En un mundo donde todo ya parece estar conectado a Internet, el riesgo de sufrir cíber ataques es cada vez mayor. La respuesta más urgente y posiblemente la más efectiva tendrá que ser endurecer las defensas digitales. Cuando hasta los sistemas de gobierno dependen de software comercial y computación en la nube, todos ellos son tan seguros como el eslabón más débil.
A un contratista no se lo puede controlar como a un departamento de gobierno o militar. Pero es preciso implementar incentivos legales, regulatorios y financieros para que los proveedores de redes vitales cumplan con los más altos estándares de seguridad o reciban castigos si no lo hacen.
Los gobiernos sienten el impulso natural de imponer costos a quienes cometen cíber ataques. Cualquiera sea la escala, los actos retaliatorios contra operaciones de espionaje deberían ser sopesados frente al riesgo de aumentar los costos y las dificultades para la recopilación de inteligencia que necesitan los gobiernos. La cíber retaliación debe ser calibrada con mucho cuidado pera evitar el peligro de iniciar una espiral de agresiones.