Krugman: la burbuja inmobiliaria es demasiado tenaz

Alan Greenspan cree que el fenómeno irá desinflándose paulatinamente. Pero su sucesor, Benjamin Bernanke, y Paul Krugman temen que aguante hasta el segundo trimestre de 2006. En esto coinciden tres directores de la Reserva Federal.

6 diciembre, 2005

Mientras los departamentos chicos en Miami superan US$ 250.000, Krugman advertìa –en una reunión de premios Nobel económicos, Venecia- que sigue sin descatar “una implosión de esta burbuja en abril o mayo próximos”. En su despedida, el presidente del Sistema Federal de Reserva estimaba que esa crisis demorará unos tres años. Pocos lo tomaron en serio.

No obstante, el eterno candidato al Nobel admitió que podría equivocarse. Pero, en todo caso, la crisis sobrevendría “mucho antes de lo que imagina Greenspan, que ya opina desde el limbo”. A su criterio, los precios de bienes raíces en Estados Unidos “están siendo inflados por sostenidos e inexplicables ingresos de capitales provenientes de economías en desarrollo.

Por ejemplo, China. Ese país acumula bonos de Tesorería –o sea deuda federal-, en tanto los norteamericanos compran viviendas carísimas para especular, no para habitarlas, con fondos prestados indirectamente por chinos, surcoreanos y japoneses”.

En el lado positivo para Washington, “un desinfle de la burbuja inmobiliaria será parte de un ajuste económico general. Se debilitará el dólar, el euro volverá a superar US$ 1,30 y EE.UU. exportará más, lo cual comenzará a disminuir los déficit comercial y en cuenta corriente, aunque no el fiscal”. Esas presunciones de Krugman se parecen a las de Bernanke, cuando aún era principal asesor económico de George W.Bush. Como se sabe, Greenspan insiste en que esos rojos son positivos.

Mientras los departamentos chicos en Miami superan US$ 250.000, Krugman advertìa –en una reunión de premios Nobel económicos, Venecia- que sigue sin descatar “una implosión de esta burbuja en abril o mayo próximos”. En su despedida, el presidente del Sistema Federal de Reserva estimaba que esa crisis demorará unos tres años. Pocos lo tomaron en serio.

No obstante, el eterno candidato al Nobel admitió que podría equivocarse. Pero, en todo caso, la crisis sobrevendría “mucho antes de lo que imagina Greenspan, que ya opina desde el limbo”. A su criterio, los precios de bienes raíces en Estados Unidos “están siendo inflados por sostenidos e inexplicables ingresos de capitales provenientes de economías en desarrollo.

Por ejemplo, China. Ese país acumula bonos de Tesorería –o sea deuda federal-, en tanto los norteamericanos compran viviendas carísimas para especular, no para habitarlas, con fondos prestados indirectamente por chinos, surcoreanos y japoneses”.

En el lado positivo para Washington, “un desinfle de la burbuja inmobiliaria será parte de un ajuste económico general. Se debilitará el dólar, el euro volverá a superar US$ 1,30 y EE.UU. exportará más, lo cual comenzará a disminuir los déficit comercial y en cuenta corriente, aunque no el fiscal”. Esas presunciones de Krugman se parecen a las de Bernanke, cuando aún era principal asesor económico de George W.Bush. Como se sabe, Greenspan insiste en que esos rojos son positivos.

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