Para muchos observadores, la Alemania de Ãngela Merkel –al menos por ahora- es la única parte relevante que resiste de un mundo que parece colapsar. Por más de 75 años, la unidad de acción transatlántica, fue la piedra basal del rumbo de Occidente, en todos los órdenes, sea en defensa, en comercio o en disminuir el impacto climático.
Esta es la etapa que parece estar llegando a su fin. La Organización del Atlántico Norte, OTAN, fue la salvaguarda europea frente al amenazante expansionismo soviético, que ahora parece renacer con el sueño imperial de Rusia dirigida por Vladimir Putin.
Si Estados Unidos, como lo ha advertido Trump, se refugia en el aislacionismo más extremo, es mucho lo que está en juego. Los europeos estarán solos para contener la agresividad rusa, y los esfuerzos realizados en Medio Oriente por acompañar a Washington, serán inútiles. Como los muertos y las pérdidas incurridas en Iraq y Afganistán.
Ni hablar del famoso tratado de libre comercio entre ambos lados del Atlántico. Los europeos están preocupados como no lo estaban en varias décadas.