<p>En realidad, como subrayan medios escandinavos, franceses e italianos, esto culmina mal un proceso desprolijo, casi una comedia de equivocaciones, que alumbró una constitución “light” en la cual casi nadie cree. Inclusive, puede romperse si los conservadores barren este año a los laboristas en Gran Bretaña y abandonan la UE (en la Eurozona nunca estuvieron).<br />
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En efecto, desde el 1 de diciembre, los veintisiete socios de la UE tienen un presidente que ora en Bruselas junto al rey Alberto II, otro ultramontano. Pero la mayoría de la federación es laica o directamente no católica de rito romano, como las protestantes Holanda, Dinamarca, Suecia, Finlandia, Estonia, Letonia o Gran Bretaña. En tanto, Grecia, Chipre, Rumania y Bulgaria son de rito bizantino.<br />
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Zapatero reemplaza a un luterano sueco, pero el problema es otro. Por una parte, el español está terminando de llevar a cabo una laicización iniciada por otro socialdemócrata, Felipe González. Por la otra, “van Rompuy, fruto de una maniobra para bochar al italiano Massimo D’Alema, es tan clerical como los derechistas polacos, pero su país lo es a medias. Todo esto es un lío”, sostiene Daniel Cohn-Bendit (alemán, verde), quien recuerda que “la canciller Catherine Ashton está cerca de Westminster, no del Vaticano”.<br />
Virtualmente sin experiencia geopolítica, el belga deberá encabezar a la UE en cumbres de todo tipo. Su nula participación en la de Copenhague (cambios climáticos) dejó la tarea al presidente de turno y a Ashton. Pero ella, igual que van Rompuy, carece aún de estructuras y equipos. Esto explica que el flamante presidente “estable” haya confesado tener mucho por aprender, por lo cual se limitará a observar desde fuera”. Dicho de otro modo, Zapatero cumplirá dos funciones al mismo tiempo. <br />
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La Unión Europea, ahora con dos cabezas incompatibles
Fue un error nombrar a un belga clerical, Herman van Rompuy, en la presidencia constitucional (30 meses). Desde el 4, coexistirá con el presidente de turno (semestral), un José Luis Rodríguez Zapatero hostilizado por el catolicismo ultramontano.