Hasta que en 2008 estalla la crisis económica global, las principales corrientes macroeconómicas en Estados Unidos tenían una posición más bien benigna de las fluctuaciones económicas en producción y empleo. La crisis dejó al descubierto que esa visión estaba equivocada y que hay necesidad de una profunda reevaluación, según Olivier Blanchard en The World Economic Forum.
En primer lugar, hay discrepancia sobre los orígenes de la inestabilidad. Lawrence Summers, ex secretario del Tesoro norteamericano, defiende la teoría de lo que denomina “el estancamiento secular” y Ben Bernanke, ex presidente de la Reserva Federal, ve la inestabilidad como un exceso de ahorros con respecto a la inversión.
Más allá de cuáles sean sus orígenes, lo cierto es que el advenimiento de la inestabilidad crónica es el gran desafío para los macroeconomistas de hoy. Las herramientas actuales que usan los macroeconomistas tradicionales no pueden manejarla adecuadamente. Hacen falta nuevas, dice la nueva camada.
Por el momento los tradicionalistas siguen predominando. Los modelos que usan están diseñados para hacer frente a algunas turbulencias impredecibles, como un shock tecnológico. Peor no pudieron , por ejemplo, con el shock combinado de crisis financiera, cesación de pagos y deflación.