Mercosur-EE.UU.: sólo buenas intenciones en Miami

Al fin, 34 países americanos sólo llegaron a un compromiso con vistas a un eventual preacuerdo Mercosur-EE.UU. A su vez, éste alumbraría un ALCA menos ambicioso que el promovido por Washington, sus aliados y clientes.

20 noviembre, 2003

“Jurídicamente, esto es una negociación entre Estados Unidos y el Mercosur, pues el Área pro Libre Comercio de las Américas no tiene aún existencia formal”. Así comentaba los pobres resultados en Miami un observador canadiense. “En realidad, sólo hay dos alianzas. Una es el Mercosur, otra el Tratado de Libre Comercio EE.UU.-Canadá-México. Los pequeños países centroamericanos son clientes de EE.UU.”, opinan técnicos de la propia OMC.

Como señala la prensa norteamericana, esta reunión es apenas preludio de una futura “ronda final”, que podría tomar gran parte de 2004. En otras palabras, cualquier acuerdo concreto llegaría recién en 2005; quizá con una administración menos “imperial” y una economía más sólida en EE.UU.

Por ahora, los puntos vigentes incluyen apertura gradual en servicios reales y financieros, cierta rebaja de aranceles y nuevas normas para inversiones. El objeto es no alienar a Brasil, Argentina y los más renuentes al libre comercio con la potencia rectora. En realidad, apuntan economistas sistémicos –Hélio Jaguaribe, Aldo Ferrer, Joseph Stiglitz, Marcelo R.Lascano. Héctor Valle-, una apertura comercial como la propuesta desde Washington liquidaría sectores económicos enteros al sur de Panamá.

Las reacciones de los grupos de presión estadounidenses confirman esos temores. Por ejemplo, grupos que representan industrias básica hablan ya de que “el gobierno de George W.Bush ha aprobado un ALCA light”. Su virtual cabildero en Casa Blanca, Robert Zoellick, debió salir a calmarlos.

Hasta la reunión en Florida, por cierto, Washington “esperaba imponer un agresivo acuerdo, cuyos principales actores (latinoamericanos) aceptase sus propias normas en materia de inversiones externas, licitaciones oficiales, patentes y aranceles sobre importaciones provenientes de EE.UU.”. Así señala el “Wall Street Journal”, por lo común mercantilista (por ejemplo, objeta el proteccionismo agrícola y siderúrgico de su propio gobierno). Apoyan a Washington Chile, Colombia y la prensa conservadora rioplatense.

Por supuesto, el obstáculo clave en Miami radicó en los subsidios agrícolas. En esta materia, Washington hizo lo mismo que llevó al fracaso en Dubái y el virtual congelamiento de la ronda Dohá: se negó a concesiones que no fuesen acompañadas por la Unión Europea y Japón. Pero ninguno de ambos está interesado en el ALCA…

“Jurídicamente, esto es una negociación entre Estados Unidos y el Mercosur, pues el Área pro Libre Comercio de las Américas no tiene aún existencia formal”. Así comentaba los pobres resultados en Miami un observador canadiense. “En realidad, sólo hay dos alianzas. Una es el Mercosur, otra el Tratado de Libre Comercio EE.UU.-Canadá-México. Los pequeños países centroamericanos son clientes de EE.UU.”, opinan técnicos de la propia OMC.

Como señala la prensa norteamericana, esta reunión es apenas preludio de una futura “ronda final”, que podría tomar gran parte de 2004. En otras palabras, cualquier acuerdo concreto llegaría recién en 2005; quizá con una administración menos “imperial” y una economía más sólida en EE.UU.

Por ahora, los puntos vigentes incluyen apertura gradual en servicios reales y financieros, cierta rebaja de aranceles y nuevas normas para inversiones. El objeto es no alienar a Brasil, Argentina y los más renuentes al libre comercio con la potencia rectora. En realidad, apuntan economistas sistémicos –Hélio Jaguaribe, Aldo Ferrer, Joseph Stiglitz, Marcelo R.Lascano. Héctor Valle-, una apertura comercial como la propuesta desde Washington liquidaría sectores económicos enteros al sur de Panamá.

Las reacciones de los grupos de presión estadounidenses confirman esos temores. Por ejemplo, grupos que representan industrias básica hablan ya de que “el gobierno de George W.Bush ha aprobado un ALCA light”. Su virtual cabildero en Casa Blanca, Robert Zoellick, debió salir a calmarlos.

Hasta la reunión en Florida, por cierto, Washington “esperaba imponer un agresivo acuerdo, cuyos principales actores (latinoamericanos) aceptase sus propias normas en materia de inversiones externas, licitaciones oficiales, patentes y aranceles sobre importaciones provenientes de EE.UU.”. Así señala el “Wall Street Journal”, por lo común mercantilista (por ejemplo, objeta el proteccionismo agrícola y siderúrgico de su propio gobierno). Apoyan a Washington Chile, Colombia y la prensa conservadora rioplatense.

Por supuesto, el obstáculo clave en Miami radicó en los subsidios agrícolas. En esta materia, Washington hizo lo mismo que llevó al fracaso en Dubái y el virtual congelamiento de la ronda Dohá: se negó a concesiones que no fuesen acompañadas por la Unión Europea y Japón. Pero ninguno de ambos está interesado en el ALCA…

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