Más allá de amenazas, Irán prosigue sus proyectos. Rusia advierte

Tras decidir EE.UU. y la Unión Europea apelar al Consejo de Seguridad, George W.Bush sostuvo: “el mundo no le permitirá a Irán fabricar armas nucleares”. Richard Cheney y Donald Rumsfeld hablaron de ataques militares. Moscú los apercibió.

7 febrero, 2006

Syerguiéi Lávrov, canciller ruso, aconsejó a Washington “no continuar con las amenazas bélicas a Irán”. Ya había sido lanzada por George Bush, pero ahora la maquinaria de prensa que maneja la Casa Blanca revela que se halla en construcción la mayor bomba atómica de la historia: una carga de 13,6 toneladas, capaz de alcanzar objetivos hasta veinte metros bajo tierra. Sin embargo, expertos independientes sostienen que Estadios Unidos ya no está en condiciones estratégicas de atacar áreas de Levante. El apercibimiento ruso lo pone en evidencia.

Entretanto, algunos asesores presidenciales calificaban esas expresiones como exageradas. En verdad, muchos diplomáticos y expertos occidentales creen que detener del todo el programa iraní será muy difícil y probablemente imposible. Lo más realista sería ir postergando el ingreso iraní al club atómico.

“Pakistaníes y norcoreanos se desarrollaron como países nucleares sin el dinero ni la experiencia técnica de los iraníes”, reflexionaba un alto funcionario ligado a la estrategia norteamericana. “Tarde o temprano, ocurrirá. Para entonces –agregaba- quizás el gobierno persa tenga otras actitudes”.

Dejando de lado los destemplados gestos de Bush y Cheney, su administración exhibe –sin admitirlo- un nuevo realismo, aprendido duramente en Irak. Washington ya no parece tan ansioso por lanzar ataques preventivos contra presuntas amenazas. Sucede que las cosas han cambiado y, ahora, se comprenden los perjuicios derivados de la red atómica clandestina armada or Abdul Kadir Jan, un ingeniero nuclear pakistaní que proveyó a Irán de diseños, prototipos y equipos desde mediados de los años 80. Eso fue tolerado por las inteligencias norteamericana e israelí, pues por entonces Irán estaba en guerra con Irak, a su vez apoyado por EE.UU.

Al romper Kadir con Tehrán (mediados de los 90), por cuestiones de dinero y tecnologías, Irán ya había aprendido bastante. Pruebas reunidas por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA, dependiente de la ONU) durante dos años –vía inspecciones que el presidente Mahmud Ahmadinedyad piensa suspender- indican que el país tiene una excelente red de abastecimiento, instalaciones y tecnología para sus proyectos.

Pero no es bastante. Los iraníes aún afrontan años de trabajo para llegar a un artefacto nuclear razonable, según reconoe un duro como John Negroponte, director federal de inteligencia. El proceso de producir combustible apto para fines bélicos, enriqueciendo uranio o reprocesando plutonio residual de reactores, es mucho más arduo de cuanto suele creerse. Existen, por otra parte, indicios de que Tehrán ha tropezado con obstáculos técnicos.

“Eso nos da tiemnpo, que debiera emplearse bien a fin de que el actual consenso interno en favor del programa nuclear vaya deteriorándose”. Así presume Robert Einhorn, el máximo funcionario a cargo de no proliferación atómica bajo William J.Clinton. “A partir de ahora, debemos hacer que Irán se de cuanta de que nada está libre de costos. Eso podría modificar el carácter algo inmaduro del gobierno y su presidente”.

Los datos sobre Irán quedan expuestos a dudas, debido a la mentiras y la falsa inteligencia proporcionadas por EE.UU. en el caso de Irak y sus imaginarias armas de destrucción masiva. Una de las entidades más afectada fue, justamente, el Consejo de Seguridad de la ONU. Por otra parte, el motor de los últimos avances en el tema iraní fue la propia OIEA, muy escéptica sobre las AMD denunciadas por Bush en Irak hace cuatro años.

Más tarde, la entidad y su director general, Mohammed el Baradéi, se mantuvieron neutrales en el debate alrededor del programa iraní y sus objetivos reales. Por eso, hace un año Washington intentaba defenestrar al científico. Hoy, el informe de la OIEA vincula la acción de Kadir con “ña existencia de componentes y elementos aptos para fabricar armas atómicas”. Esto hizo que Rusia, China, India, Egipto, entre otros, se alineasen contra Irán, por lo cual la votación en el comitó de la OIAE terminó 27 a tres en favor de la propuesta presentada por la UE y EE.UU. Tehrán advirtió que, aparte de India, otros dos países que desarrollaron planes nucleraes contra la voluntad norteamericana (Pakistán, Israel) se sumaron a esa posición.

Sea como fuere, Washington tiene pocas opciones, pero no incluyen otra guerra en Levante. Por contrario, si sigue amenazando militarmente las plantas nucleares persas, estimulará a Tehrán a cruzar el Rubicón (cuando esté en condiciones), sólo por los desbordes retóricos de una Casa Blanca preocupaba por las elecciones parlamentarias y la caída en imagen pública. Especialmente si proliferan insensatos como John McCain, senador republicano por Arizona, también proclive a “disparar a malsalva contra inmigrantes mejicanos”. A su juicio, una guerra es preferible a que Irán sea una potencia nuclear.

Syerguiéi Lávrov, canciller ruso, aconsejó a Washington “no continuar con las amenazas bélicas a Irán”. Ya había sido lanzada por George Bush, pero ahora la maquinaria de prensa que maneja la Casa Blanca revela que se halla en construcción la mayor bomba atómica de la historia: una carga de 13,6 toneladas, capaz de alcanzar objetivos hasta veinte metros bajo tierra. Sin embargo, expertos independientes sostienen que Estadios Unidos ya no está en condiciones estratégicas de atacar áreas de Levante. El apercibimiento ruso lo pone en evidencia.

Entretanto, algunos asesores presidenciales calificaban esas expresiones como exageradas. En verdad, muchos diplomáticos y expertos occidentales creen que detener del todo el programa iraní será muy difícil y probablemente imposible. Lo más realista sería ir postergando el ingreso iraní al club atómico.

“Pakistaníes y norcoreanos se desarrollaron como países nucleares sin el dinero ni la experiencia técnica de los iraníes”, reflexionaba un alto funcionario ligado a la estrategia norteamericana. “Tarde o temprano, ocurrirá. Para entonces –agregaba- quizás el gobierno persa tenga otras actitudes”.

Dejando de lado los destemplados gestos de Bush y Cheney, su administración exhibe –sin admitirlo- un nuevo realismo, aprendido duramente en Irak. Washington ya no parece tan ansioso por lanzar ataques preventivos contra presuntas amenazas. Sucede que las cosas han cambiado y, ahora, se comprenden los perjuicios derivados de la red atómica clandestina armada or Abdul Kadir Jan, un ingeniero nuclear pakistaní que proveyó a Irán de diseños, prototipos y equipos desde mediados de los años 80. Eso fue tolerado por las inteligencias norteamericana e israelí, pues por entonces Irán estaba en guerra con Irak, a su vez apoyado por EE.UU.

Al romper Kadir con Tehrán (mediados de los 90), por cuestiones de dinero y tecnologías, Irán ya había aprendido bastante. Pruebas reunidas por la Organización Internacional de Energía Atómica (OIEA, dependiente de la ONU) durante dos años –vía inspecciones que el presidente Mahmud Ahmadinedyad piensa suspender- indican que el país tiene una excelente red de abastecimiento, instalaciones y tecnología para sus proyectos.

Pero no es bastante. Los iraníes aún afrontan años de trabajo para llegar a un artefacto nuclear razonable, según reconoe un duro como John Negroponte, director federal de inteligencia. El proceso de producir combustible apto para fines bélicos, enriqueciendo uranio o reprocesando plutonio residual de reactores, es mucho más arduo de cuanto suele creerse. Existen, por otra parte, indicios de que Tehrán ha tropezado con obstáculos técnicos.

“Eso nos da tiemnpo, que debiera emplearse bien a fin de que el actual consenso interno en favor del programa nuclear vaya deteriorándose”. Así presume Robert Einhorn, el máximo funcionario a cargo de no proliferación atómica bajo William J.Clinton. “A partir de ahora, debemos hacer que Irán se de cuanta de que nada está libre de costos. Eso podría modificar el carácter algo inmaduro del gobierno y su presidente”.

Los datos sobre Irán quedan expuestos a dudas, debido a la mentiras y la falsa inteligencia proporcionadas por EE.UU. en el caso de Irak y sus imaginarias armas de destrucción masiva. Una de las entidades más afectada fue, justamente, el Consejo de Seguridad de la ONU. Por otra parte, el motor de los últimos avances en el tema iraní fue la propia OIEA, muy escéptica sobre las AMD denunciadas por Bush en Irak hace cuatro años.

Más tarde, la entidad y su director general, Mohammed el Baradéi, se mantuvieron neutrales en el debate alrededor del programa iraní y sus objetivos reales. Por eso, hace un año Washington intentaba defenestrar al científico. Hoy, el informe de la OIEA vincula la acción de Kadir con “ña existencia de componentes y elementos aptos para fabricar armas atómicas”. Esto hizo que Rusia, China, India, Egipto, entre otros, se alineasen contra Irán, por lo cual la votación en el comitó de la OIAE terminó 27 a tres en favor de la propuesta presentada por la UE y EE.UU. Tehrán advirtió que, aparte de India, otros dos países que desarrollaron planes nucleraes contra la voluntad norteamericana (Pakistán, Israel) se sumaron a esa posición.

Sea como fuere, Washington tiene pocas opciones, pero no incluyen otra guerra en Levante. Por contrario, si sigue amenazando militarmente las plantas nucleares persas, estimulará a Tehrán a cruzar el Rubicón (cuando esté en condiciones), sólo por los desbordes retóricos de una Casa Blanca preocupaba por las elecciones parlamentarias y la caída en imagen pública. Especialmente si proliferan insensatos como John McCain, senador republicano por Arizona, también proclive a “disparar a malsalva contra inmigrantes mejicanos”. A su juicio, una guerra es preferible a que Irán sea una potencia nuclear.

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