Muestran un alza de 3,5% en los primeros tres trimestres de 2018 (pero explicada solo por mejores precios, porque en volúmenes han caído en relación con el año anterior), lo que implica que Argentina estará exportando, una vez más, en 2018, una cifra en relación con su PBI que es sustancialmente inferior (alrededor de 5 puntos porcentuales) a la que logará Latinoamérica toda. Así lo destaca el reciente informe de Marcelo Elizondo, Director General de la consultora DNI.
Puede tomarse como referencia -para comparar- que en los últimos doce meses las exportaciones brasileñas han crecido 19%, mientras que en el primer semestre de 2018 las exportaciones de Chile crecieron 21%, las de Perú -en ese lapso- subieron18%, las de Colombia 14%, y las de México 11%.
Este año las exportaciones de bienes superarán por muy poco los US$ 60.000 millones y las de servicios llegarán a unos US$ 15.000 millones, lo que implica que estaremos exportado por una suma que ronda el 17 a 18% de nuestro PBI mientras que Latinoamérica exportará por 23% de su producto (y el planeta por casi 30%).
Aun después de la reciente devaluación, 80% de los países de la región consigue exportaciones, en relación con el PBI, superiores a las nuestras.
Argentina, como más abajo se expone, que explica alrededor de 0,8% de la producción mundial, genera poco más de 0,3% de las exportaciones mundiales. De manera tal que el país sufre de escasez de dólares productivos. Esto se agrava porque además, desde hace varios años Argentina recibe escasa inversión extranjera directa (según CEPAL el año pasado, Argentina -que gozó de una buena mejora en la materia- recibió US$ 11.517 millones, lo que supone 1/6 de lo que recibió Brasil, 1/3 de lo que entró en México, 80% de lo que recibió Colombia; y apenas el 7% de todo lo que ingresó en Latinoamérica). Desde que se inició el siglo, el acervo acumulado de inversión extranjera en Argentina (US$ 76.576 millones) es mucho menor que el de Brasil, México y Chile, y hasta es inferior al de Colombia y Perú.
Las exportaciones argentinas previstas para 2018 representarán 0,31% del total mundial, tomando los estimados US$ 76.500 millones de exportaciones de bienes y servicios comparadas con los calculados US$ 24,1 billones de exportaciones mundiales (de bienes y servicios). Así, la Argentina seguirá en 2018 lejos del 0,8% del total de exportaciones mundiales que generaba hace 50 años. Y más lejos aún del 2,7% del total de lo vendido por los países en el mundo que lograba en 1945.
¿El año del despegue?
Sin embargo, para 2019 el gobierno está previendo un alza de unos de 20 puntos porcentuales en las ventas externas, especialmente debido a la recuperación de las exportaciones agropecuarias, que se estima que se elevarían al lograrse una cosecha muy mayor a la de este año. Una vez más, para Argentina sería sumamente significativa una buena cosecha.
Pero además de recuperar ingreso de dólares (la agro exportaciones generarían más de US$ 40.000 millones de los más de 70.000 millones que se espera exportar en 2019) y de ese modo lograr un mejor ratio de exportaciones en relación con el PBI; la recuperación de las exportaciones agropecuarias (que este año fueron muy afectadas por el clima) permitirá consolidar a Argentina como lo que es esencialmente: un gran actor internacional en el comercio trasfronterizo de bienes de origen agropecuario.
Las previsiones de área sembrada de la Bolsa de Comercio de Rosario apoyan el pronóstico (una proyección de 37 millones de hectáreas para sembrar en el 2018/19, una inversión del productor para cubrir la implantación de esa superficie que rondaría los US$ 10.100 millones).
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA) mantiene sus previsiones para las cosechas de soja, maíz y trigo del ciclo 2018/19 en 57 millones de toneladas, 41 millones y 19,5 millones, respectivamente. Tomando como referencia los tres principales cultivos, esto es un 37% más que lo obtenido en la última campaña de soja (36 millones de toneladas), maíz (31 millones) y trigo (18,5 millones). Si el clima es favorable, la producción de granos de 2018/2019 podría disputarle el récord a la zafra de 2016/2017.
Esto implicará que, como las importaciones de servicios, las de bienes industriales (MOI) y las de energía y combustibles serán mayores que sus exportaciones (por lo tanto esos tres sectores serán deficitarios, lo que implica que la oferta de esos tres sectores hacia el mercado doméstico estará compuesta por más importaciones que las exportaciones que cada uno de esos sectores logre), el conjunto de exportaciones de bienes (primarios y manufacturados) de origen agropecuario logrará casi US$ 35.000 millones de superávit, lo que alimentará la oferta de dólares que Argentina necesitará en 2019.
Agro y sus manufacturas
La Argentina es, en los últimos años, si se toma a la Unión Europea como mercado único, uno de los diez principales exportadores de bienes agropecuarios y de alimentos del mundo; y en particular es un destacado exportador de soja y sus derivados, trigo, girasol y sus productos, maíz, frutas (especialmente el limón y sus jugos y aceites, y las peras), miel, maní (y sus productos), carnes, vinos, etc. Son las agroexportaciones las que permiten llegar con bienes argentinos a Asia oriental y central, Norte de Ãfrica y Europa.
La Argentina, superada la escasez de producción de 2017 imputable a razones climáticas (sequía y lluvias en regímenes inusuales), podrá en 2018 recuperar su condición de crecimiento como uno de los principales actores en la oferta de bienes de origen agropecuario, que lo colocó ya en 2016 en un lugar de elite en el planeta (fue el 6to principal exportador del mundo si se considera a la Unión Europea como mercado único, y uno de los 15 mayores si se divide a la UE por países).
Esto permite a Argentina y Brasil crear una región, Latinoamérica, en la que varios productos de origen agropecuario son productos y exportados en dimensiones mundiales.
En tiempos de inminente discusión sobre el futuro del bloque al que pertecenecemos, el Mercosur, esta realidad regional (ser un polo agroproductivo en materia de producción primaria y manufacturada de orígen agropecuario, destacado a nivel internacional) debe ser considerada.
El Mercosur es sede de un complejo eficaz de abastecimiento agroalimenticio planetario. Y puede serlo en mayor medida en tanto se internacionalice mas.
Últimamente volvió a aparecer entre nosotros la discusión sobre la relevancia (o no) de las exportaciones de los mal llamados “productos primarios”, pero la verdad es que en esta materia se ha producido en Argentina un proceso que es conocido internacionalmente como “innovation in the farm”.
Este proceso se basa en una relevante agregación de valor en el conocimiento usado en la producción, la ingeniería agropecuaria, el software y las nuevas tecnologías aplicadas, la utilización de sofisticada maquinaria agrícola, el desarrollo de modelos de gestión innovadores y el de procesos calificados como la siembra directa.
Todo ello permite aseverar que en este sector ha surgido entre nosotros lo que P. Sullivan llama “capital intelectual” (en su obra “Value-driven intelectual capital“), cuando enseña que los economistas han descripto tradicionalmente a los recursos necesarios para la empresa industrial en términos de tres instrumentos clásicos: tierra, trabajo y capital, pero esa nueva idea -de “capital intelectual”, que es el que hoy más valor agrega- pone de relieve los activos y el “poder intelectual de la organización”, concediéndole a éste un valor comparable al de los tres tradicionales.
Así, ese capital intelectual ha hecho que Argentina, entre otros efectos (según Valoral Advisors), sea el país de la región con mayor cantidad de “AgTech” y “FoodTech” startups (con 60, seguido de Brasil, que exhibe 43, de un total de 172 en la región). Los bienes manufacturados de origen agropecuario, en Argentina, generan 70% más dólares por exportaciones que los (mal llamados) primarios. Juntos, los MOA y los PP explican 60% de las exportaciones argentinas.
La gran mayoría de esos productos de origen agropecuario que Argentina exporta son bienes intermedios -que se usan como insumos para procesos productivos que terminan en el exterior-, pero debe decirse al respecto que la mayor cantidad de los bienes que se intercambian en todo el comercio mundial son precisamente bienes intermedios, por lo que puede preverse que el mundo demandará más de ellos y la tendencia que veremos será la del llamado a aportar estos productos (no debería considerarse a ello, pues, como una falla sino como una natural participación en procesos corrientes).
Hay, ahora, pues, dos planos temporales de análisis: el del año próximo y el estratégico a más largo plazo. Las posibilidades para 2019 se basan (más allá de los efectos en la mejora de costos que atraiga el ajuste cambiario reciente) en la capacidad de recuperar abastecimiento en la creciente demanda mundial de alimentos.
Y a mediano plazo existe la garantía de que la demanda mundial de estos bienes crecerá: se requerirá de un alza de 45% en la producción mundial de alimentos para abastecer el crecimiento poblacional del planeta hasta 2050.