Las relaciones entre España y Argentina tuvieron altos picos y bajos valles en los últimos años. En 2010, a inicios de la presente década, España era el séptimo mercado para las exportaciones argentinas, y nuestro país le vendía US$ 2.451 millones a la madre patria. Que era el principal inversor extranjero en nuestro país, como lo demuestra el reciente informe de Marcelo Elizondo, Director general de la consultora Desarrollo de Negocios Internacionales (DNI).
En 2012 España había subido a la sexta posición como mercado para las ventas externas argentinas.
En 2016 España estuvo en el octavo lugar como mercado para Argentina, algo debajo de la posición de los últimos años, pero aun manteniéndose entre los 10 principales,pese a la caída en la relevancia de muchos mercados europeos para nuestro país. Y ocurrió esto pese a que nuestro país vende a España casi US$ 800 millones menos que en 2010 (más abajo se exponen las cifras del comercio bilateral).
En 2014 las exportaciones habían descendido a US$ 1.774 millones y también bajaron en 2015, a US$ 1.361 millones. Pero en 2016 la tendencia se revirtió y las exportaciones crecieron llegando a US$ 1.626 millones. España, de hecho, es el principal mercado para las exportaciones argentinas en Europa. Algo parecido se anuncia por el lado de las inversiones.
Inversiones en el país y en la región
El total de la inversión española en América latina, incluido el Caribe, alcanzó los aproximadamente € 125.000 millones a inicios de la presente década. Lo que representa un tercio de la inversión española en el exterior.
En realidad, Brasil es el principal destino de la IED de España en la región, con un volumen acumulado de inversión de € 54.463 millones, o, lo que es lo mismo, 43% del total de la inversión española en la región.
En segundo lugar se ubica México, que al atraer una inversión española por valor de € 25.527 millones, representa 20% del total de la inversión en la región. La tercera posición es de Chile, con € 12.238 millones y 10% de la inversión de España en América latina.
Por detrás de estas tres economías, ya en un segundo escalón, se sitúan Argentina, Colombia y Venezuela. La inversión española en la región se concentra en los siguientes sectores: 33% en el sector financiero, especialmente en México y Brasil, 15,3% en el sector de las telecomunicaciones y 10,4% en el sector de las “utilities” (saneamiento de agua, distribución de energía o recolección de residuos).
Argentina fue un relevante destino para las inversiones españolas desde inicios de los años 90. Pero luego el proceso se interrumpió y aun se revirtió. Hasta hace poco más de un año la percepción que tenían las empresas españolas sobre la situación económica de Argentina era muy mala.
El proceso de reversión/desinversión tuvo en 2012 su punto más complejo cuando se vio una disminución de la inversión española en la posición pasiva bruta en el sector petrolero (estatización de acciones de Repsol).
Aun así España es el segundo principal inversor extranjero en Argentina hoy. El mapa de las empresas españolas en Argentina es heterogéneo. Comenzó a dibujarse en los años 90 con la llegada de grandes actores como Telefónica, Repsol y Gas Natural Fenosa y la expansión del sector bancario con el BBVA y Banco Santander a la cabeza. Con el tiempo se sumaron decenas de Pymes.
Desde 1993 la inversión española sumó, acumulada, € 34.000 millones (datos de la Secretaria de Estado de Comercio de España). La mitad de ese monto se concentró en 1999 cuando Repsol compró las acciones de YPF. Pero tras la crítica estatización de las acciones de Repsol la inversión española en Argentina comenzó a caer.
El total de inversión española en Argentina actualmente se estima en US$ 17.000 millones. España es el segundo mayor inversor extranjero en Argentina hoy (detrás de EE.UU) y representa alrededor del 17% del total de inversión extranjera en nuestro país.
En verdad, fue el primero hasta que la expropiación de las acciones de Repsol por parte del gobierno argentino generó una salida de inversiones españolas que, más allá del caso Repsol, fue gradual y sostenida, con sumas de € 430 millones en 2012, de € 386 millones en 2013, de € 206 millones en 2014, y de € 110 millones en 2015.
Pero muchos se quedaron, y los principales rubros en los que las inversiones españolas están en Argentina (según el Instituto de Comercio Exterior e inversiones de España, el ICEX) son los servicios, donde se destaca la banca, la telefonía, los servicios públicos y los seguros.
También las hay en infraestructura o turismo. Y además se destacan los servicios relacionados con la explotación de los recursos naturales, los equipos y servicios de medio ambiente y producción energética, las conservas de frutas, los pescados, moluscos y crustáceos frescos y congelados, las aceitunas, los vinos, la confitería de cacao, la química alimenticia, el jamón y la paleta, la agroquímica y la alimentación animal.
El comercio bilateral
En 2016 Argentina exportó a España US$ 1.626 millones. Había exportado en 2015 la suma de € 1.361 millones (de modo que las exportaciones a España crecieron el año último en 19,5%).
Mientras, Argentina importó el año pasado desde España, US$ 920 millones y había importado US$ 956 millones en 2015. El saldo comercial de 2016 fue favorable en US$ 705 millones, mejorando el saldo de US$ 404 millones de 2015.
Las exportaciones argentinas a España el año pasado tuvieron en los productos alimenticios el principal rubro, con US$ 661 millones; seguidos de productos de la industria animal, que sumaron US$ 498 millones; los vegetales, que exportaron US$ 156 millones; los minerales, que sumaron US$ 123 millones; y el material de transporte que llegó a US$ 84 millones.
Por el lado de las importaciones, Argentina compró desde España principalmente químicos por US$ 211 millones, máquinas y aparatos eléctricos por US$ 193 millones, material de transporte por US$ 139 millones, y metales y sus manufacturas por US$ 97 millones.
Las exportaciones argentinas hacia España se encuentran fuertemente concentradas en tres provincias. Ante todo se destaca la participación de Santa Fe, cuya incidencia últimamente ascendió a 34% del total. Le siguen las provincias de Córdoba y Buenos Aires, representando 20% y 16% respectivamente. En total, las tres provincias justifican aproximadamente 70% de las exportaciones argentinas destinadas al mercado español.
Un nuevo escenario
La gestión del presidente Macri ha reformulado la visión del país, donde el plano “metaeconómico” muestra a un país ahora predispuesto al desarrollo de la inversión internacional, que alienta la actividad de las empresas y está preparado para mayor apertura. Hay, empero, tareas pendientes.
Las empresas españolas por su parte tienen en Argentina un ambiente con numerosos puntos a favor. Idioma, cultura, conocimiento, regulaciones menos extrañas, experiencia, conocimientos personales, historia, son todos varios puntos que justifican negocios. A la vez, muchas ya están en nuestro país desde hace tiempo y la mejora en el ambiente de negocios favorecería aun la posición a partir del hecho de que ya están instaladas.
Pese a ello, hay aún materias pendientes. Las inversiones españolas requerirán avanzar en la mejora del ambiente macroeconómico: bajar la inflación, garantizar la mejora en el frente fiscal (fuente de inestabilidades históricas), avances en las varias condiciones regulatorias (algunas generales como las tributarias o las laborales, otras especificas dependientes de cada sector), y ciertas garantías políticas que permitan aseverar que la nueva agenda ‘pro-negocios’ que se comunicará en España y que ha implementado el presidente Macri, es parte de un consenso más amplio en Argentina.
Los dichos que surjan del viaje presidencial, los acuerdos que se logren institucionalizados, los avances en reformas en espera impulsadas por el gobierno, el resultado electoral que confirme lineamientos y las mejoras en la actividad económica cotidiana serán relevantes en lo inminente. La continuidad de la maduración institucional y la calidad en la vigencia del marco de referencias será un requisito.
A mediano y largo plazo, las inversiones requieren la “construcción” de cuatro capitales. El capital institucional (normas de referencia), el capital relacional (ambiente que permita acuerdos entre actores económicos, asociaciones e integración en cadenas, contratos, alianzas), el capital organización (la posibilidad de avanzar en mejoras en la eficiencia y la competitividad de cada empresa), y el capital intelectual (contar con recursos humanos con habilidades desarrolladas para el nuevo mundo del trabajo).