La OIT apoya el diálogo social

Flamarique y Daer propician el diálogo social con el apoyo de la OIT. Advertencia de la CGT de Moyano.

16 junio, 2000

Mientras las turbulencias originadas en el Senado agitaban el panorama político interno, desde Ginebra el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, lograba un acuerdo con la CGT de Azopardo, que abre una ventana a mejores perspectivas.

De acuerdo con Rodolfo Daer y con la bendición de la Organización Internacional del Trabajo, logró generar un nuevo impulso al diálogo social. El acuerdo fue alcanzado en el último día de sesiones de la asamblea anual de la Organización Internacional del Trabajo. Serán protagonistas, además del gobierno y los sindicatos, las instituciones que representan a los empresarios nacionales.

Daer justificó su posición al afirmar que ,ante las consecuencias de la globalización económica, con sus consecuencias en el orden social, se hace imperativo un diálogo constructivo “que nos lleve a un gran acuerdo nacional donde todos tengamos obligaciones y derechos”.

La propuesta de que la OIT supervisara el diálogo había partido del secretario general de la CGT de Azopardo. La respuesta pública de Flamarique surgió del discurso pronunciado ante la Asamblea, en la que defendió el diálogo tripartito.

El director general de la OIT, Juan Somavía, previamente auscultado por Daer, expresó su firme intención de contribuir a la concertación propuesta en un diálogo mantenido con el ministro argentino. La OIT dará apoyo técnico a la convocatoria que, eventualmente implicaría la presencia de especialistas del organismo en Buenos Aires.

Tanto Flamarique como Daer coincidieron ante el periodismo en que la confrontación atenta contra la necesidad de construir el país en comunidad de esfuerzos.

La información sobre este acuerdo tuvo eco en Buenos Aires. Desde la CGT disidente, que ganó la calle a la entidad de Daer, el dirigente de la Unión Tranviarios Automotor Juan Palacios, advirtió que no existirá posibilidad de diálogo verdadero sin participación de todos los sectores.

Desde hace tiempo Hugo Moyano mantiene una línea abierta con Raúl Alfonsín y con Federico Storani; se procura buscar puntos de coincidencia antes de afrontar el riesgo de un fracaso en negociaciones abiertas. Es más, Moyano cree advertir mejor predisposición en sus interlocutores radicales que en el vicepresidente Alvarez, a pesar de su pasada militancia justicialista.

El jefe del Frepaso parece convencido de que el tiempo provocará el paulatino deterioro de Moyano, debido al agotamiento de la gimnasia de calle y a los errores psicológicos que comete cuando desata su vocabulario opositor con términos que provocan reacción en la opinión pública.

El camionero, en cambio, se ve como un ganador que aumentó de manera considerable su caudal político y no está dispuesto a que una dilatación del diálogo lo haga aparecer sentado en la antesala de las decisiones de fondo, con la consiguiente dilución de su perfil combativo.

La CGT disidente cuenta con un borrador de las pretensiones que depositaría en la eventual mesa de deliberaciones, en el cual figuran un subsidio de emergencia para un millón de desocupados, el aumento de la jubilación mínima y la eliminación del IVA a los bienes de la canasta familiar. Propuestas que pueden llevar al borde de un ataque de nervios al ministro de Economía, José Luis Machinea, y erizar los cabellos del directorio del Fondo Monetario Internacional.

Mientras las turbulencias originadas en el Senado agitaban el panorama político interno, desde Ginebra el ministro de Trabajo, Alberto Flamarique, lograba un acuerdo con la CGT de Azopardo, que abre una ventana a mejores perspectivas.

De acuerdo con Rodolfo Daer y con la bendición de la Organización Internacional del Trabajo, logró generar un nuevo impulso al diálogo social. El acuerdo fue alcanzado en el último día de sesiones de la asamblea anual de la Organización Internacional del Trabajo. Serán protagonistas, además del gobierno y los sindicatos, las instituciones que representan a los empresarios nacionales.

Daer justificó su posición al afirmar que ,ante las consecuencias de la globalización económica, con sus consecuencias en el orden social, se hace imperativo un diálogo constructivo “que nos lleve a un gran acuerdo nacional donde todos tengamos obligaciones y derechos”.

La propuesta de que la OIT supervisara el diálogo había partido del secretario general de la CGT de Azopardo. La respuesta pública de Flamarique surgió del discurso pronunciado ante la Asamblea, en la que defendió el diálogo tripartito.

El director general de la OIT, Juan Somavía, previamente auscultado por Daer, expresó su firme intención de contribuir a la concertación propuesta en un diálogo mantenido con el ministro argentino. La OIT dará apoyo técnico a la convocatoria que, eventualmente implicaría la presencia de especialistas del organismo en Buenos Aires.

Tanto Flamarique como Daer coincidieron ante el periodismo en que la confrontación atenta contra la necesidad de construir el país en comunidad de esfuerzos.

La información sobre este acuerdo tuvo eco en Buenos Aires. Desde la CGT disidente, que ganó la calle a la entidad de Daer, el dirigente de la Unión Tranviarios Automotor Juan Palacios, advirtió que no existirá posibilidad de diálogo verdadero sin participación de todos los sectores.

Desde hace tiempo Hugo Moyano mantiene una línea abierta con Raúl Alfonsín y con Federico Storani; se procura buscar puntos de coincidencia antes de afrontar el riesgo de un fracaso en negociaciones abiertas. Es más, Moyano cree advertir mejor predisposición en sus interlocutores radicales que en el vicepresidente Alvarez, a pesar de su pasada militancia justicialista.

El jefe del Frepaso parece convencido de que el tiempo provocará el paulatino deterioro de Moyano, debido al agotamiento de la gimnasia de calle y a los errores psicológicos que comete cuando desata su vocabulario opositor con términos que provocan reacción en la opinión pública.

El camionero, en cambio, se ve como un ganador que aumentó de manera considerable su caudal político y no está dispuesto a que una dilatación del diálogo lo haga aparecer sentado en la antesala de las decisiones de fondo, con la consiguiente dilución de su perfil combativo.

La CGT disidente cuenta con un borrador de las pretensiones que depositaría en la eventual mesa de deliberaciones, en el cual figuran un subsidio de emergencia para un millón de desocupados, el aumento de la jubilación mínima y la eliminación del IVA a los bienes de la canasta familiar. Propuestas que pueden llevar al borde de un ataque de nervios al ministro de Economía, José Luis Machinea, y erizar los cabellos del directorio del Fondo Monetario Internacional.

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