Aunque los italianos votaron contra las medidas de austeridad, ningún partido logró la victoria todavía. Es que ni la coalición de centroizquierda del Partido Demócrata ni la centroderecha del ex Premier Silvio Berlusconi lograron la mayoría de los votos en la elección general en Italia. Este empate técnico no ha sido bien recibido por los mercados del mundo que temen que este limbo político repercuta negativamente en la economía sacudida del viejo continente.
La frase “a contar los porotos” nunca fue mejor usada. Hacia la noche de ayer la coalición de centroizquierda de Luigi Bersani ganaba, aunque por poco margen, la mayoría en ambas cámaras, condición fundamental para formar un nuevo gobierno. Sin embargo, la coalición de derecha de Silvio Berlusconi, que prometió ir contra el aumento de ciertos impuestos que molestan a la clase media italiana, sumó varios escaños en la cámara de senadores y complicó las cosas. Es que si la coalición de Bersani no consigue aprobar la legislación que necesita para gobernar en este momento de inestabilidad política y económica no podrá sacar, con su plan, al país adelante.
Por ahora ambos se declaran victoriosos. Es decir, el Partido Demócrata sostiene que todavía tiene la victoria en ambas cámaras y Berlusconi insiste en que este empate técnico implica un nuevo llamado a elecciones. Lo cierto es que el comediante Beppe Grillo ha sido la verdadera sorpresa de estas elecciones y el que ha puesto la piedra más importante en la carrera de los partidos tradicionales a la Casa Chigi. Haberse hecho con el 25,6% de los votos no es poca cosa y más si se tiene en cuenta que su partido “Movimiento 5 estrellas” no es una coalición.
Berlusconi, Terminator
Como el personaje que hizo famoso Arnold Schwartzenegger, Silvio Berlusconi amenaza con volver eternamente. Su popularidad es una sorpresa aunque no debería serlo pues cuenta con un imperio mediático que ha hecho de las suyas para forzar la elección en las últimas semanas.
Tanto Grillo como Berlusconi representan, a su manera, el enojo de los italianos por el aumento de impuestos del gobierno de emergencia de Mario Monti, cuyo partido arañó el 10% en estas elecciones. Sus caminos son diferentes, sin embargo: Grillo propone llamar a un plebiscito para decidir si Italia se queda en la eurozona o se retira; Berlusconi prometió, en una carta, reembolsarles a los italianos el dinero de un impuesto inmobiliario injusto.
Enricco Letta, diputado del Partido Demócrata, logró resumir la situación: “El costo de la austeridad es la rebelión política de los italianos”.
Naciones más estables como Alemania ven las elecciones en Italia como una posible piedra en el zapato de la Unión Europea. Un rechazo a las medidas de austeridad, que los llamados “países periféricos” deben acatar para permanecer dentro del sistema del Euro, podría expandirse rápidamente a otras economías en problemas como la española. Esto podría acelerar la decisión de desintegrar el bloque económico. La inestabilidad política de la tercera economía de Europa no es poca cosa.
Naturalmente, para los mercados la situación de empate es una mala nueva. El Dow Jones Industrial Average, que había reaccionado positivamente a la victoria preliminar del partido Demócrata terminó 1,5% abajo. El euro, por lo pronto, cayó 1% contra el dólar. Las acciones en Milán se derrumbaron 4%.
En las próximas semanas se verá si diferentes partidos de izquierda y derecha se sientan con ganas de formar un gobierno de coalición o si el verano anglosajón verá nuevas elecciones en tierra romana.