Cuando Donald Trump asumió la presidencia de Estados Unidos, muchos expertos temieron que se acabara la prosperidad mundial. No ocurrió nada de eso.
Este año la economía global creció y superó todas las expectativas. Lo dijo el Fondo Monetario Internacional en su último panorama económico mundial: “La actual alza económica es mayor que cualquier otra en los últimos diez años; casi 75% de la economía mundial participa de la aceleración.”
El FMI revisó hacia arriba su pronóstico para la economía global, previendo 3,6% de crecimiento este año y 3,7% en 2018, todo alimentado por un aumento de la actividad en Europa, Japón, China y Estados Unidos.
Estados Unidos va a crecer más lentamente, a 2,2% este año y 2,3% en 2018, pero eso es mejor que el 1,5% del año pasado.
Los pronósticos de Goldman Sachs son todavía más fuertes. Un informe de noviembre dice: “Por primera vez desde 2010 la economía mundial está superando las predicciones y esperamos que continúe esta fortaleza”. Goldman proyecta 3,7% de crecimiento global este año y 4,0% en 2018.
Muchos expertos, entonces, no se explican por qué Estados Unidos necesita una baja de impuestos y advierten el peligro de aumentar el déficit y crear una bonanza artificial en el país; la ley impositiva aprobada recientemente en el Senado no va a favorecer el crecimiento de largo plazo y podría incluso deteriorarlo.
La pregunta que se hacen muchos expertos económicos es si estas buenas noticias se dan gracias a la presidencia de Trump o a pesar de eso.
La pregunta que se hacen muchos observadores económicos es si estas buenas noticias econ El circo que montó este año en contra de las asociaciones multilaterales pareció un ataque al sistema global: se desmarcó del Tratado Trans Pacíofico, amenazó al NAFTA y criticó abiertamente a sus socios comerciales: Alemania, Japón, Corea del Sur y China. Y sin embargo los mercados mundiales siguieron adelante, como ajenos al hombre de la Casa Blanca que revoleaba las boleadoras.
Los adeptos a Trump contestan que el presidente reforzó la confianza económica global a pesar de sus exentricidades políticas. Y es ciertamente posible, admiten algunos economistas, que los mercados se hayan estabilizado, en lugar de alterarse, a causa de este multimillonario dispuesto a hacer acuerdos para mejorar la posición de Estados Unidos en la economía global.
La realidad es que los mercados financieros siempre han marchado hacia delante motivados por la psicología de los inversores: la cruda confianza instintiva en que es el momento de comprar e invertir. Y parece que eso está ocurriendo.
China inspira confianza al bajar un poco el ritmo para hacerlo más sostenible. Las economías emergentes andan bien: Goldman prevé que la India crecerá 8% el año próximo, 1,5% más que China y que los mercados emergentes como grupo crecerán a razón de 5,6%.
El FMI atribuye la reactivación europea a las fuertes exportaciones, a la sólida demanda interna y a las condiciones financieras que se acomodan a la disminución del riesgo político.
El punto débil es Gran Bretaña, que parece estar pagando un alto precio por su retirada de Europa. El FMI dice que su crecimiento caerá este año a 1,7% y a 1,5% el próximo.
Con todas estas buenas noticias, la Directora Gerente del FMI Christine Lagarde, puso una nota de advertencia en su última conferencia en Harvard: “Reparen el techo mietras siga brillando el sol”, pidió.
Para Estados Unidos, eso significa retirar los impedimentos estructurales para el crecimiento sostenido. Las empresas estadounidenses no están invirtiendo en nuevas instalaciones y equipamiento al mismo nivel que algunos competidores asiáticos y europeos y muy pocos economistas creen que eso se deba a los altos impuestos. La nueva ley impositiva podría empeorar esa situación.