<p>Según diversas fuentes, en el encuentro del ra’is con sus amigos de la UA (Trípoli) se trajo a colación ese “plan C” atribuido a París. Sería una solución completamente opuesta a la que se contempla en la OTAN y el Consejo de Seguridad (ONU). Vale decir, acelerar el fin de la guerra civil mediante desembarcos de tropas terrestres sobre las costas occidental y central.<br />
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Una serie de contactos entre el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, y Franco Frattini (canciller italiano) apuntaba este fin de semana a ese “plan B”. Por el momento, bastante más concreto que el supuesto “plan C” de franceses y africanos.<br />
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Ambos funcionarios y altos mandos británicos (también norteamericanos, o sea Estados Unidos-Canadá) sostiene que las incursiones por aire bajo el paraguas aéreo no alcanzan. En parte, porque los efectivos rebeldes no logran emular el poder de fuego ni la calidad de la conducción ejercida por Jamís y sus mercenarios extranjeros.<br />
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Este martes, el presidente del consejo de transición en Cirenaica (Mustafá Abdel Dyalil) estará en Roma para discutir el tema. Pero se sabe que Benghazi quiere ahora también aviones propios y se los pedirá a Italia. <br />
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En otro plano, el “plan B” probablemente genere resistencia en buena parte de la Liga Árabe, la UA y la propia coalición occidental. La historia está llena de intervenciones militares tan controvertidas como la que está hoy en debate. En esta oportunidad, surge un agravante: el estancamiento de una guerra imposible en Afganistán-Pakistán. Es un legado de George Bush, vía Robert Gates, “jefe vitalicio” del Pentágono que Barack Obama no atina a quitarse de encima. <br />
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Libia; ¿plan B, plan C o tropas de la OTAN?
En la alianza sopesan un plan B: misiones en tierra para aislar a Jamís Ghadafi. Pero su padre se ha reunido con sus adictos en la Unión Africana y Francia no excluiría plan C: dejar al coronel en el poder, previas tratativas con Benghazi.