Las negociaciones por un TLC ente el Mercosur y la Unión Europea podrían generar un hito en nuestros movimientos institucionales internacionales, lo cual no debería hacer al país abandonar acciones para generar mejores vinculaciones institucionales con los países de la Alianza del Pacífico y con países asiáticos, que muestran hoy la principal oportunidad para el incremento comercial argentino, señala en su último informe Desarrollo de negocios Internacionales (DNI).
Después de un tiempo en el que se resistía a avanzar en la materia pese a que sus socios sí lo hacían, Argentina, en los últimos días, ha reasumido un rol activo dentro del Mercosur en relación a la generación de una propuesta común del mismo bloque para la negociación de un posible Tratado de Libre Comercio con la Unión Europea. Esto ha permitido -finalmente y después de diversas instancias no exitosas anteriores- al Mercosur tener una propuesta común y dar el paso necesario para comenzar las discusiones respectivas.
Lo expuesto implica un cambio de gran relevancia en la posición del país en relación a lo que en los últimos años Argentina ha venido mostrando: una posición poco propicia a la apertura comercial en general, sostiene el director de DNI, Marcelo Elizondo.
Abarca tal reticencia desde la inexistencia de procesos negociatorios con otros países (bilaterales o dentro del pacto referido con los vecinos de Sudamérica) para la apertura comercial, hasta la implementación de barreras proteccionistas que distorsionaron flujos comerciales en general o afectaron incluso lo que acuerdos existentes preveían, en flagrante violación de la legislación comercial internacional.
La Argentina es un país con poca propensión histórica a la apertura, lo que la ha llevado a no aprovechar oportunidades de inserción internacional que hubiesen generado mejores y mayores procesos de inversión, comercio, calificación de la producción, generación de empleo en sectores productivos transables, mayores exportaciones e importaciones y, en general, progreso económico, afirma el especialista.
El nuestro es claramente, en su historia económica moderna, un país que en algunos momentos específicos ha iniciado procesos integrativos (el Mercosur es el máximo ejemplo), pero que no ha mantenido una política estable de relacionamiento exitoso en la apertura de mercados y la inserción productiva; como sí lo han hecho (y lo están haciendo) algunos vecinos en Latinoamérica.
Entre otros efectos, los procesos de institucionalización de apertura a través de acuerdos internacionales permiten eliminar barreras que afecten o mermen el comercio, promover las condiciones para una competencia justa, incrementar las oportunidades (y los flujos) de inversión, proporcionar una protección efectiva a los derechos de propiedad intelectual, establecer procesos de estímulo en sectores competitivos para la estimulación de la producción nacional, mejorar la productividad sistémica, fomentar la cooperación entre países amigos o generar procesos adecuados de soluciones de controversias
Barreras
Más allá de la discusión que puede efectuarse sobe la reducción de las barreras al comercio que se produzca a nivel global a través del avance de las negociaciones en la OMC (o que podría considerarse el objetivo más ambicioso y “de máxima” y que resultaría el medio más adecuado para generar más sanos procesos de desarrollo del comercio y las inversiones), en el mundo hoy son los TLC los que permiten de modo estructural ampliar mercados y mejorar condiciones productivas y comerciales más allá de las fronteras.
El nuestro es un país con poco avance en la firma de TLC, que es el medio más reconocido de apertura.
Si se analiza la firma de APA, y también si se consideran las cantidades de socios que surgen de los acuerdos también se concluye que Argentina es un país con una débil (mediocre) trayectoria en la materia.
Hay diversos medios para obtener acuerdos internaciones entre países a efectos de mejorar y aumentar el comercio entre ellos.
Según ALADI, uno de ellos es la firma de tratados de libre comercio conocidos por sus siglas “TLC” (como el que se pretende firmar en este tiempo entre el Mercosur y la Unión Europea).
Un tratado de libre comercio (TLC) es un acuerdo comercial vinculante que suscriben dos o más países para acordar la concesión de profundas preferencias arancelarias mutuas y la reducción de barreras no arancelarias al comercio de bienes y servicios.
A fin de profundizar la integración económica de los países firmantes, un TLC puede incorporar además de los asuntos referidos al acceso a nuevos mercados, otros aspectos normativos relacionados al comercio como propiedad intelectual, inversiones, políticas de competencia, servicios financieros, telecomunicaciones, comercio electrónico, asuntos laborales, disposiciones medioambientales y mecanismos de defensa comercial y de solución de controversias. Los TLC tienen un plazo indefinido, es decir, permanecen vigentes a lo largo del tiempo por lo que tienen carácter de perpetuidad.
Otra vía, menos ambiciosa porque solo reduce límites arancelarios de modo parcial y en ciertos rubros puntuales y no avanza hacia la conformación de un auténtico mercado integrado, es la firma de los llamados acuerdos de preferencias arancelarias. Estos consisten en un acuerdo celebrado entre países para una reducción porcentual (en general menor que en los TLC, y con un alcance a menos productos) de los gravámenes aplicables a las importaciones desde terceros países, que los países miembros se otorgan recíprocamente sobre las importaciones de productos originarios de sus respectivos territorios.
Argentina, fuera del listado de países con más acuerdos comerciales
Los países y sus socios
Según ECLAC (CEPAL) la Argentina cuenta con 12 países/mercados socios comerciales a los que accede de modo preferente gracias a de acuerdos internacionales de apertura comercial recíproca.
En Latinoamérica, puede hacerse una clasificación de tres tipos de países en relación a su asociativismo comercial internacional.
Por un lado, hay países con alto grado de asociación comercial (cuentan con numerosos acuerdos de libre comercio o preferencias arancelarias, que les permiten acceder a un número importante de países socios), por otro lado hay países con nivel medio en la materia, y finalmente existen también países con bajo grado de asociación internacional.
Así, en Latinoamérica, si se consideran las principales economías (países) y se analiza a cuántos mercados acceden esos países respectivos gracias a acuerdos comerciales, se descubre que claramente forman parte del conjunto de países con alto grado de asociación comercial internacional -porque tienen más socios o países a los que acceden con menores restricciones gracias a acuerdos comerciales internacionales relevantes y generan por ello mejor apertura para el acceso a esos mercados-: Chile (con 56 socios), México (con 50), Colombia (con 35 socios), Venezuela (que cuenta con 29) y Perú (con 15 socios).
A la vez tienen desde esta perspectiva un nivel medio de asociación internacional Argentina (cuenta con 12 socios surgidos de acuerdos de asociación comercial), Brasil, con una situación similar (11 socios) y también Uruguay, que cuenta con una cifra de socios parecida (11).
Y forman parte del conjunto de bajo grado de asociación comercial internacional (porque tienen menos socios): Bolivia (6 países socios), Ecuador (7 países socios) y Paraguay (9 países socios)
Los TLC firmados
Pero para calificar las políticas estratégicas de los países hay otro modo de hacer este análisis. Esto es, se puede evaluar, en lugar de considerarse la cantidad de países (que en verdad pueden ser de mayor o menor dimensión cada uno en sí mismos) que conceden asociación comercial internacional permitiendo apertura de sus mercados, la cantidad de tratados o pactos (instrumentos jurídicos internacionales) firmados por cada país. Esto, además, puede conceder mejores explicaciones a la hora de analizar la estrategia del país, la permanencia en las políticas de internacionalidad de la economía, las condiciones de productividad, las políticas de competencia, las tasas de inversión, la evolución del comercio o los resultados cambiarios.
En esta línea, puede efectuarse una referencia por un lado a los acuerdos de libre comercio firmados -o sus similares- por los países (en la medida en que éstos son una manifestación de estrategias, políticas permanentes y signos de la vocación internacional del país, que conceden reputación ante los actores económicos), y también por el otro lado a los (menos ambiciosos) acuerdos de preferencias arancelarias firmados por los países.
En relación a los acuerdos de libre comercio, según registros de CEPAL, en nuestra región es Chile quien más ha firmado TLC, con un número de 16; el cual es seguido en la materia por México, con 13; Perú con 10; Uruguay y Colombia con 5; Brasil, Argentina y Paraguay con 4; Bolivia con 2 y Venezuela y Ecuador con ninguno celebrado.
Este (el de los TLC) es el ámbito que mejor refleja el grado de apertura de los países y en el que se evidencia la política externa argentina e varios lustros.
La institucionalidad estructural de la apertura, la vocación permanente de integración, la previdibilidad para los actores económicos, la incremental reputación económica consecuente todoello resulta propio de la firma de los TLC para los pasíes.
Siendo este el principal elemento de evaluación de la apertura institucionalizada de los países en materia económica y comercial, resulta claro que Argentina es un país con poca trayectoria en procesos de integración.
En este plano es plenamente destacable lo avanzado de las políticas de apertura de Chile, México o Perú; es observable una trayectoria intermedia Uruguay o Colombia; se advierte que quedan en un lugar de mediocre avance Argentina, Brasil y Paraguay, resulta claro que es pobre lo avanzado por Bolivia, y definitivamente aparecen como refractarios a estos procesos Venezuela y Ecuador.
Preferencias arancelarias
Si a lo antes expuesto le sumamos el análisis de los “APA”, acuerdos de preferencias arancelarias (de menor amplitud comercial que los de libre comercio y ciertas en ocasiones cuestionados porque en muchos casos distorsionan las bases productivas y comerciales y en lugar de generar más competitividad sistémica generan nichos de sostenimiento de ineficiencias encadenadas) que han sido celebrados independientemente de los TLC ya referidos; las listas oficiales muestran que Venezuela ha firmado 10, Colombia y Argentina 6, Brasil 5, Chile Ecuador Uruguay y México 4, Paraguay 3, Perú y Bolivia, 1