Los demócratas tienen la historia y la energía de su lado para tratar de ganar la Casa de Representantes. Pero los republicanos tienen el Congressional Leadership Fund (CLF). Estas eleciones de medio término van a ser las más caras en la hisoria, con US$ 5.200 millones usados para atraer votantes. Hasta el 2 de noviembre el CLF había reunido US$ 144 millones para apoyar a los candidatos republicanos. El CLF tiene poderosos donantes que aportan muy por encima de los límites financieros del partido.
Para mantener el control de la Casa de Representantes (equivalente a la Cámara de Diputados en Argentina) los republicanos deben impedir que los demócratas ganen un total de 23 bancas. El CLF ha invertido fuerte para que eso no ocurra en cada uno de los distritos donde se decide la elección.
El esfuerzo está dedicado a compensar la ventaja del financiamiento (por US$ 76 millones ) de la campaña demócrata, sostenida por los pequeños donantes indignados con Trump.
Los primeros diez contribuyentes del CLF aportaron más de US$ 100 millones. El multimillonario (casinos) Sheldon Adelson y su mujer Miriam donaron US$ 50 millones. Timothy Mellon,nieto del magnate del siglo 19 Andrew Mellon, dio US$10 millones; el financista Charles Schwab y su esposa dieron US$6,25 millones; Stephen Schwarzman, magnate de fondos de inversión, dio US$ 3,75 millones; y Chevron Oil aportó US$ 2,65 millones.
El Congressional Leadership Fund usó esos US$ 100 millones para atacar a sus peores enemigos, o sea los candidatos demócratas a bancas en la Casa de Representantes. Lo llaman “gasto negativo”.