Microsoft, Google, Netscape y Amazon en pos de una megaburbuja

Google se acerca a Wall Street. Pero el supermotor de búsquedas ignora aún si Microsoft será aliado o competidor. Y Silicon Valley quiere repetir la loca burbuja de los 90, mientras Netscape observa.

4 noviembre, 2003

Varios intermediarios en Manhattan quieren seducir a Google. También lo intenta Microsoft. Entretanto, Google acaba de reunirse con banqueros y otros expertos, con vistas a convertirse en compañía “pública”. Es decir, que cotiza acciones en el mercado.

La verdadera sorpresa surgió justamente en esos contactos: la firma no descarta una alianza o, directamente, una fusión con Microsoft. Pero la verdad es que la empresa de William Gates –ávida por ingresar en una verdadera “máquina publicitaria”- se había acercado ya a Google (en septiembre) con una propuesta de compra no hostil.

En ese momento, Google señaló que prefería una oferta pública inicial (OPI) de acciones. Lo malo es que la OPI y la subsiguiente entrada del superbuscador en bolsa puede “aspirar” fondos que hoy necesitan tanto Microsoft como otras grandes de Silicon Valley. Este grupo pretende repetir la loca burbuja de 1998-2000.

Un poco mesmerizadas por la serie de burbujas vivida en Wall Street desde junio, las tecnológicas y cibernéticas se aprestan a aprovechar el regreso de los inversores a segmentos representados por los paneles Nasdaq. Pero Google –que planea estar en bolsa a mediados de 2004- podría interponerse y absorber capitales eventualmente disponibles.

Hasta ahora, los ejecutivos de ambas empresas no abren la boca. Conducta difícil de mantener para Google, por su propio origen: la fundaron (1998) dos graduados en computación de Stanford. Ergo, su interna es informal, horizontal y muy locuaz.

El frenesí en Silicon Valley recuerda el caso de Netscape, un emprendedor cuya irrupción en Wall Street (1995) inició, dos años después, la prodigiosa burbuja puntocom que acabó en el desastre de 2000/1. Por entonces, el recienvenido era una amenaza a Microsoft y su Internet Explorer.

Gates reaccionó incorporando IE como anexo gratuito a los sistemas operativos Windows. Eso le recortó las alas a Netscape. Pero Google es otro cantar, pues su OPI podría movilizar de US$ 15.000 a 25.000 millones. Además, la compañía contempla instrumentar esa OPI mediante el sistema llamado “remate holandés”, que prescinde de intermediarios y ofrece acciones directamente a inversores. Esta opción libraría al lanzamiento de bancas, firmas de valores y sus analistas, salpicados por recientes escándalos y conflictos de intereses. Al mismo tiempo, Google contaría con una vasta masa de pequeños accionistas.

Este método seduce a los fundadores, Serge Brin y Lawrence Page. No obstante, algunos medios especializados estiman que, finalmente, Google optará por una salida mixta: OPI convencional y subasta por Internet.

Sea como fuere, hay interesados de peso. Entre ellos, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Crédit Suisse First Boston, Citigroup y JP Morgan Chase. Pero Google ve con aprehensiones los nexos entre GS, Microsoft y Yahoo!, su rival más cercano. Aparte, mientras éste compraba Overture (proveedor de avisos para buscadores), Amazon.com proyectaba meterse en el negocio.

El ingreso de Microsoft al mercado de buscadores podría reducir la capitalización bursátil del futuro paquete Google. Especialmente si Gates incorpora funciones de búsqueda a su inminente sistema operativo Longhorn. Aunque ello pudiera reactivar la pelea con Netscape, que ya llevó a procesos judiciales contra Microsoft por prácticas monopólicas.

Silicon Valley vive su propia polémica. Allegados a Sequoia Capital y Kleiner Perkins Caufield & Byers –principales inversoras en Google- ven con inquietud el cronograma de la OPI. ¿Por qué? Porque esos fondos especulan con iniciar una burbuja como la de los 90.

Varios intermediarios en Manhattan quieren seducir a Google. También lo intenta Microsoft. Entretanto, Google acaba de reunirse con banqueros y otros expertos, con vistas a convertirse en compañía “pública”. Es decir, que cotiza acciones en el mercado.

La verdadera sorpresa surgió justamente en esos contactos: la firma no descarta una alianza o, directamente, una fusión con Microsoft. Pero la verdad es que la empresa de William Gates –ávida por ingresar en una verdadera “máquina publicitaria”- se había acercado ya a Google (en septiembre) con una propuesta de compra no hostil.

En ese momento, Google señaló que prefería una oferta pública inicial (OPI) de acciones. Lo malo es que la OPI y la subsiguiente entrada del superbuscador en bolsa puede “aspirar” fondos que hoy necesitan tanto Microsoft como otras grandes de Silicon Valley. Este grupo pretende repetir la loca burbuja de 1998-2000.

Un poco mesmerizadas por la serie de burbujas vivida en Wall Street desde junio, las tecnológicas y cibernéticas se aprestan a aprovechar el regreso de los inversores a segmentos representados por los paneles Nasdaq. Pero Google –que planea estar en bolsa a mediados de 2004- podría interponerse y absorber capitales eventualmente disponibles.

Hasta ahora, los ejecutivos de ambas empresas no abren la boca. Conducta difícil de mantener para Google, por su propio origen: la fundaron (1998) dos graduados en computación de Stanford. Ergo, su interna es informal, horizontal y muy locuaz.

El frenesí en Silicon Valley recuerda el caso de Netscape, un emprendedor cuya irrupción en Wall Street (1995) inició, dos años después, la prodigiosa burbuja puntocom que acabó en el desastre de 2000/1. Por entonces, el recienvenido era una amenaza a Microsoft y su Internet Explorer.

Gates reaccionó incorporando IE como anexo gratuito a los sistemas operativos Windows. Eso le recortó las alas a Netscape. Pero Google es otro cantar, pues su OPI podría movilizar de US$ 15.000 a 25.000 millones. Además, la compañía contempla instrumentar esa OPI mediante el sistema llamado “remate holandés”, que prescinde de intermediarios y ofrece acciones directamente a inversores. Esta opción libraría al lanzamiento de bancas, firmas de valores y sus analistas, salpicados por recientes escándalos y conflictos de intereses. Al mismo tiempo, Google contaría con una vasta masa de pequeños accionistas.

Este método seduce a los fundadores, Serge Brin y Lawrence Page. No obstante, algunos medios especializados estiman que, finalmente, Google optará por una salida mixta: OPI convencional y subasta por Internet.

Sea como fuere, hay interesados de peso. Entre ellos, Goldman Sachs, Morgan Stanley, Crédit Suisse First Boston, Citigroup y JP Morgan Chase. Pero Google ve con aprehensiones los nexos entre GS, Microsoft y Yahoo!, su rival más cercano. Aparte, mientras éste compraba Overture (proveedor de avisos para buscadores), Amazon.com proyectaba meterse en el negocio.

El ingreso de Microsoft al mercado de buscadores podría reducir la capitalización bursátil del futuro paquete Google. Especialmente si Gates incorpora funciones de búsqueda a su inminente sistema operativo Longhorn. Aunque ello pudiera reactivar la pelea con Netscape, que ya llevó a procesos judiciales contra Microsoft por prácticas monopólicas.

Silicon Valley vive su propia polémica. Allegados a Sequoia Capital y Kleiner Perkins Caufield & Byers –principales inversoras en Google- ven con inquietud el cronograma de la OPI. ¿Por qué? Porque esos fondos especulan con iniciar una burbuja como la de los 90.

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