Majestad, no vimos venir la crisis por poca imaginación

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Hace poco, en el palacio de Buckingham, la reina preguntó a la escuela de economía de Londres el por qué de las turbulencias. Días después, la palinodia corrió a cargo de Paul Tucker, vicepresidente del Banco de Inglaterra.

<p>El alto funcionario, ocasional vocero de dos c&eacute;lebres entidades (BdeI, EEL), y otros admitieron en misiva a Isabel II que le hab&iacute;an faltado imaginaci&oacute;n y reflejos. Hasta el momento, nadie siquiera ha amagado con renunciar.<br />
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&ldquo;&iquest;C&oacute;mo economistas y banqueros no supieron prever esta recesi&oacute;n ni sus graves efectos?&rdquo;, hab&iacute;a inquirido con su calma habitual la soberana. Cuando muchos dirigentes pol&iacute;ticos, en particular el primer ministro Gordon Brown, se callaban a boca o miraban para otro lado, Isabel imit&oacute; -en otro contexto, con otras palabras- el &ldquo;<em>we are not amused</em>&rdquo; (no nos divierte) de Victoria ante Benjamin Disraeli.<br />
El discreto reproche de la reina ha dado de lleno en la comunidad de acad&eacute;micos, economistas, analistas e instituciones hasta no hace mucho tan intocables como la citada escuela londinense. &ldquo;Pese a su tono sobrio, Isabel II puso en aprietos a los hombres sabios y a sus propios banqueros&rdquo;, apuntaba el &ldquo;Guardian&rdquo;. <br />
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Tucker no fue el &uacute;nico firmante de la carta. Lo acompa&ntilde;aban Timothy Besley (comit&eacute; de pol&iacute;tica monetaria (Banco de Inglaterra), Peter Hennessey (profesor de historia Universidad de Londres), Nicholas MacPherson (secretario del Tesoro), m&aacute;s los analistas principales de Hongkong &amp; Shanghai Banking Corp. (Stephen King) y Goldman Sachs (James O&rsquo;Neill).</p>
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