La Argentina pedirá a Estados Unidos un esfuerzo para adelantar el lanzamiento del ALCA para el 2003, dos años antes del plazo que se había previsto originalmente.
Fuentes cercanas a Cancilería argumentaron que este pedido (que tiene ahora la presidencia temporal del Alca) no implica un abandono al Mercosur; “La Argentina quiere llegar al Alca de la mejor forma posible y al lado de su socio en el Mercosur, Brasil”, ratificaron.
Sin embargo, en el seno del Gobierno hubo un suave forcejeo, que se expresó con las primeras turbulencias posteriores al sorpresivo anuncio de que los Estados Unidos y Chile trabajan ahora para firmar un tratado de libre comercio.
El ministro de Economía, José Luis Machinea, es ciertamente crítico de la reticencia brasileña a bajar el nivel actual de aranceles del Mercosur, que es el principal obstáculo para la integración del Alca según la visión de los Estados Unidos.
Arturo Valenzuela, el asesor de Bill Clinton para asuntos latinoamericanos, ha señalado varias veces en Buenos Aires, extraoficialmente, que un Mercosur “con los actuales aranceles de Brasil no será nunca del interés de Washington”.
No obstante, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini debió esforzarse en los últimos días para moderar los ímpetus que cuestionaban la permanencia de la Argentina en la alianza con Brasil y promovían un vuelco definitivo hacia un acuerdo con los Estados Unidos parecido al que firmó Chile.
El canciller, un convencido de la necesidad nacional de mantener muy buenas relaciones con Washington, aconsejó conservar intactos los lazos del Mercosur. “Ni los Estados Unidos ni Brasil confiarán nunca en nosotros si cambiamos nuestras alianzas fundamentales ante la primera brisa”, bramó entre sus propios compañeros de gabinete.
Tanto Giavarini como Machinea no dejaron de advertir al instante que un reacomodamiento de las alianzas comerciales podría afectar la relación con Brasil (ver “Mercosur: diferencias entre la Argentina y Brasil”), destino de un tercio de las exportaciones argentinas, y Europa, donde todavía la Argentina vende más que en los tres países del Nafta (Estados Unidos, México y Canadá).
España, primer país inversor en la Argentina con unos US$ 36 mil millones, viene deslizando ciertas susceptibilidades con respecto de una presunta inclinación argentina hacia los Estados Unidos.
El gobierno de Madrid, el primero en disponer de US$ 2.000 millones de dólares para el blindaje financiero que alejará a la Argentina del temido default, le expresó tales resquemores al ex jefe del Gabinete, Rodolfo Terragno, y al actual canciller Rodríguez Giavarini.
En cuanto al cuestionamiento de los economistas oficiales al excesivo celo de Brasil en materia arancelaria, los diplomáticos nacionales replicaron que cualquier negociación que se proponga preservar importantes sectores de la industria nacional será siempre dura.
“Hay que ir cuanto antes al Alca, pero de la mano del Mercosur; es la condición para ser creíbles aquí y allá”, plantea la Argentina ahora, cuando propone apurar los tiempos de la alianza americana.
La Argentina pedirá a Estados Unidos un esfuerzo para adelantar el lanzamiento del ALCA para el 2003, dos años antes del plazo que se había previsto originalmente.
Fuentes cercanas a Cancilería argumentaron que este pedido (que tiene ahora la presidencia temporal del Alca) no implica un abandono al Mercosur; “La Argentina quiere llegar al Alca de la mejor forma posible y al lado de su socio en el Mercosur, Brasil”, ratificaron.
Sin embargo, en el seno del Gobierno hubo un suave forcejeo, que se expresó con las primeras turbulencias posteriores al sorpresivo anuncio de que los Estados Unidos y Chile trabajan ahora para firmar un tratado de libre comercio.
El ministro de Economía, José Luis Machinea, es ciertamente crítico de la reticencia brasileña a bajar el nivel actual de aranceles del Mercosur, que es el principal obstáculo para la integración del Alca según la visión de los Estados Unidos.
Arturo Valenzuela, el asesor de Bill Clinton para asuntos latinoamericanos, ha señalado varias veces en Buenos Aires, extraoficialmente, que un Mercosur “con los actuales aranceles de Brasil no será nunca del interés de Washington”.
No obstante, el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini debió esforzarse en los últimos días para moderar los ímpetus que cuestionaban la permanencia de la Argentina en la alianza con Brasil y promovían un vuelco definitivo hacia un acuerdo con los Estados Unidos parecido al que firmó Chile.
El canciller, un convencido de la necesidad nacional de mantener muy buenas relaciones con Washington, aconsejó conservar intactos los lazos del Mercosur. “Ni los Estados Unidos ni Brasil confiarán nunca en nosotros si cambiamos nuestras alianzas fundamentales ante la primera brisa”, bramó entre sus propios compañeros de gabinete.
Tanto Giavarini como Machinea no dejaron de advertir al instante que un reacomodamiento de las alianzas comerciales podría afectar la relación con Brasil (ver “Mercosur: diferencias entre la Argentina y Brasil”), destino de un tercio de las exportaciones argentinas, y Europa, donde todavía la Argentina vende más que en los tres países del Nafta (Estados Unidos, México y Canadá).
España, primer país inversor en la Argentina con unos US$ 36 mil millones, viene deslizando ciertas susceptibilidades con respecto de una presunta inclinación argentina hacia los Estados Unidos.
El gobierno de Madrid, el primero en disponer de US$ 2.000 millones de dólares para el blindaje financiero que alejará a la Argentina del temido default, le expresó tales resquemores al ex jefe del Gabinete, Rodolfo Terragno, y al actual canciller Rodríguez Giavarini.
En cuanto al cuestionamiento de los economistas oficiales al excesivo celo de Brasil en materia arancelaria, los diplomáticos nacionales replicaron que cualquier negociación que se proponga preservar importantes sectores de la industria nacional será siempre dura.
“Hay que ir cuanto antes al Alca, pero de la mano del Mercosur; es la condición para ser creíbles aquí y allá”, plantea la Argentina ahora, cuando propone apurar los tiempos de la alianza americana.