “superimpuesto a los ingresos brutos”, ya que no grava la utilidad sino el precio.<br />
Cualquiera sea su naturaleza jurídica, no hay duda de que las retenciones –con estas alícuotas y destino de la recaudación– están empezando a afectar la competitividad.
<p><strong>El peligro de perder competitividad</strong></p>
<p>Haciendo a un lado las anécdotas y las discusiones académicas, hay algo que merece ser tenido en cuenta: las retenciones se van convirtiendo, poco a poco, en una variante de la tablita, o de la convertibilidad. <br />
En el mundo, la inflación se controla con política fiscal o monetaria. En la Argentina hay una peligrosa tendencia a controlarla con política cambiaria. Haciendo que todo exportador (en el caso de la tablita, la convertibilidad o las retenciones) reciba menos pesos de lo que debería, se espera que deje más productos en el mercado interno. A la vez, los importadores (en el caso de la tablita o la convertibilidad) pueden introducir productos extranjeros a bajo costo. Todo esto aumenta la oferta de bienes y baja los precios; pero a expensas de la industria argentina y el empleo. Este efecto aún no se ha notado en el caso de las retenciones por los altos precios de las materias primas, pero se pondría de manifiesto si esos precios descendieran y no hubiera un rápido ajuste de los impuestos a la exportación.<br />
La Argentina se queja de Estados Unidos y Europa porque subsidian a sus agricultores; pero la propia Argentina los subsidia (a ellos, a los agricultores estadounidenses y europeos) imponiendo, mediante las retenciones, un sobrecosto a la agricultura nacional.</p>
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<p>Despu&eacute;s de tres horas de negociaciones, prim&oacute; la cautela por ambas partes. Los funcionarios que participaron de la reuni&oacute;n anunciaron un paquete de medidas de indudables beneficios para algunas de las actividades agr&iacute;colas. Las medidas propuestas tienen un costo fiscal de $ 1.300 millones. Pero la ministra de la Producci&oacute;n, D&eacute;bora Giorgi&nbsp; ratific&oacute; que no habr&aacute; modificaciones en el tema de retenciones a las exportaciones de soja, girasol, trigo y ma&iacute;z. <br />
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Entre las medidas dadas a conocer figuran la baja en las retenciones l&aacute;cteas, a las econom&iacute;as regionales, subsidios a las carnes, millones para subsidios en zonas afectadas por la sequ&iacute;a y ampliaci&oacute;n de los subsidios al gasoil.<br />
Por su parte los dirigentes de la Mesa de Enlace fueron extraordinariamente cautos. Dijeron que comenzaba un proceso de negociaci&oacute;n &ndash;se pas&oacute; a cuarto intermedio hasta la semana pr&oacute;xima &ndash; donde se advert&iacute;an otro tono en la relaci&oacute;n y donde hubo anuncios que se valoran.<br />
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Sin embargo, admitieron, eso no significa estar conforme. El tema centra, retenciones en especial a la soja, no se pudo tocar.<br />
Tras m&aacute;s de tres horas de reuni&oacute;n con el Gobierno, los dirigentes de la Comisi&oacute;n de Enlace anunciaron acuerdos parciales en trigo, lecher&iacute;a y carne. Adem&aacute;s, dijeron que los funcionarios evitaron hablar de las retenciones a la soja. <br />
Seg&uacute;n el tono y el esp&iacute;ritu que domine las pr&oacute;ximas declaraciones que se conozcan, as&iacute; ser&aacute; seguramente el desenlace y la t&oacute;nica de la relaci&oacute;n para los pr&oacute;ximos d&iacute;as.<br />
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Como tel&oacute;n de fondo, adem&aacute;s de la sequ&iacute;a, restricciones y las famosas retenciones, el escenario global aporta lo suyo. De un lado, hasta d&oacute;nde caer&aacute; el precio de los productos b&aacute;sicos que exporta el pa&iacute;s.<br />
Del otro, a&uacute;n avanzando en los numerosos temas pendientes, como se puede destrabar el cr&iacute;tico punto de las retenciones m&oacute;viles.<br />
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<strong>&iquest;Hasta d&oacute;nde caer&aacute; el precio de los commodities?</strong> <br />
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Es evidente que el desplome del valor de los productos b&aacute;sicos en el marco de una crisis econ&oacute;mica-financiera internacional sin precedentes ha puesto al pa&iacute;s en vilo, dada la fuerte incidencia de los ingresos generados por las exportaciones agroalimentarias y otros productos primarios en las cuentas fiscales del pa&iacute;s. <br />
<br />
En ese contexto, m&aacute;s que contar las p&eacute;rdidas potenciales respecto a los valores excepcionales que presentaban los granos hasta comienzos de julio pasado, la pregunta obligada es hasta qu&eacute; punto seguir&aacute;n cayendo.<br />
La lectura del mercado de commodities ofrece al menos dos planos de an&aacute;lisis: uno, referido a la evoluci&oacute;n de la oferta y demanda como tal; y el otro, enfocado espec&iacute;ficamente en los precios.<br />
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En el primer plano, es sabido que los granos representan bienes indispensables para la alimentaci&oacute;n de la poblaci&oacute;n. Aunque resulte una obviedad, la relaci&oacute;n siempre estrecha entre una producci&oacute;n mundial limitada y una demanda que no puede darse el lujo de no comer coloca a los agroalimentos en una situaci&oacute;n privilegiada respecto a otros segmentos de la actividad. <br />
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En un escenario de crisis global, es l&oacute;gico que el consumo se retraiga (en especial en los alimentos de mayor valor energ&eacute;tico y la producci&oacute;n de derivados, como los biocombustibles), lo que a su vez repercute negativamente en los precios. Una vez digeridos los nuevos precios, la relaci&oacute;n oferta/demanda de granos tender&aacute; a estabilizarse y los agricultores podr&aacute;n vender toda su producci&oacute;n, algo que no se puede decir de otras actividades, como la industria automotriz o el sector financiero, por ejemplo.</p>
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<p><strong>Las cuatro patas de los precios</strong></p><p>En el plano de los precios, cualquier análisis de las cotizaciones futuras debe partir de una lectura correcta de la fase anterior. La realidad es que las cotizaciones excepcionales de los granos se asentaban, al menos, sobre cuatro patas.<br />La primera era el incremento de la demanda mundial de alimentos, motorizado en gran medida por las mejoras en las pautas de consumo de países del sudeste asiático. <br />En una línea paralela, el auge de los biocombustibles se traducía en una demanda adicional de granos. Por caso, sólo en Estados Unidos la industria del etanol preveía “comerse” 100 millones de toneladas de maíz durante el actual ciclo (más que toda la producción agrícola argentina).<br />Una tercera pata del boom de cotizaciones surgía de la depreciación del dólar. Hasta noviembre de 2007, los granos acumulaban un alza de 60% en dólares, pero sólo 5% en euros. Dicho en otras palabras, hasta ese momento las pizarras expresaban, más que un incremento de los granos, una pérdida de valor de la moneda de referencia.<br />A esos tres factores, desde septiembre de 2007 se sumó la crisis subprime de las hipotecas en Estados Unidos. El desplome inmobiliario movió grandes volúmenes de fondos especulativos hacia posiciones aparentemente más seguras, como el petróleo, los metales y los granos, catapultando las cotizaciones, que en siete meses prácticamente duplicaron su valor en dólares. <br />Con esas cuatro “patas” bien consolidadas, la mesa estaba servida para el crecimiento explosivo de los commodities. </p><p><strong>La única pata restante</strong></p><p>Pero la realidad cambió drásticamente en los últimos tres meses y hoy se puede decir que la única “pata” que queda efectivamente en pie es la de la demanda de granos para alimentos (claro está, algo diezmada por los efectos de la crisis económica en el consumo planetario y la pérdida de poder adquisitivo de los principales países consumidores).<br />En cuanto a la valuación relativa del dólar en el mundo, es una incógnita lo que pueda pasar a largo plazo. Por lo pronto, la moneda estadounidense ha sido tomada en la coyuntura actual como valor de resguardo, lo que se tradujo en un fuerte desplome de otras monedas. A mayor valor relativo del dólar, es lógico que las cotizaciones de granos nominadas en esa moneda se retraigan de manera proporcional.<br />En lo que respecta a los fondos especulativos, así como su llegada masiva a los mercados motorizó el auge de los precios, su retirada en desbande hacia opciones consideradas de menos riesgo (como los bonos de corto plazo del Tesoro de EE.UU., el dólar o el oro) fundamenta buena parte del desplome de los últimos meses.<br /> En todo caso, lo más positivo para el negocio de los commodities agrícolas es que, aun en las malas, el horizonte sigue mostrando un piso de demanda generado por una población mundial que crece y que no puede dejar de comer. Suena a poco luego de los meses de euforia vividos recientemente, pero en un contexto de caída vertical, tener un piso sobre el cual hacer pie es un “lujo” que hoy por hoy no se puede dar buena parte del resto de los sectores de la economía. </p>

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