Ambas partes acordaron, en un documento de 28 páginas, fijar las prioridades para los próximos años. Las tres primeras páginas del documento se dedican a Europa pero muestran generalidades sobre la importancia de avanzar con las reformas y el apoyo a una mayor integración. Manifiestan una voluntad a invertir más en Europa y en trabajar más estrechamente con Francia, peor no dan detalles de cuánto estaría dispuesto Berlín a invertir ni en qué.
El líder de los social demócratas (SPD) Martin Shulz, quien anteriormente había rechazado toda posibilidad de coalición, se manifestó entusiasta y habló de un resultado excelente.
Aunque el documento es bastante específico en algunas áreas, como el número de refugiados que Alemania está dispuesta a aceptar por año (220.000) es vago en otras y contiene pocas sorpresas.
El gran desafío para el SPD será convencer a sus miembros de que una nueva gran coalición representa algo más que una continuación del status quo. Después de obtener el peor resultado eleccionario en la Alemania de la posguerra, los social demócratas resolvieron reconstruir el partido en la oposición. Cuando fracasaron en noviembre las conversaciones para crear una coalición entre los demócrata cristianos de Merkel, los Verdes y los liberales demócratas, el SPD aceptó reconsiderar su posición para evitar una nueva elección.
Muchos en el partido creen que el precio a pagar por una gran coalición debería ser una promesa de apoyar un proyecto clave del PSD como la ambiciosa reforma sanitaria que aseguraría automáticamente a todos los ciudadanos. Los conservadores resistían esa idea y sólo aceptaban un ligero aumento en la contribución al seguro de salud que hacen los empleadores. Sin ese logro, a Shulz le será difícil convencer a los escépticos de su partido.
