En los últimos días se conocieron datos positivos en materia de nivel de actividad y exportaciones, correspondientes a setiembre y octubre, al tiempo que desde el ministerio de economía se informaba que todo el gobierno está alineado con el objetivo de cerrar un acuerdo con el FMI.
Pese a esto, – advierte el último informe semanal del IERAL, de la Fundación Mediterránea- el riesgo país escaló a picos inéditos y las acciones testeaban nuevos mínimos en dólares libres. El corolario parece evidente, en cuanto al déficit de credibilidad.
Los “mercados” demandan hechos, no palabras. Se está configurando una extraña paradoja, porque hasta aquí las políticas expansivas en lo fiscal, que están llevando el déficit primario de 2021 a 3,9 % del PIB, si se excluyen ingresos por “única vez”, caso de los DEG y el impuesto a la riqueza, estaban siendo justificadas desde el gobierno por la necesidad de rescatar el nivel de actividad luego del bache de 2020 y del traspié del segundo trimestre de este año.
Sin embargo, los últimos datos muestran que el nivel de actividad estaría volviendo al nivel de 2019 en pocos trimestres, pero el gasto público primario al que apunta el presupuesto 2022 es de 21,8 % del PIB, o sea 3,3 puntos del PIB por encima del registro de 2019 (18,5 %).
La recuperación del PIB supera las previsiones de arranque de año, bajo tres principales influencias positivas: la normalización de los sectores de servicios, que habían sido más afectados por las demoras en el proceso de vacunación del primer semestre; el dinamismo del sector construcciones, en parte explicado por el vuelco de ahorros dolarizados, incentivados por la brecha cambiaria, y el efecto multiplicador de la mejora de los precios de las commodities, que este año en diez meses generó un plus de US$ 10.800 millones en el valor de las exportaciones agroindustriales. Lo certifican los datos de incremento de ventas de maquinaria agrícola, de camionetas y demás sectores relacionados.
La paradoja de un nivel de actividad que tiende a volver al 2019, pero un gasto público que apunta a quedar más de 3 puntos del PIB por encima de aquel año, será materia de controversia entre el gobierno y el staff del FMI.
Hay antecedentes cercanos: en octubre el directorio del Fondo aprobó reanudar los desembolsos al Ecuador, dentro de un programa que prevé un ajuste fiscal de 2,8 puntos del PIB de un año para el otro, pasando de un déficit primario de 1,4 % del PIB en 2021 a un superávit de 1,4 puntos del PIB para 2022.
La meta para el próximo año se lograría con un gasto primario inferior en 1,3 puntos del PIB al de 2019. Y las estimaciones de consenso apuntan a un crecimiento del PIB ecuatoriano levemente superior en 2022 a la variación de 2021.