Mientras el Vaticano la defiende, la UE se endurece ante Turquía

Abandonando de pronto la línea antiotomana del polaco Karol Wojtyla, Josef Ratzinger apoya el ingreso de Angora a la Unión Europea. Justo mientras Bruselas insiste en condicionar todo a Chipre.

28 noviembre, 2006

“Sería imprudente cerrarle la puerta a Turquía”, sostiene el Vaticano, tras saberse que los cancilleres de la UE –se reúnen el 11 de diciembre- congelarán negociaciones, a menos que Angora ceda a los planteos de Chipre, cuya parte helénica fue incorporada en 2005 a la UE con llamativa prisa.

Tras Nicosia opera Atenas pero, sospechan medios alemanes, es Gran Bretaña la fuente real de trabas, pues desea mantener una especie de tutela sobre la isla de accidentada historia. Tampoco Israel ve con simpatía la eventual incorporación de Turquía, a menos mientras la gobierne el partido islámico. Lo paradójico es que ahora tampoco Angora parece muy entusiasmada con entrar a la UE.

Resta a los cancilleres decidir un matiz: congelar las negociaciones “in toto” o sólo los trece capítulos atinentes a la unión aduanera. Según el finés Olli Rehn, “las tratativas no quedarán bloqueadas, sino demoradas en algunas materias” (à bon entendeur…). Por cierto, la cuestión turca divide tanto a los veinticinco miembros de la UE –pronto serán veintisiete- cuanto a la propia Comisión Europea, que preside –es un decir- el portugués José Manuel Durão Barroso.

Las negociaciones formales empezaron en octubre de 2005. Desde entonces se hallan en debate 34 capítulos, desde economía hasta justicia y, en particular, la situación de Chipre (dos tercios en manos de Nicosia, un tercio en manos turcas desde 1974) y los derechos civiles. Curiosamente, Rumania y Bulgaria –donde florecen la corrupción y el delito organizado- han sido admitidas velozmente e ingresan en enero. No obstante, la economía turca es más desarrolla y diversa que las de ambos países balcánicos.

Angora, entretanto, parece hoy poco interesada en entrar. Hace pocos meses, el primer ministro Tayyip Recep Erdögan exigió una condición inaceptable para Bruselas: levantar el embargo sobre la Chipre turca. Además, subsiste otro tema espinoso, cifrado en la renuncia otomana a aceptar responsabilidades por masacres de armenios y kurdos ocurridas en el siglo XX. Hay un detalle favorable a los griegos: Chipre fue evacuada por los británicos y se independizó en 1960, pero la ocupación turca sucedió recién catorce años después.

“Sería imprudente cerrarle la puerta a Turquía”, sostiene el Vaticano, tras saberse que los cancilleres de la UE –se reúnen el 11 de diciembre- congelarán negociaciones, a menos que Angora ceda a los planteos de Chipre, cuya parte helénica fue incorporada en 2005 a la UE con llamativa prisa.

Tras Nicosia opera Atenas pero, sospechan medios alemanes, es Gran Bretaña la fuente real de trabas, pues desea mantener una especie de tutela sobre la isla de accidentada historia. Tampoco Israel ve con simpatía la eventual incorporación de Turquía, a menos mientras la gobierne el partido islámico. Lo paradójico es que ahora tampoco Angora parece muy entusiasmada con entrar a la UE.

Resta a los cancilleres decidir un matiz: congelar las negociaciones “in toto” o sólo los trece capítulos atinentes a la unión aduanera. Según el finés Olli Rehn, “las tratativas no quedarán bloqueadas, sino demoradas en algunas materias” (à bon entendeur…). Por cierto, la cuestión turca divide tanto a los veinticinco miembros de la UE –pronto serán veintisiete- cuanto a la propia Comisión Europea, que preside –es un decir- el portugués José Manuel Durão Barroso.

Las negociaciones formales empezaron en octubre de 2005. Desde entonces se hallan en debate 34 capítulos, desde economía hasta justicia y, en particular, la situación de Chipre (dos tercios en manos de Nicosia, un tercio en manos turcas desde 1974) y los derechos civiles. Curiosamente, Rumania y Bulgaria –donde florecen la corrupción y el delito organizado- han sido admitidas velozmente e ingresan en enero. No obstante, la economía turca es más desarrolla y diversa que las de ambos países balcánicos.

Angora, entretanto, parece hoy poco interesada en entrar. Hace pocos meses, el primer ministro Tayyip Recep Erdögan exigió una condición inaceptable para Bruselas: levantar el embargo sobre la Chipre turca. Además, subsiste otro tema espinoso, cifrado en la renuncia otomana a aceptar responsabilidades por masacres de armenios y kurdos ocurridas en el siglo XX. Hay un detalle favorable a los griegos: Chipre fue evacuada por los británicos y se independizó en 1960, pero la ocupación turca sucedió recién catorce años después.

Compartir:
Notas Relacionadas

Suscripción Digital

Suscríbase a Mercado y reciba todos los meses la mas completa información sobre Economía, Negocios, Tecnología, Managment y más.

Suscribirse Archivo Ver todos los planes

Newsletter


Reciba todas las novedades de la Revista Mercado en su email.

Reciba todas las novedades