jueves, 26 de diciembre de 2024

La contracción del salario real incidirá en el consumo de 2023

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La aceleración de precios que se evidenció durante el segundo semestre de 2022 detuvo la incipiente recuperación del salario real que había iniciado en algunos sectores sobre los primeros meses de aquel año. El interrogante que se plantea es cómo seguirá y su impacto sobre el consumo.

Por quinto año consecutivo los salarios perdieron poder de compra cuando se analiza su variación promedio anual. En particular, en 2022 los ingresos en términos reales mostraron una contracción de 0,8% según el Índice de Salarios presentado por el INDEC., según opina la consultora ABECEB.
Luego de encontrar su máximo en el cuarto trimestre de 2017, los salarios han sufrido una pérdida constante de su poder de compra. Durante 2022, sin embargo, el comportamiento de los ingresos no ha sido uniforme. Durante la contracción del salario real impactará en el consumo de 2023. Los seis primeros meses del año fue posible observar una variación real interanual positiva en el índice general y su componente formal. La excepción fue el sector informal, el cual muestra caídas reales interanuales consecutivas desde enero de 2021.
En el semestre enero-junio 2022 el Índice de Salarios1 experimentó un incremento de 1,2% en términos reales respecto al mismo periodo del año previo. Asimismo, sus componentes formales, los sectores registrados privado y público, presentaron incrementos de 1,6% y 5,3% respectivamente, mientras que el sector no registrado, en cambio, experimentó una contracción de 6,3%. Empero, a partir de julio la situación cambió. La turbulencia política que comenzó a finales de junio y desembocó en el cambio de las autoridades económicas, incrementó la volatilidad e incertidumbre.
El resultado fue una aceleración de la inflación, alcanzando niveles no vistos desde inicios de los años 90. En julio la variación mensual del IPC tocó 7,4% para luego permanecer por encima del 6% en los meses venideros (6,9% en agosto, 6,2% en septiembre, 6,3% en octubre).
De esta forma, en el periodo julio-diciembre de 2022 el Índice de Salarios en términos reales se contrajo 2,7% respecto al segundo semestre de 2021. Con relación a sus componentes, el sector privado registrado, el sector público y el sector privado no registrado, todos experimentaron disminuciones: de 1,6%, 0,8% y 9% respectivamente.
Estos datos revelan un deterioro del poder adquisitivo de los salarios durante el segundo semestre, en línea con la aceleración en los niveles de inflación. En cuanto al análisis de la evolución de los ingresos por actividad, según los datos de remuneración promedio de trabajadores registrados en el sector privado publicados por el Ministerio de Trabajo, disponibles hasta septiembre de 2022, nueve de los catorce sectores relevados muestran una caída real interanual desde julio, mientras que en septiembre todos, con excepción de explotación de minas y canteras, y hoteles y restaurantes, evidenciaban una variación interanual real negativa.
Asimismo, si se compara con el año pre pandemia, encontramos que en el promedio de los nueve meses, solo tres sectores, agricultura, ganadería, caza y silvicultura; intermediación financiera y actividades inmobiliarias, empresariales y de alquiler, muestran una variación positiva respecto de 2019, mientras que todos los sectores están por debajo de los registros de 2018.
De cara al corriente año, el panorama no luce muy diferente. La política de aplicar un tipo de cambio diferencial para el complejo sojero, en diciembre del año pasado, generó una emisión monetaria por parte del BCRA del 4,2% en términos reales. Esto ha tenido su correlato en una nueva aceleración de la inflación, que en enero volvió al sendero del 6% mensual, y en febrero -con la suba de algunos servicios regulados y alimentos a la cabeza- ha tenido un aumento aún mayor -6,6% mensual-.
Este nuevo incremento comienza a tener efecto en los salarios. Una muestra de ello es que el RIPTE (remuneración imponible promedio de los trabajadores estables a nivel nacional) arrancó el año con una variación interanual negativa del 5,6% y ya acumula siete caídas mensuales consecutivas. Frente a este contexto es de esperar que comience a verse una desaceleración en el consumo.
Si bien, de acuerdo con los datos de cuentas nacionales del INDEC, hasta el tercer trimestre del año pasado el consumo había venido creciendo – en parte gracias a que, ante la falta de instrumentos de ahorro y la licuación de los salarios, los individuos prefirieron adelantar sus consumos-, hay señales de su ralentización

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