Las exportaciones de Estados Unidos a China, el mercado mundial más grande, prácticamente han desaparecido dejando a los agricultores necesitando un rescate de US$ 12.000 millones.
Los agricultores estadouonidenses completaron sus cosechas pero no saben qué hacer con ella. A los chinos, sus habituales compradores, no se la pueden vender.
Algunos decidieron no cosechar y dejar que los cultivos se pudran los dejan amontonados en el suelo, según entrevistas con más de dos decenas de agricultores, investigadores académicos y prestamistas agrícolas.
Todos coinciden en que este es uno de los resultados de la guerra comercial entre Estados Unidos y China, que ha afectado considerablemente la demanda de exportaciones y ha inundado las instalaciones de almacenamiento con el exceso de granos resultante.
En Luisiana, hasta el 15% de la cosecha de oleaginosas está siendo arada o está demasiado dañada para el mercado, según los datos analizados por personal de la universidad estatal.
Los agricultores sembraron 36 millones de hectáreas de soja este año, el segundo mayor nivel de la historia, con la esperanza de que la creciente demanda de China les brindara mejores rendimientos que otros cultivos.
Pero Pekín impuso un arancel del 25% sobre la soja estadounidense en represalia por las tarifas impuestas por Washington a las exportaciones chinas.
Eso cerró las ventas de soja de Estados Unidos a China, valuadas en alrededor de US$12.000 millones el año pasado. El gigante asiático suele comprar cerca del 60% de los suministros estadounidenses.
Washington implementó un programa de ayuda de igual magnitud -US$12.000 millones- para ayudar a los agricultores a absorber el costo de la guerra comercial. A mediados de noviembre, se habían pagado US$837,8 millones.