Los esfuerzos
internacionales para pelear contra la corrupción en los diferentes sectores han
dado sus frutos. 2012 será recordado como el año de la regulación: nuevas
leyes, que afectan al sector público y privado, han limitado la capacidad de
las organizaciones de defraudar a los ciudadanos. Es más, hasta se ha trabajado
para regular al
un oasis de desregulación.
Desde el lado de las organizaciones de control
internacionales, el G20 impulsó este año un grupo para observar y controlar
casos de corrupción. Han sido particularmente efectivos en la erradicación de
empleados públicos corruptos. Otra organización,
con sede en Francia, comenzará a monitorear a sus Estados miembros en su efectividad
para implementar políticas contra lavado de dinero.
Estos esfuerzos, aunque pequeños y a las claras poco
aventureros, siguen siendo importantes. Los países ya no niegan la discusión
sobre la corrupción. Además, la presión del
para promover mejores prácticas en las empresas ha promovido mayor
transparencia. El International Corporate Governance Network reúne a los
inversores más importantes del mundo. Esta institución pretende vigilar a las
empresas para que cumplan con buenas prácticas.
Commission de Estados Unidos también hace bastante en ese sentido.
Para las empresas es una buena noticia: en un contexto
corrupto los negocios solo pueden ser buenos si hay cada vez más sobornos. Durante
años las organizaciones que combaten estas malas prácticas carecieron de datos
pero ya no más: los 58 países miembros del Open Goverment Partnership se han
comprometido a publicar cómo se gasta cada peso público.
El problema es grande y todavía falta para cantar victoria. Por
un lado, hay más leyes pero se ha hecho poco para aplicarlas. La presión de los
ciudadanos sirve para crear conciencia en los políticos que son los que toman
las decisiones pero las leyes pueden ser usadas a conveniencia de cada partido
en el poder. Algunos países no Occidentales piensan, incluso, que esta es otra
táctica para que los Estados Occidentales se entrometan en su soberanía. Lo
cierto es que 2012 marcó varios pasos en la dirección correcta.