La designación de Nielsen en Fráncfort anticipó el pacto Lavagna-Kirchner

Ante el escándalo de radicales L, el ARI y los conservadores, de pronto Roberto Lavagna cierra un acuerdo con Néstor K. En cierto modo, la presencia del ex ministro de economía “desperoniza” al oficialismo, aunque él diga lo contrario.

4 febrero, 2008

Guillermo Nielsen todavía hacia las valijas como embajador ante Alemania mientras la escena política local se daba vuelta. En cierto modo, este pacto descoloca al bisoño titular económico en el gabinete de la presidente Cristina K. Aunque no tanto como al sector de la licuada Unión Cívica Radical que tuviera una alianza electoral con Lavagna.

Bastaron dos encuentros bilaterales este fin de semana en Olivos (parece más residencia del ex presidente que de su sucesora) para producir un pacto entre dos enconados rivales durante los comicios de 2007, aunque ambos digan hoy lo contrario. A juicio de observadores extranjeros, es una señal de que ambos Kirchner por fin admiten dos realidades: no es posible manejar el país ni el partido Justicialista sólo con fieles pingüinos y hace falta un programa económico completo.

En una turbulenta fase de transformaciones internacionales y crisis del globalización financiera impuesta en 1989 por el ahora extinto consenso de Washington, Argentina debe afrontar un rebrote inflacionario y una leve contracción en el crecimiento del producto bruto interno. Tal como está armado, el gabinete de Cristina K. no parece apropiado piloto de tormentas.

Por supuesto, Gerardo Morales (UCR), Elisa Carrió (ex Coalición cívica) o Francisco Narváez (conservador) rechazaron de plano el acuerdo. Con notorio apuro, Carrió se proclamó única opción opositora válida con vistas a 2009 y 2011, si bien carece de programa económico claro. Naturalmente, el gobierno anuncia lo de Lavagna como regreso al justicialismo pero la historia indica que, salvo pocas excepciones, el peronismo no tuvo ministros ni operadores económicos propios. El caso de Carlos S.Menem fue un extremo en ese sentido.

Guillermo Nielsen todavía hacia las valijas como embajador ante Alemania mientras la escena política local se daba vuelta. En cierto modo, este pacto descoloca al bisoño titular económico en el gabinete de la presidente Cristina K. Aunque no tanto como al sector de la licuada Unión Cívica Radical que tuviera una alianza electoral con Lavagna.

Bastaron dos encuentros bilaterales este fin de semana en Olivos (parece más residencia del ex presidente que de su sucesora) para producir un pacto entre dos enconados rivales durante los comicios de 2007, aunque ambos digan hoy lo contrario. A juicio de observadores extranjeros, es una señal de que ambos Kirchner por fin admiten dos realidades: no es posible manejar el país ni el partido Justicialista sólo con fieles pingüinos y hace falta un programa económico completo.

En una turbulenta fase de transformaciones internacionales y crisis del globalización financiera impuesta en 1989 por el ahora extinto consenso de Washington, Argentina debe afrontar un rebrote inflacionario y una leve contracción en el crecimiento del producto bruto interno. Tal como está armado, el gabinete de Cristina K. no parece apropiado piloto de tormentas.

Por supuesto, Gerardo Morales (UCR), Elisa Carrió (ex Coalición cívica) o Francisco Narváez (conservador) rechazaron de plano el acuerdo. Con notorio apuro, Carrió se proclamó única opción opositora válida con vistas a 2009 y 2011, si bien carece de programa económico claro. Naturalmente, el gobierno anuncia lo de Lavagna como regreso al justicialismo pero la historia indica que, salvo pocas excepciones, el peronismo no tuvo ministros ni operadores económicos propios. El caso de Carlos S.Menem fue un extremo en ese sentido.

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