“He resuelto generar una nueva situación con mi renuncia”, declaró por TV el más joven (52 años) de los primeros ministros que haya tenido Japón. El miércoles 19, el partido demoliberal –hasta ahora “dueño” del poder- elegirá presidente, cargo que ocupaba Abe y es antesala para la jefatura de gobierno.
Taro Aso, secretario general del PDL (66 años) se negó a formular comentarios, mientras los corrillos tokiotas lo sindicaban como potencial remplazante del “nacionalista” Abe. Los medios económicos y financieros temen un lapso de inestabilidad política. Justamente cuando debe debatirse en el parlamento un programa de recortes presupuestario que debiera llegar al equilibrio de cuentas para 2011.
Por un lado, el oficialismo –influido por los mercados especulativos- cree que serán precisas medidas impopulares para detener el aumento de la deuda pública interna. Por el otro, el partido demócrata (PD, opositor) rechaza subir el impuesto a las ventas (IVA) y exige elevar el gasto en zonas rurales.
El producto bruto interno se contrajo en el segundo trimestre (junio-agosto) al mayor ritmo en cuatro años fiscales, que van de marzo a febrero. Las empresas frenaron inversiones y el público gastó menos. Pero la propuesta del PDL en realidad puede ampliar esos efectos regresivos.
El problema de Abe no tuvo que ver con las recetas de mercado. Su apoyo público cayó a menos de 30% luego de que el gobierno admitiera la que millones de dólares faltan en fondos jubilatorios. Simultáneamente, varios ministros quedaron comprometidos en una serie de escándalos: cuatro dimitieron, uno se suicidó.
Para paliar las cosas, Kaoru Yosano –primer secretario de gabinete- reveló que Abe tenía problemas cardiacos. En algo menos de doce meses de gestión, nadie los había notado. Ahora, bancas, firmas de valores y otros agentes del sector financiero han iniciado una ofensiva para imponer el programa ortodoxo presentado por Abe.
“He resuelto generar una nueva situación con mi renuncia”, declaró por TV el más joven (52 años) de los primeros ministros que haya tenido Japón. El miércoles 19, el partido demoliberal –hasta ahora “dueño” del poder- elegirá presidente, cargo que ocupaba Abe y es antesala para la jefatura de gobierno.
Taro Aso, secretario general del PDL (66 años) se negó a formular comentarios, mientras los corrillos tokiotas lo sindicaban como potencial remplazante del “nacionalista” Abe. Los medios económicos y financieros temen un lapso de inestabilidad política. Justamente cuando debe debatirse en el parlamento un programa de recortes presupuestario que debiera llegar al equilibrio de cuentas para 2011.
Por un lado, el oficialismo –influido por los mercados especulativos- cree que serán precisas medidas impopulares para detener el aumento de la deuda pública interna. Por el otro, el partido demócrata (PD, opositor) rechaza subir el impuesto a las ventas (IVA) y exige elevar el gasto en zonas rurales.
El producto bruto interno se contrajo en el segundo trimestre (junio-agosto) al mayor ritmo en cuatro años fiscales, que van de marzo a febrero. Las empresas frenaron inversiones y el público gastó menos. Pero la propuesta del PDL en realidad puede ampliar esos efectos regresivos.
El problema de Abe no tuvo que ver con las recetas de mercado. Su apoyo público cayó a menos de 30% luego de que el gobierno admitiera la que millones de dólares faltan en fondos jubilatorios. Simultáneamente, varios ministros quedaron comprometidos en una serie de escándalos: cuatro dimitieron, uno se suicidó.
Para paliar las cosas, Kaoru Yosano –primer secretario de gabinete- reveló que Abe tenía problemas cardiacos. En algo menos de doce meses de gestión, nadie los había notado. Ahora, bancas, firmas de valores y otros agentes del sector financiero han iniciado una ofensiva para imponer el programa ortodoxo presentado por Abe.