Las exportaciones por delante del mercado interno

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La devaluación del tipo de cambio oficial dinamiza las exportaciones de Argentina, al mismo tiempo implica un efecto negativo sobre la demanda interna, en un contexto de caída del salario real, según Ecolatina.

Dado que un salto cambiario tendría un traslado significativo en los precios de bienes y servicios transables, la aceleración de la inflación probablemente contraiga el ingreso real de los hogares y particularmente el de los sectores más vulnerables (destinan buena parte de sus ingresos al consumo de alimentos y bebidas, rubro que treparía más que el nivel general de precios), señala Ecolatina en su ISE 1052

 

 

Durante la primera mitad de 2015, la actividad mostró ciertas señales de recuperación. De cara a un proceso electoral, se pretendía apuntalar el consumo vía una política fiscal más expansiva, retrasar el acuerdo de paritarias y garantizar la estabilidad en el mercado cambiario de modo que la economía llegue pujante a octubre.

 

Sin embargo, las presiones cambiarias e inflacionarias moderaron el efecto sobre el gasto de los hogares.

La inversión tuvo una buena performance este año principalmente debido a la tracción de la construcción, cuyo dinamismo estuvo ligado a que los agentes anticipaban la normalización en el mercado cambiario y a que en el primer semestre la obra púbica también fue pujante.  

Por el lado de la oferta, y con vistas a una eventual unificación del tipo de cambio oficial, el sector de la construcción fue el principal motor de la producción de bienes en 2015.

 

Por su parte, la agricultura y ganadería también evolucionaron de manera favorable, aunque en menor magnitud ya que, pese a que las cantidades producidas fueron mayores, los precios estuvieron por debajo del año pasado, reduciendo la rentabilidad.

A contramano, producto del desplome de la demanda de Brasil ante la crisis, y la falta de acceso a divisas para importar insumos esenciales para la producción local, la industria manufacturera cierra el año con una leve caída, en buena medida por la contracción que sufrió el sector automotor.

Con el inicio de un nuevo gobierno y producto del deterioro externo del último año, el manejo del frente cambiario es clave para determinar el desempeño de la actividad.

 

Entendiendo que la escasez de divisas y la falta de acceso a dólares financieros y comerciales hicieron cada vez más operativa la restricción externa, el gobierno de Mauricio Macri llevó a cabo una devaluación del tipo de cambio oficial.

En el corto plazo un salto cambiario tiene efectos recesivos sobre el nivel de actividad.

 

Pero, al interior de la misma, no todos los sectores reaccionaran de igual manera y los plazos de recuperación tampoco serían los mismos.

 

El efecto de la devaluación

 

Como la escasez de divisas y la falta de acceso a dólares financieros y comerciales hicieron cada vez más operativa la restricción externa, la administración de Mauricio Macri llevó a cabo la unificación del tipo de cambio oficial la semana pasada.

 

Si bien esta corrección intenta resolver los problemas en el frente cambiario, también pretende recuperar parte del atraso incurrido en los últimos años que ha deteriorado la competitividad de los sectores transables (oferentes de divisas).

 

En este sentido, la mejora en la competitividad dinamizaría nuestras exportaciones: la mejora en la rentabilidad con motivo de la devaluación y la quita de retenciones se traduciría en un incremento en las ventas de ciertos bienes exportables, fundamentalmente aquellos vinculados con la agricultura, la ganadería y las economías regionales.

 

A pesar de que la política fiscal será redistributiva (contendrá tarifas de las clases bajas, impulsará el gasto social mediante AUH y jubilaciones, etc.) no va a ser lo suficientemente expansiva como para contrarrestar la caída en los salarios reales. Por tal motivo, en 2016 el consumo se contraería.

 

En lo que respecta a la inversión, si bien la corrección cambiaria mejora la competitividad estimulando el hundimiento de capital, debido a que las expectativas de los inversores aún no se afianzan (aguardando el éxito de la nueva estrategia económica), el primer semestre del año incluiría un retroceso de la inversión.

 

Esta performance negativa no sólo provendría del sector privado sino principalmente del sector público.

 

Dado que los esfuerzos del sector público van a estar dirigidos a traccionar el gasto corriente, el margen disponible para ser destinado a gasto de capital es mínimo. Incluso previendo un plan integral de infraestructura (que podría ser financiado por organismos internacionales), éste se implementaría recién en 2017.

 

De esta forma, los frutos de la mejora en la competitividad y reglas de juego más claras se percibirían hacia el segundo semestre, cuando la corrección cambiaria muestre ser sostenible para los agentes y el plan de infraestructura comience a implementarse.

 

De todas maneras, difícilmente alcance para compensar el desplome verificado en la primera mitad del año.

 

En este sentido, es preciso distinguir que dentro del sector de la construcción el verdadero dinamismo provendría de nuevas obras, y no de lo que se considera mejoras y ampliaciones de viviendas, éstas últimas más vinculadas al consumo de los hogares.

 

A su vez, esta dinámica en la actividad se vería reflejada por el lado de la oferta. Esencialmente, como en todo salto cambiario la producción de transables (bienes) se ven beneficiados por sobre los no transables (mayormente servicios).

 

En particular, el sector más favorecido y el de reacción más inmediata ante la devaluación será el agropecuario (sector vinculado precisamente a la demanda externa).

 

Esto es así no sólo por la mejora en la competitividad que conlleva la devaluación sino porque dicha medida fue acompañada por la quita de retenciones y restricciones a las exportaciones en ciertos productos (trigo, maíz, carnes, economías regionales, etc.), lo cual refuerza el efecto inicial.

 

Otro sector beneficiado con la suba del tipo de cambio es el de Turismo interno debido a que el salto cambiario “abarata” vacacionar en Argentina y estimula el influjo de turistas a nuestro país.

 

En lo que respecta a la industria, la dinámica es muy disímil. Por ejemplo, el sector de mayor peso es el automotor, que si bien gozaría de una mejora en la competitividad, seguirá afectado por la recesión en Brasil en 2016: incluso con la mejora de la competitividad de nuestras exportaciones, la menor demanda de nuestro principal socio comercial no traccionará la producción de vehículos argentinos.

 

Asimismo, en lo que respecta al mercado interno, la caída en los ingresos reales de los hogares recortaría la compra de automóviles.

 

Así como existen sectores de la economía más beneficiados con motivo de la devaluación, también afecta a otros de manera negativa. Por caso, en la construcción el impacto inicial de la devaluación sería contractivo.

 

Por un lado tiene un peso relevante la retracción de la obra pública (ya que se necesitan liberar recursos públicos para traccionar al gasto social).

 

Por el otro, las pequeñas obras ligadas a la mejora y ampliación de viviendas (más vinculadas a los ahorros de los hogares) se contraerían en 2016.

 

Finalmente, otro sector que se verá perjudicado por la corrección cambiaria es el comercio ya que la caída en los ingresos reales va a erosionar el consumo, deterioro que afecta directamente a este rubro.

 

El efecto recesivo podría extenderse a 2017

 

 

Pese a que la mejora en la competitividad generará una mayor tracción por el lado de las exportaciones, el deterioro del consumo con motivo de la caída real de los salarios y la contracción de la inversión (fundamentalmente proveniente de la inversión pública), la economía argentina verificaría una leve contracción en 2016.

 

Si bien la actividad comenzaría a mostrar ciertos brotes verdes hacia la segunda mitad del año, éstos no serían suficientes para contrarrestar el efecto inicial de la devaluación sobre la economía.

 

En cuanto a los distintos sectores, el salto del tipo de cambio oficial y la quita de retenciones a ciertos productos redundarían en una mejora en el sector agropecuario, lo cual será fundamental para la liquidación de divisas frente a un contexto de crisis cambiaria.

 

Finalmente, siempre existe el riesgo de que, por fallas en la implementación de las medidas pretendidas por el nuevo gobierno, no se alcancen los objetivos esperados.

 

De modo que, ante una situación de este estilo, el efecto contractivo sobre la actividad que inicialmente se estima para el primer semestre pueda prolongarse a lo largo de todo el año.

 

 

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