Los tiempos, la oferta y la demanda

Cómo inciden los problemas que exhibe la producción local en la respuesta de los inversores y la preocupación del sector empresario sobre las reformas de fondo.

16 febrero, 2000

En agosto de 1998 las encuestas de opinión indicaban que los cinco problemas que más preocupaban a la población eran el desempleo, los bajos salarios, la corrupción en el gobierno y en el sector público, la inseguridad ciudadana y la falta de protección social a los sectores más afectados por la crisis económica que entonces agobiaba al país.

En enero de este año, apenas transcurrido un mes de la asunción de las nuevas autoridades, una encuesta de opinión elaborada por la consultora Ibope (para su Monitor de Tendencias Económicas y Sociales) exhibió los mismos cinco problemas al tope de las preocupaciones sociales, pero con cambios en el orden de importancia.

Aunque la desocupación sigue siendo el motivo de mayor inquietud, la inseguridad ciudadana ha pasado a ocupar el segundo lugar, la falta de protección social aparece en el tercero, el bajo nivel de los salarios en el cuarto, y la corrupción en el gobierno descendió del segundo al quinto lugar.

La demanda de mayor protección sigue, por lo tanto, en ascenso; el desempleo continúa siendo un fantasma que acecha a la sociedad; y el nivel de los salarios recibe mayor atención; pero se ha logrado algún grado de satisfacción a la expectativa de una mayor transparencia en los actos de gobierno.

El color del cristal

Esta descripción de las demandas sociales se corresponde con la visión del segmento mayoritario de la sociedad cuya voz se hace oir, principalmente, cuando hay una convocatoria electoral. ¿Qué surge de la comparación entre estas percepciones y las de aquellos que con sus decisiones de producción e inversión votan, diariamente, sobre los programas y planes del gobierno?

Parece haber un relativo consenso entre los sectores empresarios locales e internacionales en cuanto a que la nueva administración ha hecho un correcto diagnóstico de la situación económica y de cuáles son las medidas más adecuadas para enfrentarla.

Sin embargo, consideran que, en relación con las reformas más profundas que exige la economía local, la respuesta de las nuevas autoridades no es suficientemente rápida y agresiva. Y que, por lo tanto, los graves problemas de competitividad que exhibe la producción local, su alta vulnerabilidad externa y la ineficiencia estatal son obstáculos cuya remoción demandará largo tiempo.

De ahí, entonces, que una de las mayores preocupaciones del sector empresario es el tiempo que lleve avanzar en esas reformas. De esto depende, por cierto, que la actitud de los inversores se desplace desde el wait and see (esperar y ver) actual a un mayor dinamismo en la toma de decisiones de producción e inversión.

En agosto de 1998 las encuestas de opinión indicaban que los cinco problemas que más preocupaban a la población eran el desempleo, los bajos salarios, la corrupción en el gobierno y en el sector público, la inseguridad ciudadana y la falta de protección social a los sectores más afectados por la crisis económica que entonces agobiaba al país.

En enero de este año, apenas transcurrido un mes de la asunción de las nuevas autoridades, una encuesta de opinión elaborada por la consultora Ibope (para su Monitor de Tendencias Económicas y Sociales) exhibió los mismos cinco problemas al tope de las preocupaciones sociales, pero con cambios en el orden de importancia.

Aunque la desocupación sigue siendo el motivo de mayor inquietud, la inseguridad ciudadana ha pasado a ocupar el segundo lugar, la falta de protección social aparece en el tercero, el bajo nivel de los salarios en el cuarto, y la corrupción en el gobierno descendió del segundo al quinto lugar.

La demanda de mayor protección sigue, por lo tanto, en ascenso; el desempleo continúa siendo un fantasma que acecha a la sociedad; y el nivel de los salarios recibe mayor atención; pero se ha logrado algún grado de satisfacción a la expectativa de una mayor transparencia en los actos de gobierno.

El color del cristal

Esta descripción de las demandas sociales se corresponde con la visión del segmento mayoritario de la sociedad cuya voz se hace oir, principalmente, cuando hay una convocatoria electoral. ¿Qué surge de la comparación entre estas percepciones y las de aquellos que con sus decisiones de producción e inversión votan, diariamente, sobre los programas y planes del gobierno?

Parece haber un relativo consenso entre los sectores empresarios locales e internacionales en cuanto a que la nueva administración ha hecho un correcto diagnóstico de la situación económica y de cuáles son las medidas más adecuadas para enfrentarla.

Sin embargo, consideran que, en relación con las reformas más profundas que exige la economía local, la respuesta de las nuevas autoridades no es suficientemente rápida y agresiva. Y que, por lo tanto, los graves problemas de competitividad que exhibe la producción local, su alta vulnerabilidad externa y la ineficiencia estatal son obstáculos cuya remoción demandará largo tiempo.

De ahí, entonces, que una de las mayores preocupaciones del sector empresario es el tiempo que lleve avanzar en esas reformas. De esto depende, por cierto, que la actitud de los inversores se desplace desde el wait and see (esperar y ver) actual a un mayor dinamismo en la toma de decisiones de producción e inversión.

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