Después del 19º Congreso celebratorio del partido comunista chino, que terminó hace apenas unas pocas semanas, algunos observadores proclamaron a Xi Jinping como un nuevo emperador. Por su parte, Xi, dijo que China es una potencia “grande y poderosa” y que la iniciativa de infraestructura Belt and Road servirá para fomentar el poder económico y político de China.
En otros tiempos era Estados Unidos la nación comercial más grande del mundo y el mayor prestamista bilateral de China. Hoy son casi cien los países que tienen a China como su mayor socio comercial, comparado con los 57 que tienen esa misma relación con Estados Unidos.
China proyecta otorgar préstamos por más de US$ 1 billón (millón de millones) para proyectos de infraestrucura en la próxima década, mientras que Estados Unidos está reduciendo sus programas de ayuda y sus aportes al Banco Mundial.
¿Tendrán razón los alarmistas al decir que China está ganando el póker geopolítico frente a un Estados Unidos en declinación? Si llegara a la tierra un visitante del planeta Marte y mirara las cartas que tiene cada jugador, contrariamente a la opinión púbica generalizada, tal vez debería apostar a Estados Unidos, dice Joseph Nye, profesor en Harvard y autor de “Is the America Era Over?
El gran país del Norte tiene cuatro ases con probabilidades de durar más que la administración Trump. Uno de ellos es su geografía. Estados Unidos está rodeado de océanos y vecinos que seguramente seguirán en relaciones amistosas a pesar de la equivocada polìtica de Donald Trump de reducir el NAFTA. China, en cambio tiene fronteras con 14 países y mantiene disputas territoriales con India, Japón, Vietnam que ponen límites a su poder.
La energía es otro as de Estados Unidos. Hace diez años parecía irremediablemente dependiente de la energía importada. Ahora la revolución del shale transformó a país de importador en autosuficiente y hasta exportador, tal vez por los próximos diez años. China, en cambio, es cada vez más dependiente de importaciones energéticas del Medio Oriente y gran parte de esas importaciones petroleras atraviesan el Mar de la China, donde Estados Unidos mantiene una presencia naval importante. Esa vulnerabilidad deja a China con tres opciones: evitar un conflicto naval con Estados Unidos que alteraría su línea de aprovisionamient;: aumentar su dependencia de los gasoductos provenientes de Rusia; reducir su dependencia de combustibles fósiles cambiando a renovables y prohibiendo los autos con motores a combustión. China está invirtiendo en la segunda y tercera opciones pero eliminar la vulnerabilidad le demandará décadas.
Una tercera carta buena que tiene Estados Unidos es el comercio. Los altos niveles de interdependencia económica alientan la prudencia en la relación comercial con China. Una guerra comercial, como la que Trump amenaza, podría dañar a ambos países. Pero si la prudencia falla, China es más dependiente y tiene más que perder que Estados Unidos.
Finalmente, el dólar. De las reservas en moneda extranjera guardadas por los gobiernos del mundo, apenas 1,1% son en renmimbi, comparado con 64% del dólar. El año pasado China anunció que el renminbi se había convertido en la quinta moneda usada por el Fondo Monetario Internacional para calcular sus derechos especiales de giro.
Muchos pensaron que eso era señal de que la moneda china estaba comenzando a superar al dólar. Pero en realidad su participación en los pagos internacionales cayó de 2,8% en 2015 a 1,9 hoy. Una moneda de reserva creíble depende de poderosos mercados de capitales, gobiernos honestos y del respeto por las leyes, tres cosas ausentes en China.
Estas cuatro cartas probablemente duren más que el gobierno de Donald Trump. Todo aquel que vaticina el fn del poder de Estados Unidos las debería tener n cunta.