Ambas muestras son las más negativas, conocidas hasta ayer, en lo tocante a manejo y costos de la posguerra iraquí. Parte de la resistencia detectada, admiten las encuestadoras, se relaciona con el déficit récord esperado para el ejercicio fiscal 2003 (termina a fin de mes), US$ 455.000 millones.
Ocurre que los fondos adicionales a gastarse –si se obtienen del Congreso- en el ejercicio 2004 elevarán ese rojo a US$ 562.000 millones. O sea, otro récord histórico a valores nominales. “La gente empieza a preguntarse por qué el gobierno federal asigna más dinero y presta más atención a los problemas de Irak que a los de Estados Unidos”, comentaba el “Washington Post”.
Una de las compulsas indica, también, que –a juicio de los consultados- “si aumentan tanto las partidas de posguerra, acabarán por limitarse las rebajas tributarias y las erogaciones sociales”. En resumen, como observa el diario metropolitano, “los norteamericanos no quieren recortes de gastos públicos ni alza del déficit sólo en aras de Irak o el negocio petrolero”. Precisamiente, un sector asociado estrechamente con Cheney y Rumsfeld, proclives a gastar más en Irak.
Ambas muestras son las más negativas, conocidas hasta ayer, en lo tocante a manejo y costos de la posguerra iraquí. Parte de la resistencia detectada, admiten las encuestadoras, se relaciona con el déficit récord esperado para el ejercicio fiscal 2003 (termina a fin de mes), US$ 455.000 millones.
Ocurre que los fondos adicionales a gastarse –si se obtienen del Congreso- en el ejercicio 2004 elevarán ese rojo a US$ 562.000 millones. O sea, otro récord histórico a valores nominales. “La gente empieza a preguntarse por qué el gobierno federal asigna más dinero y presta más atención a los problemas de Irak que a los de Estados Unidos”, comentaba el “Washington Post”.
Una de las compulsas indica, también, que –a juicio de los consultados- “si aumentan tanto las partidas de posguerra, acabarán por limitarse las rebajas tributarias y las erogaciones sociales”. En resumen, como observa el diario metropolitano, “los norteamericanos no quieren recortes de gastos públicos ni alza del déficit sólo en aras de Irak o el negocio petrolero”. Precisamiente, un sector asociado estrechamente con Cheney y Rumsfeld, proclives a gastar más en Irak.