Mervyn King, el banco de Inglaterra y una crisis de confianza

El poderoso y ortodoxo presidente del emisor británico ya no puede soslayar la crisis hipotecaria ni la ola de iliquidez financiera global. Ahora, el cimbronazo llega al banco de Inglaterra, reducto de mercantilismo decimonónico.

18 septiembre, 2007

El miércoles 12, un impertérrito King sostenía ante los parlamentarios que “los bancos centrales deben evitar dar la impresión de que rescatan a quienes han adoptado malas decisiones”. Dos días después, el BdeI entregaba fondos de emergencia a la banca inmobiliaria Northern Rock. Era el mayor salvataje de una entidad financiera en treinta años.

“Esto es una crisis de confianza y el BdeI se halla desorientado”, sostiene Patrick Minford (universidad de Cardiff), asesor financiero de la ex primera ministra Margaret Thatcher. “King no quisiera poner las manos en el pastel, pero ya no puede mantenerse al margen. Por otra parte, ha manejado mal la situación”.

Obviamente, la fiabilidad de King está hoy en tela de juicio. Su error: esperar demasiado sólo para no imitar a otros emisores e intervenir a tiempo. “No nos engañemos. (Edward) George habría hecho lo mismo”, apuntaba Joseph Stiglitz. La crisis de NR coloca a King a la par de Benjamin Bernanke, pues también al jefe de la Reserva Federal se le critican excesos de cautela.

“Si el BdeI hubiese actuado antes, Northern Rocck no habría llegado a su presente descalabro”, afirmaba Stephen Bell, analista principal en el fondo de cobertura GLC (Londres). “Suponer que un emisor no puede hacer nada es una gran equivocación o una muestra de ideas anacrónicas”.

Proveniente de la archiconservadora Escuela de economía de Londres, King termina su mandato al frente del BdeI el próximo 30 de junio. Como Jean-Claude Trichet (Banco central europeo) y Bernanke, empezó subestimando los riesgos de la crisis hipotecaria norteamericana y su proyección en forma de iliquidez internacional. Ambos factores amenazan enterrar por fin la globalización financiera, si no la carrera misma de King.

El presidente del emisor británico dejó, al final, que los mercados le torcieran el brazo. “¿Era preciso aferrarse a un rígido formalismo hasta que fue demasiado tarde?”, se preguntaba James Knightley, analista de ING Financial. “Esa moralina resultó contraproducente”. En cuanto a King, esta ola de críticas no pudo ser menos oportuna para sus deseos de mantenerse al frente del banco de Inglaterra más allá de junio. En el último bienio, sus decisiones fueron rechazadas por su colegas del directorio. En marzo, debió explicar por escrito a Gordon Brown, hoy primer ministro, por qué la inflación rozada 3,1% anual, el máximo desde 1998. Ya ni siquiera el “Economist”, virtual ”house organ” del emisor, se juega por King.

El miércoles 12, un impertérrito King sostenía ante los parlamentarios que “los bancos centrales deben evitar dar la impresión de que rescatan a quienes han adoptado malas decisiones”. Dos días después, el BdeI entregaba fondos de emergencia a la banca inmobiliaria Northern Rock. Era el mayor salvataje de una entidad financiera en treinta años.

“Esto es una crisis de confianza y el BdeI se halla desorientado”, sostiene Patrick Minford (universidad de Cardiff), asesor financiero de la ex primera ministra Margaret Thatcher. “King no quisiera poner las manos en el pastel, pero ya no puede mantenerse al margen. Por otra parte, ha manejado mal la situación”.

Obviamente, la fiabilidad de King está hoy en tela de juicio. Su error: esperar demasiado sólo para no imitar a otros emisores e intervenir a tiempo. “No nos engañemos. (Edward) George habría hecho lo mismo”, apuntaba Joseph Stiglitz. La crisis de NR coloca a King a la par de Benjamin Bernanke, pues también al jefe de la Reserva Federal se le critican excesos de cautela.

“Si el BdeI hubiese actuado antes, Northern Rocck no habría llegado a su presente descalabro”, afirmaba Stephen Bell, analista principal en el fondo de cobertura GLC (Londres). “Suponer que un emisor no puede hacer nada es una gran equivocación o una muestra de ideas anacrónicas”.

Proveniente de la archiconservadora Escuela de economía de Londres, King termina su mandato al frente del BdeI el próximo 30 de junio. Como Jean-Claude Trichet (Banco central europeo) y Bernanke, empezó subestimando los riesgos de la crisis hipotecaria norteamericana y su proyección en forma de iliquidez internacional. Ambos factores amenazan enterrar por fin la globalización financiera, si no la carrera misma de King.

El presidente del emisor británico dejó, al final, que los mercados le torcieran el brazo. “¿Era preciso aferrarse a un rígido formalismo hasta que fue demasiado tarde?”, se preguntaba James Knightley, analista de ING Financial. “Esa moralina resultó contraproducente”. En cuanto a King, esta ola de críticas no pudo ser menos oportuna para sus deseos de mantenerse al frente del banco de Inglaterra más allá de junio. En el último bienio, sus decisiones fueron rechazadas por su colegas del directorio. En marzo, debió explicar por escrito a Gordon Brown, hoy primer ministro, por qué la inflación rozada 3,1% anual, el máximo desde 1998. Ya ni siquiera el “Economist”, virtual ”house organ” del emisor, se juega por King.

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