Lousteau: sus presuntas ideas sobre inflación, cambios, etcétera

Algunos observadores estiman que Martín Lousteau intentará mantener la inflación minorista bajo 10% anual. Pero esto parece un deseo de analistas neoclásicos. Igual que una apertura a bonistas autoexcluidos del canje.

18 noviembre, 2007

Las obsesiones con la inflación nominal, típicas de Benjamin Bernanke (Reserva Federal), Jean-Claude Trichet (Banco Central europeo) o Mervyn King (Banco de Inglaterra), tal vez no figuren en la agenda del próximo ministro económico argentino. No obstante, es probable que busque poner en orden las poco fiables cifras del Indec (si lo dejan los ”pingüinos” que subsisten en el gabinete de transición).

Sin duda, Lousteau tratará de elevar el superávit fiscal, aunqne no necesariamente orientado a la inversión privada. Ésta deberá depender del flaco mercado de capitales o de fuentes externas. Un acuerdo estratégico con Brasil puede ayudar en ese sentido.

Por el contrario, renegociar con fondos buitres soluciones para bonistas autoexcluidos tal vez no sea tan prioritario como insisten varios analistas financieros de sesgo ortodoxo. Un gesto así podría crear roces prematuros entre Néstor y Cristina Fernández Kirchner. Por el contrario, parece más factible canjear esos títulos basura por inversiones reales.

Aparte, resulta más urgente llegar a acuerdos con el club de París, un grupo de diecinueve países acreedores cuyo “lobby” en Buenos Aires es más fuerte que el de los bonistas automarginados. Este tipo de problemas se relaciona con la política cambiaria. Por un lado, los analistas ortodoxos presionar para una repreciación del dólar, respondiendo al negocio financiero local. Por el otro, la extrema debilidad internacional de la divisa dificulta salidas como la propiciada por ex colaboradores de Domingo F.Cavallo.

El pretexto de los neoclásicos no es nuevo: “una paridad competitiva en mediano plazo, no fija, que consolide las cuentas externas”. Vale decir, dólar alto. Algo que sí encaja con el nuevo funcionario es asegurar oferta sostenida de energía y combustibles, junto con gravámenes a industrias que generan dióxido y monóxido de carbono, entre ellas las usinas termoeléctricas y las refinerías petroleras. Pero lo último requiere una empresa testigo, como lo es Petrobrás en Brasi, adonde llega este lunes la presidente electa.

Las obsesiones con la inflación nominal, típicas de Benjamin Bernanke (Reserva Federal), Jean-Claude Trichet (Banco Central europeo) o Mervyn King (Banco de Inglaterra), tal vez no figuren en la agenda del próximo ministro económico argentino. No obstante, es probable que busque poner en orden las poco fiables cifras del Indec (si lo dejan los ”pingüinos” que subsisten en el gabinete de transición).

Sin duda, Lousteau tratará de elevar el superávit fiscal, aunqne no necesariamente orientado a la inversión privada. Ésta deberá depender del flaco mercado de capitales o de fuentes externas. Un acuerdo estratégico con Brasil puede ayudar en ese sentido.

Por el contrario, renegociar con fondos buitres soluciones para bonistas autoexcluidos tal vez no sea tan prioritario como insisten varios analistas financieros de sesgo ortodoxo. Un gesto así podría crear roces prematuros entre Néstor y Cristina Fernández Kirchner. Por el contrario, parece más factible canjear esos títulos basura por inversiones reales.

Aparte, resulta más urgente llegar a acuerdos con el club de París, un grupo de diecinueve países acreedores cuyo “lobby” en Buenos Aires es más fuerte que el de los bonistas automarginados. Este tipo de problemas se relaciona con la política cambiaria. Por un lado, los analistas ortodoxos presionar para una repreciación del dólar, respondiendo al negocio financiero local. Por el otro, la extrema debilidad internacional de la divisa dificulta salidas como la propiciada por ex colaboradores de Domingo F.Cavallo.

El pretexto de los neoclásicos no es nuevo: “una paridad competitiva en mediano plazo, no fija, que consolide las cuentas externas”. Vale decir, dólar alto. Algo que sí encaja con el nuevo funcionario es asegurar oferta sostenida de energía y combustibles, junto con gravámenes a industrias que generan dióxido y monóxido de carbono, entre ellas las usinas termoeléctricas y las refinerías petroleras. Pero lo último requiere una empresa testigo, como lo es Petrobrás en Brasi, adonde llega este lunes la presidente electa.

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