En tanto no se logre la reapertura del financiamiento externo, el ingreso de dólares al país dependerá crecientemente de la evolución de las exportaciones de bienes, y en particular del complejo sojero.
Factores como el precio internacional del commodity, un clima benigno que garantice una buena cosecha y la voluntad de liquidación de stock por parte de productores y cerealeras, serán claves para el mercado cambiario, indica el reporte de Ecolatina. El endeudamiento externo era el as bajo la manga que tenía el gobierno para suavizar la restricción externa que pesa sobre la economía.
Por ello, a principios de año implementó una serie de medidas tendientes a estabilizar el frente cambiario y a allanar el camino del endeudamiento externo.
El objetivo era reducir el costo financiero para colocar deuda (tanto del Tesoro Nacional, como de provincias y empresas públicas y privadas). No obstante, a partir del incumplimiento en el pago de la deuda a raíz del conflicto con los holdouts, el plan del Ejecutivo quedó trunco.
Al menos para lo que resta del año, se han anulado las perspectivas de endeudamiento externo. Las consecuencias de esta situación no son menores: la imposibilidad de obtener divisas financieras tiene dos implicancias centrales. Por un lado, el frente cambiario se volverá todavía más dependiente de las exportaciones (y de la soja en particular), profundizando la tendencia observada a partir de la implementación del cepo cambiario.
En otras palabras, se ha vuelto al “vivir con lo nuestro” justo en momentos en que más se necesitan divisas, transformando las exportaciones del país en una variable clave: la oferta de divisas provendrá casi exclusivamente por esta vía. En segundo lugar, se suman los elevados vencimientos de deuda del año que viene: en un contexto de escasez de divisas, el Tesoro deberá afrontar compromisos por aproximadamente US$ 20.000 M, lo cual impacta en el corto plazo, elevando las expectativas de devaluación. En definitiva, salvo que en 2015 se retome la agenda del endeudamiento externo, la economía deberá adaptar su funcionamiento a un menor nivel estructural de divisas en lo que resta del mandato presidencial.
De no existir otro aporte de capital (como fondos provenientes de China o del Banco de Francia, entre otras posibilidades), la dependencia de las exportaciones y la presión sobre el bajo nivel de reservas actual se acentuarán. Históricamente, la provisión de divisas recayó sobre las exportaciones de bienes del país.
No obstante, esta tendencia se ha exacerbado desde la imposición del cepo cambiario.
En 2010, las ventas externas de bienes representaban poco más de la mitad (56%) de la oferta bruta de moneda extranjera y para 2013 este ratio se elevó 77%, intensificando la dependencia de las ventas externas de bienes.
Asimismo, antes del cepo la cuenta capital aportaba un tercio de la oferta total de divisas y el año pasado apenas un 12%.