La primera cena de Estado de la era Trump fue la que se ofreció al presidente de Francia y esposa, Emmanuel y Brigitte Macron. La prensa norteamericana realizó un análisis exhaustivo del lenguaje corporal que vieron en esa ocasión. Hubo apretones de manos, besos y abrazos.
Pero a pesar de todo ese desparramo de simpatía, en el discurso ante el Congreso de Estados Unidos que cerró su visita, Macron volvió insistir en la oposición de Francia a las ideologías imperantes de “America First” en la administración Trump.
Macron pidió a Estados Unidos, en su calidad de arquitecto del orden mundial actual, que no dé la espalda a los mecanismos de cooperación internacional.
Sobre el acuerdo nuclear con Irán el presidente francés adoptó un tono duro ante el Congreso mientras simultáneamente reconoció los límitesde su alcance. “Nuestro objetivo es claro: Irán nunca tendrá armas nucleares. No ahora, no dentro de cinco años, no en diez años, nunca”, dijo.”Es válido decir que este acuerdo puede no atender todos los problemas, pero no debemos abandonarlo sin tener antes algo más sustancial”.
Criticó de manera evidente la posición de Estados Unidos frente al cambio climático y terminó diciendo que está seguro de que en algún momento va a avalar el Acuerdo de París( alausos cerrados de los demócratas aquí).
La pregunta que queda en el aire, al final de estos tres días de visita, es si habrá logrado mover a Trump algunos milímetros de su posición.