Hoy viernes, el recientemente electo primer ministro Shinzo Abe anunció la decisión y reiteró la presión sobre el Banco de Japón para que detenga la deflación inyectando dinero fresco al mercado, lo que considera imprescindible para dar vida al comercio y la inversión e incentivar el consumo. “Vamos a poner fin a la contracción y construir una economía más fuerteâ€, dijo esta mañana Abe por televisión.
El plan consiste en destinar US$116.000 millones para proyectos de mitigación de desastres, subsidios a empresas, inversiones en nuevas tecnologías y ayudas financieras a pequeñas empresas. Con estas medidas, el gobierno busca lograr un crecimiento real de la economía de 2% y 600.000 puestos de trabajo.
El anuncio llevó a un descenso en el valor del yen, lo que produce un alivio a los exportadores japoneses que vienen sufriendo una declinación competitiva constante desde el agravamiento de la crisis europea. Sin embargo, el paquete de estímulos implicará, por otra parte, un aumento de la deuda pública, que ya de por sí ha alcanzado niveles preocupantes al ser la mayor del mundo industrializado y representar dos veces el tamaño de su economía.
El New York Times recuerda que en los años 90 el mismo Partido Liberal Democrático, actualmente en el poder, decidió un plan de estímulos económicos que no hizo mucho por lograr un mayor crecimiento a la economía nipona. Sin embargo, Abe argumenta que esta vez el estímulo estará más dirigido a la inversión y la innovación tecnológica.