La tregua volvió a desnudar diferencias en el gobierno por la política de precios y abastecimiento

Lousteau quiere diferenciar con un sistema impositivo los cortes de exportación de los que son para consumo interno. Moreno prefiere monitorear personalmente a frigoríficos y Mercado de Liniers para asegurar precios y abastecimiento.

4 abril, 2008

Hay un debate de fondo en el seno del gobierno por el caso de la carne: asegurar
el abastecimiento interno a los precios indicados por el secretario de Comercio,
Guillermo Moreno, o segmentar el consumo para permitir que los frigoríficos
exportadores aprovechen las cotizaciones internacionales ascendentes, mientras
la industria atiende con el resto de los cortes la demanda interna.

En esta última variante está empeñado el ministro de Economía,
Martín Lousteau, quien venía conversando del tema con los frigoríficos
hasta que apareció Moreno con las trabas aduaneras durante el paro agropecuario
y, de hecho, lo desautorizó.

En realidad, la diferencia estriba no sólo en la metodología
para regular los valores domésticos de la carne que utiliza el titular
de Comercio, al utilizar la exportación como variable de ajuste del abastecimiento,
sino en que su teórico superior en el organigrama del Palacio de Hacienda
quiere atender los dos frentes simultáneamente, lo cual es posible si
se acepta la existencia de dos mercados: uno, el externo, dolarizado y que se
limita a unos pocos cortes caros, como el lomo y el llamado bife de chorizo,
y el otro, pesificado, al que se destinaría el resto del animal faenado.

El tema no es menor, porque implicaría un cambio cultural en los mataderos,
ya que la clásica media res no permite distinguir las partes for export
de las sujetas al poder adquisitivo de los salarios del país.

Pero también haría entrar al gobierno en un terreno que no frecuenta:
el de dirigir los subsidios a los sectores que los necesitan, evitando su generalización.
No sucede con el caso del transporte ni de la energía o los combustibles,
donde los beneficios son generalizados y no distinguen a pobres de pudientes.

Sin embargo, la batería de medidas compensatorias que lanzó Lousteau
para que las retenciones móviles no recaigan en los productores que considera
de pequeña dimensión sienta un precedente, por más que
ahora se hayan topado con las dificultades técnicas para aplicarlas,
o con cuestionamientos a la línea divisoria del chacarero chico, fijada
en 500 toneladas por la Secretaría de Agricultura, cuando las entidades
sostienen que debería desplazarse a las 1.500.

El ministro estaba discutiendo el tema con los frigoríficos, cuando
apareció Moreno y cerró la exportación. Eso es lo que aparentemente
el joven funcionario le reprochaba a Moreno en el palco de la Plaza de Mayo,
y que éste justificaba con órdenes superiores.

La medida habría partido del ex presidente, aunque su objetivo era más
político que económico: que los frigoríficos exportadores,
fuertes clientes de los ganaderos bonaerenses afiliados a CARBAP (que junto
con la Federación Agraria, eran las más duras para deponer el
paro), presionaran a sus proveedores para levantar los cortes de rutas y terminar
con el desabastecimiento interno.

La jugada dio resultado, a juzgar por la rápida reacción de CARBAP,
que salió a proponer la tregua por 30 días.

El secretario de Comercio aprovechó y dejó en firme la disposición
aduanera, lo cual en la práctica significa que no accede a cambiar la
política de precios hacia el sector, como pretende Lousteau.

La Aduana continúa pidiendo requisitos adicionales para los embarques
de carne y maíz. Mantiene frenadas en el puerto de Buenos Aires 600 toneladas
que ya habían pasado los controles aduaneros correspondientes, pero que
fueron retenidas a último momento.

La limitación fue dispuesta por la Subdirección General de Control
Aduanero mediante un aviso no formal, en el que se explica que no se autorizará
el libramiento de la mercadería de exportación de carnes enfriadas
y congeladas y de maíz, hasta tanto los exportadores informen una serie
de datos suplementarios a la documentación que normalmente se debe presentar
para realizar los envíos al exterior.

Antes de librar la mercadería para la exportación se exige la
presentación del contrato con el comprador del exterior, acreditar fehacientemente
la modalidad de pago y constatar el costo de producción de la mercadería
exportada con la firma de un contador público y la certificación
de un Consejo Profesional.

La comunicación señala que, en caso de que a la mercadería
le toque en la Aduana portuaria el canal verde (libre de controles físicos
y de documentación), deberá pasar obligatoriamente a canal naranja
para realizar el control documental de la exportación.

La complicación de los despachos requiere de una instancia política
para destrabarlos y quien llama a las empresas para explicar cómo se
resuelve es Moreno.

Desde la Cámara de Exportadores ABC minimizan el efecto de las disposiciones
de la Aduana y se muestran confiados de una inminente luz verde. En los últimos
meses venían reuniendo esa información para que el gobierno viera
que nadie se había pasado de los cupos, pero sin presentar documento
alguno ante la Aduana.

Moreno viene presionando a productores de feed lots y consignatarios
para normalizar la entrega de hacienda en Liniers y que les lleguen a los supermercados
los cortes populares a precio congelado.

Lousteau pretende modificar el monitoreo “a muñeca” que protagoniza
el secretario de Comercio por un sistema tributario que reconozca la existencia
de dos mercados para la carne y no precise de controles en el día a día,
como prefieren Julio de Vido, Moreno, Jaime y el propio ex presidente Kirchner.

Hay un debate de fondo en el seno del gobierno por el caso de la carne: asegurar
el abastecimiento interno a los precios indicados por el secretario de Comercio,
Guillermo Moreno, o segmentar el consumo para permitir que los frigoríficos
exportadores aprovechen las cotizaciones internacionales ascendentes, mientras
la industria atiende con el resto de los cortes la demanda interna.

En esta última variante está empeñado el ministro de Economía,
Martín Lousteau, quien venía conversando del tema con los frigoríficos
hasta que apareció Moreno con las trabas aduaneras durante el paro agropecuario
y, de hecho, lo desautorizó.

En realidad, la diferencia estriba no sólo en la metodología
para regular los valores domésticos de la carne que utiliza el titular
de Comercio, al utilizar la exportación como variable de ajuste del abastecimiento,
sino en que su teórico superior en el organigrama del Palacio de Hacienda
quiere atender los dos frentes simultáneamente, lo cual es posible si
se acepta la existencia de dos mercados: uno, el externo, dolarizado y que se
limita a unos pocos cortes caros, como el lomo y el llamado bife de chorizo,
y el otro, pesificado, al que se destinaría el resto del animal faenado.

El tema no es menor, porque implicaría un cambio cultural en los mataderos,
ya que la clásica media res no permite distinguir las partes for export
de las sujetas al poder adquisitivo de los salarios del país.

Pero también haría entrar al gobierno en un terreno que no frecuenta:
el de dirigir los subsidios a los sectores que los necesitan, evitando su generalización.
No sucede con el caso del transporte ni de la energía o los combustibles,
donde los beneficios son generalizados y no distinguen a pobres de pudientes.

Sin embargo, la batería de medidas compensatorias que lanzó Lousteau
para que las retenciones móviles no recaigan en los productores que considera
de pequeña dimensión sienta un precedente, por más que
ahora se hayan topado con las dificultades técnicas para aplicarlas,
o con cuestionamientos a la línea divisoria del chacarero chico, fijada
en 500 toneladas por la Secretaría de Agricultura, cuando las entidades
sostienen que debería desplazarse a las 1.500.

El ministro estaba discutiendo el tema con los frigoríficos, cuando
apareció Moreno y cerró la exportación. Eso es lo que aparentemente
el joven funcionario le reprochaba a Moreno en el palco de la Plaza de Mayo,
y que éste justificaba con órdenes superiores.

La medida habría partido del ex presidente, aunque su objetivo era más
político que económico: que los frigoríficos exportadores,
fuertes clientes de los ganaderos bonaerenses afiliados a CARBAP (que junto
con la Federación Agraria, eran las más duras para deponer el
paro), presionaran a sus proveedores para levantar los cortes de rutas y terminar
con el desabastecimiento interno.

La jugada dio resultado, a juzgar por la rápida reacción de CARBAP,
que salió a proponer la tregua por 30 días.

El secretario de Comercio aprovechó y dejó en firme la disposición
aduanera, lo cual en la práctica significa que no accede a cambiar la
política de precios hacia el sector, como pretende Lousteau.

La Aduana continúa pidiendo requisitos adicionales para los embarques
de carne y maíz. Mantiene frenadas en el puerto de Buenos Aires 600 toneladas
que ya habían pasado los controles aduaneros correspondientes, pero que
fueron retenidas a último momento.

La limitación fue dispuesta por la Subdirección General de Control
Aduanero mediante un aviso no formal, en el que se explica que no se autorizará
el libramiento de la mercadería de exportación de carnes enfriadas
y congeladas y de maíz, hasta tanto los exportadores informen una serie
de datos suplementarios a la documentación que normalmente se debe presentar
para realizar los envíos al exterior.

Antes de librar la mercadería para la exportación se exige la
presentación del contrato con el comprador del exterior, acreditar fehacientemente
la modalidad de pago y constatar el costo de producción de la mercadería
exportada con la firma de un contador público y la certificación
de un Consejo Profesional.

La comunicación señala que, en caso de que a la mercadería
le toque en la Aduana portuaria el canal verde (libre de controles físicos
y de documentación), deberá pasar obligatoriamente a canal naranja
para realizar el control documental de la exportación.

La complicación de los despachos requiere de una instancia política
para destrabarlos y quien llama a las empresas para explicar cómo se
resuelve es Moreno.

Desde la Cámara de Exportadores ABC minimizan el efecto de las disposiciones
de la Aduana y se muestran confiados de una inminente luz verde. En los últimos
meses venían reuniendo esa información para que el gobierno viera
que nadie se había pasado de los cupos, pero sin presentar documento
alguno ante la Aduana.

Moreno viene presionando a productores de feed lots y consignatarios
para normalizar la entrega de hacienda en Liniers y que les lleguen a los supermercados
los cortes populares a precio congelado.

Lousteau pretende modificar el monitoreo “a muñeca” que protagoniza
el secretario de Comercio por un sistema tributario que reconozca la existencia
de dos mercados para la carne y no precise de controles en el día a día,
como prefieren Julio de Vido, Moreno, Jaime y el propio ex presidente Kirchner.

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