<p>En rigor, Suecia –un país avanzado- sortea bien esas dificultades. No así la economía “emergente” más grande de la UE, Polonia, a orillas del Báltico. Por su parte, la mediterránea Hungría y Lituania están muy expuestas a un eventual crac letón.<br />
Esta misma semana, en Riga (una de las bolsas más antiguas del mundo) fracasó una subasta de bonos públicos, volvió a derrumbarse la moneda local (lat, esto es letón) y corría peligro un empréstito externo de emergencia. <br />
Si bien el país está fuera de la Eurozona, se extiende –como en Polonia- el uso del euro y la corona sueca en cada vez más transacciones. El comercio fronterizo menudo con Rusia y Bielorrusia se hace en rublos. Ahora todo remite a otro “plan de emergencia” por € 7.500 millones, a cargo de la comisión europea y el Fondo Monetario Internacional.<br />
En mayo, el déficit fiscal equivalía ya a 9,2 % del producto bruto interno en moneda constante. La meta impuesta por el FMI es de sólo 5%. Pero, a su vez, el propio PBI está desplomándose a razón de 18,6% anual.<br />
Entretanto, el desempleo llegaba en abril a 29% de la población activa. Hasta cierto punto, el tamaño demográfico de Letonia (tres millones de habitantes en 65.000 km2) recuerda a la castigada Islandia (275.000 en 103.000 km2). <br />
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Letonia y otros tigres bálticos en serios aprietos
Tristemente, la recesión letona es peor de lo previsto, señala Joaquín Almunia, comisario económico de la Unión Europea. Sus problemas afectan además a Lituania, Estonia, Polonia, Suecia y Hungría, en diverso grados.