Italia: deuda pública en 154.600 millones un récord
Según cifras de Banca dItalia (central), al concluir el primer semestre del año, el endeudamiento acumula 154.600 millones. Ha subido casi 4% en doce meses. Además, representa 3,6% del producto bruto interno.
Las estadísticas del emisor (“bankitalia”, en el cocoliche financiero de los diarios) revelan que el ritmo de aumento se ha expandido entre la segunda mitad de 2004 y la primera de 2005. Justamente este sesgo había ya alarmado a la Comisión Europea, cuando el gobierno de Silivio Berlusconi todavía les restaba importancia a las estimaciones del Banco Central Europeo (BCE).
La virtual crisis de las cuentas públicas tendrá estos mismos días un efecto: el comité de ministros económicos de la CE recomendará al organismo darles a Italia sólo dos años de plazo para que su rojo fiscal quede nuevamente bajo 3% del PBI. Esto no parece muy sensato, porque (a) Francia y Alemania también superan ese techo y se las trata con mano de seda, y (b) el pacto de estabilidad fiscal (1996) ha perdido sentido ante el estancamiento y la crisis política que vive la Eurozona.
Tanto los números que manejan la CE o el BCE como el informe italiano dan a entender que el déficit primario tardará más de dos años en volver bajo la cota de ese pacto. A menos que el actual gobierno y su reemplazante desde 2006 apliquen medidas abiertamente recesivas. Ni siquiera los “ortodoxos” de Confindustria –la UIA peninsular- se animarían a plantear esa salida.
Esta disyuntiva preocupa a la oposición de centroizquierda, que tiene buenas posibilidades de desbancar a la coalición derechista en las elecciones generales del próximo año. Mejores, si el descalabro político y económico obliga a adelantar comicios. Algunos medios sospechan –o saben- que varios expertos económicos opositores están ya reuniéndose para analizar el problema. Entre las ideas barajadas, figura una propuesta a la CE: otorgar a Italia el tratamiento privilegiado del cual gozó España desde su ingreso hasta no hace mucho (subsidios financieros inclusive).
Las estadísticas del emisor (“bankitalia”, en el cocoliche financiero de los diarios) revelan que el ritmo de aumento se ha expandido entre la segunda mitad de 2004 y la primera de 2005. Justamente este sesgo había ya alarmado a la Comisión Europea, cuando el gobierno de Silivio Berlusconi todavía les restaba importancia a las estimaciones del Banco Central Europeo (BCE).
La virtual crisis de las cuentas públicas tendrá estos mismos días un efecto: el comité de ministros económicos de la CE recomendará al organismo darles a Italia sólo dos años de plazo para que su rojo fiscal quede nuevamente bajo 3% del PBI. Esto no parece muy sensato, porque (a) Francia y Alemania también superan ese techo y se las trata con mano de seda, y (b) el pacto de estabilidad fiscal (1996) ha perdido sentido ante el estancamiento y la crisis política que vive la Eurozona.
Tanto los números que manejan la CE o el BCE como el informe italiano dan a entender que el déficit primario tardará más de dos años en volver bajo la cota de ese pacto. A menos que el actual gobierno y su reemplazante desde 2006 apliquen medidas abiertamente recesivas. Ni siquiera los “ortodoxos” de Confindustria –la UIA peninsular- se animarían a plantear esa salida.
Esta disyuntiva preocupa a la oposición de centroizquierda, que tiene buenas posibilidades de desbancar a la coalición derechista en las elecciones generales del próximo año. Mejores, si el descalabro político y económico obliga a adelantar comicios. Algunos medios sospechan –o saben- que varios expertos económicos opositores están ya reuniéndose para analizar el problema. Entre las ideas barajadas, figura una propuesta a la CE: otorgar a Italia el tratamiento privilegiado del cual gozó España desde su ingreso hasta no hace mucho (subsidios financieros inclusive).
