Italia: Silvio Berlusconi va de crisis en crisis

Los democristianos enviaron un ultimátum al primer ministro y plantean una nueva crisis en la tambaleante coalición oficialista. “Si persiste la intransigencia de Berlusconi, abandonamos el gobierno”, dijo Marco Follini, su jefe.

7 julio, 2004

En realidad, la Unión Democristiana dejará en parte la coalición –pomposa e inexactamente llamada “casa de las libertades”- y “acompañará desde fuera”. El capo de Forza Italia reaccionó con ira: “Ya estoy harto de los democristianos”.

Entretanto, Gianfranco Fini (Alianza Nacional), erosionado por sus continuos amagues rupturistas, le exige al jefe del ejecutivo “designar ya mismo ministro de Economía”. Follini, Fini y Umberto Bossi (liga Norte) creen un dislate que Silvio Berlusconi retenga la cartera económica hasta fin de año.

Por ahora, el primer ministro sigue apoyándose en un parlamento cuya composición data de 2001 y no refleja los resultados de las tres últimas elecciones. En diputados, pues, la coalición tiene 340 escaños sobre un total de 616. El bloque oficialista abarca FI (29,4%), Alianza Nacional (12%), LN (3,9%) y democristianos (3,2%).

Tras los comicios de este año, las respectivas porciones quedan en 21% (FI), 11,5% (AN), 5,9% (UDC) y 5% (LN). En el senado, el reparto desde 2001 es 168 escaños para el oficialismo (sobre 320), con 79 para FI, 62 para AN, 30 para UDC y 17 para LN.

Como se ve, el “partido personal” de Berlusconi, de claros visos neofascistas, mantiene predominio. Por supuesto, si se quebrase la coalición, ya no tendría quórum ni mayoría simple. Por el momento, ni AN ni LN parecen buscar la ruptura porque, librados a sus propias fuerzas, pesarían poco en el parlamento.

No obstante, las actitudes soberbias del primer ministro lo hacen ir constantemente por el filo de la navaja. El fracaso de la candidatura de Mario Monti como sucesor de Giulio Tremonti en Economía revela, asimismo, la mala imagen de Berlusconi ante la Unión Europea. No es casual que, de pronto, resurja el separatismo de habla alemana exigiendo “un solo Tirol”; o sea, la incorporación del Tirol italiano al austríaco, separados artificiosamente en 1918/9.

Los adictos al Cavaliere ven en el gesto de ocupar Economía un relanzamiento carismático del hombre que, como empresario, está involucrado en causas penales (suspendidas mientras dure su gestión, gracias a esa mayoría parlamentaria y una ley votada a medida). En cambio, gran parte de los columnistas políticos –inclusive en medios conservadores- está persuadida de que las próximas elecciones generales serán mucho antes de mediados de 2006.

En realidad, la Unión Democristiana dejará en parte la coalición –pomposa e inexactamente llamada “casa de las libertades”- y “acompañará desde fuera”. El capo de Forza Italia reaccionó con ira: “Ya estoy harto de los democristianos”.

Entretanto, Gianfranco Fini (Alianza Nacional), erosionado por sus continuos amagues rupturistas, le exige al jefe del ejecutivo “designar ya mismo ministro de Economía”. Follini, Fini y Umberto Bossi (liga Norte) creen un dislate que Silvio Berlusconi retenga la cartera económica hasta fin de año.

Por ahora, el primer ministro sigue apoyándose en un parlamento cuya composición data de 2001 y no refleja los resultados de las tres últimas elecciones. En diputados, pues, la coalición tiene 340 escaños sobre un total de 616. El bloque oficialista abarca FI (29,4%), Alianza Nacional (12%), LN (3,9%) y democristianos (3,2%).

Tras los comicios de este año, las respectivas porciones quedan en 21% (FI), 11,5% (AN), 5,9% (UDC) y 5% (LN). En el senado, el reparto desde 2001 es 168 escaños para el oficialismo (sobre 320), con 79 para FI, 62 para AN, 30 para UDC y 17 para LN.

Como se ve, el “partido personal” de Berlusconi, de claros visos neofascistas, mantiene predominio. Por supuesto, si se quebrase la coalición, ya no tendría quórum ni mayoría simple. Por el momento, ni AN ni LN parecen buscar la ruptura porque, librados a sus propias fuerzas, pesarían poco en el parlamento.

No obstante, las actitudes soberbias del primer ministro lo hacen ir constantemente por el filo de la navaja. El fracaso de la candidatura de Mario Monti como sucesor de Giulio Tremonti en Economía revela, asimismo, la mala imagen de Berlusconi ante la Unión Europea. No es casual que, de pronto, resurja el separatismo de habla alemana exigiendo “un solo Tirol”; o sea, la incorporación del Tirol italiano al austríaco, separados artificiosamente en 1918/9.

Los adictos al Cavaliere ven en el gesto de ocupar Economía un relanzamiento carismático del hombre que, como empresario, está involucrado en causas penales (suspendidas mientras dure su gestión, gracias a esa mayoría parlamentaria y una ley votada a medida). En cambio, gran parte de los columnistas políticos –inclusive en medios conservadores- está persuadida de que las próximas elecciones generales serán mucho antes de mediados de 2006.

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