<p>En seis horas, el jueves acumuló alzas de hasta 3% y máximas nominales en Wall Street (Dow Jones 30, Nasdaq, Standard&Poor’s 500) San Pablo, Londres, Fráncfort, Madrid, Singapur, etc. No obstante, la inyección de Benjamin Bernanke no benefició al dólar sino al euro y al oro, ese clásico refugio contra la inflación. En esta oportunidad, fomentada por la RF para acelerar un crecimiento por demás moroso.<br />
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Al dispararse los precios bursátiles, varios peces gordos aprovecharon las tasas bajas. Así, Coca-Cola, Dow Chemical, Texas Instruments, etc., emitieron US$ 12.000 millones en bonos, o sea deuda nueva. No era para menos, a 11.434,8, 1221,1 y 2.577,1 puntos, los tres paneles líderes neoyorquinos superaban marcas desde el 8 de septiembre de 2008. <br />
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Tras largas vacilaciones, Bernanke y la Reserva Federal lanzaron una inyección extra sin precedentes. De ahora a fin del segundo trimestre de 2011, esta terapia –en la que no muchos creen- significará US$ 75.000 millones mensuales. El terreno se preparó desde agosto. En esa oportunidad, BB aprovechó una reunión del comité de política monetaria, CPM, –el día 10- y la cita anual de banqueros centrales, el 27, para sugerir la idea de comprar deuda a tesorería para reemplazar bonos hipotecarios en su cartera a punto de vencer.<br />
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El 23 de septiembre, otra reunión del CPM le sirvió al presidente de la RF para declararse preparado “a suministrar liquidez adicional orientada a apoyar la recuperación”. Semanas más tarde, en Boston (15 de octubre), en medio de una campaña electoral con pronóstico reservado, un cauto Bernanke confiesa: “parece que, en igualdad de circunstancias, serán precisas medidas adicionales”. Esto es, una masiva intervención en el mercado financiero,<br />
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A nadie sorprendió, entonces, que este miércoles el alto funcionario –a quien la derrota del oficialismo en los comicios puede costarle cara-, tras coordinar acciones con sus colegas de la Eurozona, Japón y Gran Bretaña, fuera explícito. “Para promover una recuperación económica consistente y controlar la inflación, el CPM resolvió expandir sus posiciones en cartera”. Dicho sin ambages, la RF inyectaba US$ 600.000 millones en el sistema recomprando bonos del gobierno en el curso de ocho meses.<br />
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Al punto, Joseph Stiglitz, Paul Krugman, Jeffrey Sachs, George Soros, Nouriel Roubini y otros –inclusive dentro de la propia RF- expresaron temores de que esta decisión refleje falta de opciones, al menos para funcionarios técnicos como Bernanke o el secretario del Tesoro, Timothy Geithner. Al respecto, Krugman recordó que deben añadirse US$ 35.000 millones en letras que también substituyen bonos hipotecarios a vencer. Pero la cosa no acaba ahí: la RF ha dejado abierta la posibilidad de elevar dosis si la economía no repunta en los próximos meses. Ésa es la duda crucial, mientras Obama baraja cambios en el gabinete. <br />
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Los US$ 600.000 millones desatan una euforia dudosa
A primera vista, es un escenario ideal. El golpe de liquidez propinado por la Reserva Federal se combina con la derrota de Barack Obama y los mercados quiebran récords nominales. Pero el euro sube a US$ 1,425 y el oro marca un pico de US$ 1.392.