La planta nuclear de Ohi es la única operativa en Japón. Comenzó a funcionar un año después del desastre que provocó el cierre do los reactores. A medida que se acerca el segundo aniversario del tsunami, Japón está considerando abrir los reactores nucleares en todo el país en un esfuerzo por aliviar una recesión que comenzó a finales de 2012 luego de años de estancamiento económico.
Los 50 reactores del país cerraron luego del desastre, cuando un fuerte terremoto seguido de tsunami provocaron una cascada de problemas en la planta nuclear Fukushima Daiichi que culminaron con la liberación de radiación. Desde entonces sólo dos reactores han reiniciado sus actividades.
El Primer Ministro Shinzo prometió comenzar a reabrir plantas durante este año, pero sólo después de reforzar los mecanismos de seguridad. La opinión pública japonesa se volvió muy contraria a las plantas nucleares luego de lo que ocurrió en 2011, que destruyó vidas y hogares. Pero el cierre de los reactores afectó la provisión de energía eléctrica y el país tuvo que importar grandes cantidades de combustibles fósiles para cubrir las diferencias.
El impacto del desastre en Fukushima se sintió en todo el mundo. El ejemplo más notable es Alemania, que rápidamente cerró sus plantas nucleares. Eso obligó al país a depender más de los combustibles fósiles, incluyendo carbón, pero siempre tratando de cumplir con su compromiso de reducir la emanación de gases de invernadero.
Hasta China, que supo liderar la construcción de reactores nucleares en el mundo, redujo sus planes y se volvió más selectiva en cuanto al lugar para erigirlas. La energía nuclear también se detuvo en otro países, incluyendo Estados Unidos, pero en este caso se debió a los altos costos de construir nuevas plantas y no a preocupaciones de seguridad derivadas de Fukushisma.
Antes del desastre Japón dependía de la energía nuclear para la cuarta parte de su energía y había proyectado aumentarla a 50% para 2030 para reducir su dependencia de combustibles fósiles importados y reducir también las emisiones de dióxido de carbono, según un informe del Instituto de Economía Energética de Japón. El país tiene pocas fuentes domésticas de energía. Según el informe, el cierre de los reactores y el subsiguiente aumento de consumo de combustibles fósiles dañó la balanza comercial y aumentó los precios de la electricidad entre 15 y 20%. También provocó la pérdida de casi 420.000 empleos.
Estos problemas económicos parecen estar cambiando la opinión pública en Japón. En septiembre del año pasado el partido gobernante lanzó un plan para cerrar definitivamente las plantas nucleares. Pero rápidamente suavizó su posición y ahora promete mejorar la economía y resaltar la necesidad de energía nuclear.
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